Febrero fue un mes negro para la Federación Colombiana de Fútbol (FCF). Ni siquiera la contratación de Carlos Queiroz como nuevo técnico de la Selección Colombia pudo distraer a la opinión pública. Todo empezó el 6 de febrero, cuando la Liga Contra el Silencio —una «alianza de periodistas y medios de comunicación que combate la censura en Colombia»— reveló que el anterior técnico de la Selección Colombia Femenina, Felipe Taborda, cobraba dinero a las jugadoras para llamarlas a convocatorias paralelas, con las que jugaba partidos no oficiales en diferentes ciudades del país. La Federación guardó silencio.

En el artículo de la Liga Contra el Silencio, muchas jugadoras temieron represalias, por lo que no fueron publicados sus nombres. El 18 de febrero, dos jugadoras de la Selección hablaron del caso. Isabella Echeverri y Melissa Ortiz publicaron un video en las redes sociales en el que animaban a sus compañeras y otras jugadoras a denunciar las condiciones en las que participaban, que contaran cómo las futbolistas debían ser quienes pagaran sus traslados o que no les daban uniformes —en algunas ocasiones se los cobraron—. La Federación seguía callada.

El 21 de febrero la Liga Contra el Silencio publicó otro artículo sobre el fútbol femenino. El técnico de la Selección Sub-17, Didier Luna, y el preparador físico, Sigifredo Alonso, eran acusados de acosar sexualmente a las jugadoras y a la fisioterapeuta del equipo, Carolina Rozo. Para estos casos ya había dos denuncias ante la Fiscalía General de la Nación, una para cada uno, interpuestas por Rozo y John Cano, padre de una de las jugadoras. Fue hasta este punto que Álvaro González, presidente de la División Aficionada del Fútbol Colombiano —entidad encargada de las categorías juveniles femeninas— y vicepresidente de la FCF, declaró ante los medios. Aseguró que no tenía conocimiento de la situaciones que denunciaban las jugadoras o de los casos de acoso.

Sin embargo, ese mismo día se supo de la existencia de carta entregada al propio González en la que varias jugadoras de la Selección le manifestaban los problemas que tenían. La carta fue entregada en los Juegos Olímpicos de Río 2016, en los que participaron las futbolistas, y tenía la firma de todas. Dado que los dirigentes nunca respondieron, las jugadoras organizaron una queja formal gracias a la asesoría de la Asociación de Futbolistas y una de ellas, Daniela Montoya, intentó llevar el caso a los medios, lo que le costó no volver a ser convocada.

Este mismo castigo fue impuesto a las jugadoras mayores de 25 años luego de que más voces confirmaran las denuncias hechas a comienzos de mes y los casos de abuso. Álvaro González declaró ante los medios que solo se enfocarían en las categorías juveniles. Lo hizo sin ningún tipo de reparo, como cuando defendió a Hernán Darío Gómez por golpear a una mujer el 7 de agosto de 2011, cuando era timonel de la Selección Colombia Masculina de mayores. Con la misma tranquilidad dijo que las palabras de Gabriel Camargo, presidente del Deportes Tolima —equipo de la primera división colombiana— estaba en la mente de muchos aunque no se atrevieran a decirlo: «En la Liga femenina toman más y está lleno de lesbianismo», dijo Camargo. Con la misma calma aseguró que Colombia no estaba en condiciones de tener una liga profesional femenina.

En 2018 el Atlético Huila se convirtió en campeón de la Copa Libertadores Femenina, el torneo de clubes más importante del continente, dándole el primer triunfo internacional a un club femenino colombiano. En ese momento sí se llenó de orgullo todo aquel que tenía que ver con la Liga Profesional Femenina, que llevaba dos ediciones. También hubo alegría entre los dirigentes cuando las seleccionadas lograron el título del Sudamericano Sub-17 en Chile 2008 o el subcampeonato en la Copa América 2014. Las molestias de los directivos solo aparecieron cuando las mujeres no soportaron más los atropellos y los abusos.

El 27 de febrero, la FCF por fin emitió un comunicado: niegan la carta de 2016, piden que la Fiscalía resuelva pronto los casos de abuso —aunque cuando la gente de la Federación supo de esto el año pasado la FCF separó al preparador físico del grupo y nunca se puso en contacto con los padres de la demandante— y recuerdan la importancia que tiene el desarrollo del fútbol femenino en Colombia. Por algo quieren hacer la Copa Mundial de la FIFA Femenina en 2023.