Las alarmantes noticias sobre el cambio climático no dejan de sucederse en los últimos tiempos, aunque a la vez no dejan de aparecer alternativas que intentan paliar la que muchos empiezan a llamar la mayor lacra del siglo XXI. Londres, considerada una de las ciudades más innovadoras y vanguardistas del mundo no podía ser menos y nuevas propuestas no dejan de surgir. La última tiene como objetivo hacer el aire tóxico de la capital inglesa un poco más limpia.

La última iniciativa para mejorar el aire contaminado de la ciudad de Londres es City Trees. Se trata de una serie de estructuras de vegetación en unas torres que tienen forma de red y que están llenas de diferentes tipos de musgo. El objetivo de estos paneles es colocarlos en las calles para que absorban las partículas y los óxidos de nitrógeno a la vez que producen oxígeno. Creado por Green City Solutions, cada uno de estos bosques en miniatura ofrece el beneficio equivalente de 275 árboles en términos de reducción de contaminación. Las estructuras incluyen un banco de madera adjunto para que los transeúntes puedan, literalmente, recuperar el aliento. El City Tree es una estructura autosustentable que contiene un tanque de agua, con riego automático y sensores de plantas, todos alimentados por paneles solares y baterías a bordo.

Los City Trees, que se han llamado el «primer filtro de contaminación biotecnológica del mundo», aparecieron por primera vez en Londres durante 2018 como parte de una prueba temporal en todo el West End, la famosa zona de teatros de la capital británica, pero ahora han sido colocados permanentemente en Leytonston, una zona del este de Londres. Si bien la plantación de árboles limpia el aire y absorbe CO2, la ventaja de estas torres de musgo es que pueden proporcionar una explosión concentrada de limpieza en un espacio muy pequeño. Sería difícil plantar 550 árboles en este pequeño parche de Leytonstone para lograr el mismo impacto, según sus responsables. A diferencia de los árboles, los City Trees también trabajan en los meses de invierno.

En Londres existen dos zonas circundadas para disminuir la polución en la ciudad: la Zona de Bajas Emisiones (LEZ) y la Zona de Emisiones Ultrabajas (ULEZ). La zona LEZ ocupa unos 1.572 kilómetros cuadrados (un área que equivale a casi tres veces la ciudad de Madrid) y afecta tanto al centro de la ciudad como a casi todos sus distritos. Está activa desde 2008 las 24 horas del día y afecta principalmente a autobuses, camiones, furgonetas, que tienen que pagar entre 100 y 200 libras si no cumplen las condiciones medioambientales.

El pasado mes de abril el alcalde de la capital inglesa, Sadiq Khan, fue más allá y creó en el centro de la ciudad, dentro de este área, la zona ULEZ, que consiste en una tarifa de 12,5 libras (14 euros) que deben pagar los conductores de todos los coches contaminantes por cada día que accedan. Esta zona se ampliará en 2021 y pasará a cubrir unos 360 km2, un área equivalente a tres veces la ciudad de Barcelona. Según un informe que se presentó tras seis meses de aplicar estas medidas, Londres ha conseguido reducir hasta un 36% el nivel de NO2 y, en este momento, más del 70% de los vehículos que circulan son de bajas emisiones.

Mientras en la City, el distrito financiero de Londres, ha anunciado que prohibirá a partir de marzo todos los vehículos diésel y de gasolina en una de sus calles, Beech Street. La autoridad del centro de negocios más grande del mundo impondrá multas de hasta 130 libras (150 euros) a quienes infrinjan la restricción y prevé reducir la velocidad máxima a 25 km/h en todas sus vías para cumplir sus planes de acabar con la polución en 2030. Según los responsables de planificación urbana y transporte se trata de una actuación pionera que beneficiará la salud de las personas que viven y trabajan en la zona y ayudará a reducir el ruido también. Durante los últimos años, múltiples estudios han alarmado sobre los niveles de contaminación en Londres y los dos centros más prestigiosos de investigación en este tema, el King´s College y el Imperial College, han estimado que, al menos, cuatro hospitalizaciones al día y el 10% de los casos de asma infantil se relacionan con la mala calidad del aire de la ciudad.

A fines del año pasado, desde la Organización Mundial de la Salud se emitió una severa advertencia sobre los peligros de la polución del aire, comparando respirarlo con 'beber agua sucia'. La contaminación se ha relacionado con innumerables problemas de salud, incluido el desarrollo del cerebro de los niños y la salud de los bebés. Solo en el Reino Unido, el gobierno estima que el problema está relacionado con 36.000 muertes, mientras que el Royal College of Physicians estima que le cuesta a la economía del Reino Unido £ 20 mil millones por año.

La contaminación atmosférica es responsable de cerca de la mitad de las muertes por Enfermedad Obstructiva Pulmonar Crónica (EPOC) en todo el mundo, de casi el 30% de las muertes por cáncer de pulmón y de una cuarta parte de las patologías y de las muertes por ictus o enfermedad isquémica del corazón.

Gracias a la colaboración de más de 4.000 ciudades de todo el mundo que han monitorizado la calidad de su aire, más de la mitad de la población urbana mundial vive en ciudades que sobrepasan los niveles recomendados, y tan solo el 18% de la población urbana vive en ciudades cuyo aire muestra una concentración inferior a la del umbral más bajo.

Relacionamos inmediatamente la contaminación ambiental con un repunte en la incidencia de enfermedades que atacan a las vías respiratorias, al sistema circulatorio e incluso del cáncer. Un reciente estudio ha relacionado además la exposición al aire contaminado con un mayor riesgo de padecer depresión y de cometer suicidio. El meta análisis, realizado por investigadores del University College de Londres, ha descubierto que si una persona vive durante seis meses en un área en la que se superan los límites permitidos por la OMS de contaminación aérea (PM2,5) el riesgo de padecer una depresión aumenta un 10%.