Hace apenas diez días que los pequeños de las casas han empezado las vacaciones veraniegas y se avecina uno de los rompecabezas importantes en las familias trabajadoras: ¿qué hacemos con los niños estos tres meses de vacaciones?

Si durante el curso escolar ya a veces es complicada la compaginación laboral y familiar, con las vacaciones aún lo es más. Aquí es cuando todos juntos tienen que consensuar las distintas posibilidades que se pueden encontrar tanto al lado de casa como en el extranjero.

Los abuelos, normalmente, son la primera opción en muchas cabezas de padres y madres. Sin embargo, no siempre es la adecuada. La edad, el estado de salud de ellos, y si el niño es muy movido o no, etc. son factores que influyen en esta decisión. Es verdad que es la más económica, pero la carga de trabajo y el estrés que puede provocar en los abuelos -no porque no les guste estar con los nietos, sino por el cambio de rutina, el sobreesfuerzo físico y psicológico que requiere pasar día tras día y hora tras hora vigilando a los pequeños- puede ser contraproducente. Además, y otro factor muy importante, no siempre se puede contar con la presencia de esta figura, ya sea porque no está en el mismo sitio que los padres –de viaje, en el pueblo, etc.- o ya no estén vivos.

Otra de las opciones, y aquí ya empieza a entrar en juego la economía de cada familia, son los campus. Como si se tratara de un colegio, mantienen a los chicos ocupados con una serie de actividades de 9 a 17 horas. Un respiro para los padres que sólo tendrán que organizarse como en el curso escolar.

Estos campus pueden ser generales, normalmente organizados en las propias escuelas o guarderías, o temáticos, de un deporte concreto, y que suelen impartirse en instalaciones adecuadas a la actividad -hípicas, mar, campos deportivos, pabellones, etc-.

Dentro de este ámbito también se pueden encontrar los campamentos y las colonias. Hay de muchos precios y duraciones para que los niños pasen unos días fuera de casa. Esta opción suele ser escogida para los chicos un poquito más grandes, ya que, en muchas ocasiones, suelen ser los padres, y no los niños, los reticentes a que los pequeños duerman fuera de casa varios días. Para los padres, quedarse solos en casa suele ser un respiro muy grande y les permite recuperar su tiempo de novios y hacer cosas en pareja que normalmente, con todos en casa, es más complicado hacer, como salir a cenar, ordenar armarios, quedarse en cama hasta tarde, etc.

Estudiar idiomas suele ser otra de las opciones. Sin ser la más barata, los padres ven la oportunidad de que sus hijos progresen en los idiomas estudiando pero de forma divertida. En una academia al lado de casa o viajando al país son las dos fórmulas que existen. Evidentemente, el precio no es el mismo ni la experiencia que cogen los niños. La verdad es que un verano en un país extranjero hace que avances dos cursos de golpe, sin contar la soltura con la lengua, ni los amigos que hacen. Una experiencia única que los pequeños de la casa siempre guardan en la memoria y con mucho cariño.

Es cierto que estudiar en el extranjero no es apto para todas las edades. El niño ya debe valerse por sí mismo y saberse espabilar solo. Normalmente suele ser a partir de los 17 y hasta los 22 la edad ideal para que vivan esta experiencia. Otro de los grandes problemas de esta actividad es el elevado precio que puede no estar al alcance de todas las familias. En este caso, se puede hacer un trato con el chico/a de que ayude con lo que pueda ganar con algún trabajo de verano o a lo largo del año (canguro, clases particulares, etc.) y como recompensa a las notas del curso. Un trato que normalmente suele ser aceptado por el hijo/a y que además hace que se le crea un sentido de la responsabilidad – administración del dinero, de planificar-se, etc.-.

Tres meses que suelen ser largos para los padres y cortos para los niños a pesar de las diferentes opciones que hay para compaginar la parte laboral con familiar. Lo más habitual, sin embargo, es que se mezclen más de una opción además de las posibles vacaciones familiares.