La dimensión olfativa raramente es tomada en cuenta dentro del discurso de la pintura. Hablamos de bases materiales, de colores y lienzos, marcos y bastidores; también hablamos de todo un arsenal de gestos, de la pincelada hecha de tal o cual manera, de rastrillar, gotear, raspar, etcétera; hablamos acerca de la dialéctica de la figura y fondo o las técnicas de empaste. Pero ¿qué pasa con el olor de la pintura? Extrañamente es ignorado, pero, entonces, imagine el olor fresco de la pintura al óleo, de la pintura que está por secar, intenso como es, impregna la habitación y crea una presencia casi corpórea pero extrañamente efímera que se contrapone, y al mismo tiempo, complementa la bidimensional del lienzo sobre la pared. Por lo tanto, el aroma puede añadir una nueva capa de significado y autenticidad a la pintura.

No encontrará el olor de la pintura en el trabajo de Anna Virnich, aunque las características olfativas son bastante prominentes aquí; de la misma manera no encontrará pinceles y pinturas, aun cuando el trabajo de Virnich es claramente pictórico por naturaleza. La mayoría de las piezas en la exhibición Lightning Visible, No Thunder Heard – su segunda exposición en la galería – se refieren al conjunto de técnicas, estilos y apariencias a las que se suele llamar “pintura”. Pero, en lugar de aplicar la pintura al lienzo, Virnich costura e hilvana a mano diferentes telas como poliéster,terciopelo,algodón,sedaeinclusivecueroymallademetal. Algunosdeestos materiales son semi-transparentes o traslúcidos, ofreciendo así una visión apenas disimulada de los minimalistas bastidores de madera que se encuentran detrás, mientras que otras piezas son brillantes o incluso arrugadas provocando así destellos de luz sobre su superficie. Y donde la tela sustituye la pintura y al mismo tiempo, las costuras del lienzo funcionan como equivalentes de líneas y gestos. De este modo, Virnich literalmente “sutura” los elementos individuales en un conjunto disperso, pero cuidadosamente compuesto para significar una pintura sin serlo de facto.

Por lo tanto, nada aquí es “auténtico”, sino que se zurce para formar un cuerpo fantasma que recuerda a otra cosa. Y es aquí donde la dimensión olfativa vuelve a entrar. Comienza con los títulos: a pesar de que las obras en la exposición técnicamente no tienen, vienen acompañadas de vibrantes subtítulos que ofrecen descripciones de momentos, lugares, cuerpos y aromas. Bellamente poéticas, aunque bastante descriptivas, esas líneas frecuentemente se leen como descripciones de perfumes; crean todo un nuevo conjunto de referencias llenas de sentimientos y memorias, densas atmósferas que evocan “imágenes” por derecho propio: “Some Smoked Cigarrets”, “Neroli”, “Creamy White Flower (Your Skin)”, “Summer / Twilight / Berlin Balcony” o, ésta otra “White Moss, Hanoki Wood, Dog Rose, Tarr, Face Cream”.

En Lightning Visible, No Thunder Heard, Virnich agrega otro elemento: una jardinera de madera lacada que brilla con tonos aperlados como las telas de sus pinturas. Plantada en esa cama, una plétora de florecillas blancas y lilas expide un fuerte olor. Y, similar a los evocativos títulos de las piezas, esta esencia añade una especie de cualidad pictórica a la sala; “pintando” inevitablemente sobre ellas y otorgando así una capa extra, un cuerpo adicional a la exposición.

Pero a pesar de esa presencia, este cuerpo permanece extrañamente efímero. No estamos hablando precisamente de la base material, del cuerpo material al que frecuentemente se refiere la pintura moderna, para contrarrestar dialécticamente la inmaterialidad del espacio pictórico (lienzos, bastidores, color). Más bien, las cosas van en otra dirección aquí, se adhiere otra capa invisible. La esencia se extiende en el juego de pintar a una dimensión mayormente inmaterial y etérea. Añade miembros fantasmas al cuerpo pictórico fugitivo; abstrae otra vez aquello que ya era abstracto, tanto más intenso cuanto más fugaz se vuelve; atmósfera pura, lo concreto del tal y tal de algo, su olor, no cualquier olor; una presencia corpórea que no necesita materializarse como objeto. Esencia, es decir, es pintura que desaparece en el aire puro.