Bruce Conner (1933, McPherson, Kansas-2008, San Francisco) es uno de los artistas norteamericanos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Esta exposición, la primera que presenta su trabajo en nuestro país, reúne más de 250 obras que abarcan los cincuenta años de su trayectoria.

La obra de Conner surge en la escena artística de California y aborda diversas cuestiones que preocupaban a la sociedad norteamericana de posguerra: desde la incipiente cultura del consumo al terror ante el apocalipsis nuclear. En su trabajo cultiva la alternancia de medios, convertida en la seña de identidad del arte del siglo XXI, adoptando diferentes técnicas y, a menudo, creando piezas híbridas que se encuentran a medio camino entre la pintura y la escultura, el cine y la performance, el dibujo y el grabado.

En la etapa inicial de su carrera, destaca como uno de los primeros artistas en realizar instalaciones con materiales encontrados. Sus objetos escultóricos en relieve y exentos, como Child (1959) y Looking Glass (1964), lograron un amplio reconocimiento en su momento, tanto por su maestría en la composición como por su carácter decididamente lúgubre. Asimismo, es uno de los pioneros de la vanguardia cinematográfica; redefinió la noción de cine incorporando metraje de la más diversa procedencia ―desde las cuentas atrás que precedían a las películas en los primeros años del medio, hasta avances de estrenos, cortometrajes didácticos y noticiarios― al que añade secuencias rodadas por él en 16 milímetros. Desarrolló también un método de edición rápida que caracteriza su trabajo junto con sus bandas sonoras de música pop, como en sus piezas Cosmic Ray (1961) o Breakaway (1966), consideradas los primeros antecedentes del videoclip musical.

Al igual que sus instalaciones, las películas de Conner versan sobre aspectos inquietantes que aún hoy resultan actuales. Con frecuencia adopta una perspectiva política incisiva y se aproxima a problemáticas como la violencia en la cultura norteamericana, la cosificación del cuerpo femenino y el holocausto nuclear.

En virtud de sus innovaciones estructurales y de su atrevida temática, películas como A MOVIE (1958), REPORT (1963-1967) y Crossroads (1976) se han convertido en hitos del cine experimental americano.