El amor propio está de moda. Instagram está repleto de frases inspiradoras sobre quererse uno mismo, TikTok rebosa de gurús de la autoestima y, para colmo, hasta en los anuncios de YouTube, alguien siempre suelta un "tienes que amarte primero" como si eso solucionara cualquier crisis existencial, con la esperanza que sigas viendo su publicidad por más de los 5 segundos obligatorios.
Pero la verdadera pregunta es: ¿sabemos lo que significa realmente el amor propio, o es otra de esas frases que repetimos sin entender?
Porque, seamos honestos, decir "me amo tal como soy" suena bonito, pero no basta con gritarlo al espejo cada mañana con una sonrisa forzada mientras el café quema la lengua. Amar lo bueno es fácil, pero cuando se trata de esos pequeños defectos que nos hacen especiales o insoportables, según la perspectiva del observador, el cuento cambia.
Así que, en lugar de quedarnos en la superficialidad de los discursos de superación personal, vamos a desmontar esta idea del amor propio y ver qué implica realmente.
Porque aceptarse no es solo abrazar lo bueno, sino también mirar esos defectos con objetividad y decidir qué hacer con ellos.
Amor propio: entre la autoayuda barata y la realidad
Vivimos en una era donde el amor propio se confunde con subir selfis con filtros y escribir captions motivacionales, mientras por dentro seguimos sintiéndonos como una bolsa de papas olvidada en un rincón del supermercado. Nos han vendido la idea de que amarse a uno mismo es un estado permanente de felicidad y autoestima indestructible, cuando en realidad es un proceso lleno de altibajos, crisis existenciales y días en los que solo queremos ver series y comer helado directo del envase.
Decir "me amo" es fácil. Lo difícil es reconocerse con todos los matices, abrazar las contradicciones y, lo más importante, saber diferenciar entre lo que es un rasgo inofensivo de la personalidad y lo que realmente necesitamos mejorar. Porque, sí, aceptarnos es vital, pero también lo es entender que algunas cosas pueden y deben cambiar.
Autoconocimiento: El paso que nadie quiere tomar
El problema con el "quiérete tal como eres" es que a menudo lo usamos como excusa para no hacer un verdadero ejercicio de introspección. Porque mirarse al espejo con honestidad puede ser aterrador. No solo implica reconocer nuestras virtudes, sino también esas actitudes que nos complican la vida.
Autoconocimiento significa preguntarnos:
¿Realmente me gusta esto de mí, o simplemente me he acostumbrado a ello?
¿Mis "defectos" son parte de mi esencia o son obstáculos que me impiden avanzar?
¿Mis acciones reflejan el respeto que digo tener por mi persona?
Es un trabajo duro, porque requiere humildad para admitir que no siempre somos la versión heroica que nos gusta imaginar. A veces somos los villanos de nuestra propia historia y eso, aunque duela, es el primer paso para el cambio real.
Abrazar lo bueno y lo no tan bueno
Aceptar nuestras virtudes es fácil. "Soy inteligente, tengo carisma, tengo buen sentido del humor". Genial. Pero ahora hablemos de lo difícil: aceptar esos defectos que no nos parecen tan inofensivos.
Quizás te gusta el desorden, procrastinas demasiado o tienes la paciencia de una patata cocida. Quizás eres de los que envía "ja, ja, ja ok" cuando están molestos en lugar de comunicar sus emociones como un adulto funcional. O tal vez te has dado cuenta de que tienes una ligera tendencia a rodearte de personas que no te aportan nada bueno.
El truco está en separar lo que podemos aceptar de lo que necesitamos cambiar. Porque una cosa es amarnos y otra muy distinta es resignarnos a conductas que nos perjudican.
Cómo conocerte mejor sin morir en el intento
Ahora que hemos aceptado que el amor propio sin autoconocimiento es solo un eslogan bonito, veamos cómo podemos empezar este proceso sin caer en crisis existenciales demasiado seguido:
Haz una lista de tus defectos y virtudes. Pero hazlo de verdad, sin filtro. No vale "soy demasiado perfeccionista" como si fuera una entrevista de trabajo. Escribe lo bueno y lo malo con total honestidad.
Pregúntale a tus amigos más cercanos. Claro, asegúrate de tener la estabilidad emocional para manejar sus respuestas sin llorar en un rincón. Pero a veces, la gente que nos quiere, ve cosas que nosotros pasamos por alto.
Analiza tus reacciones. Cuando algo te molesta, pregúntate por qué. Muchas veces, nuestras irritaciones revelan inseguridades o heridas sin sanar.
Escucha tu diálogo interno. Si cada vez que te miras al espejo piensas "qué desastre", quizás sea momento de trabajar en la forma en que te hablas.
No tengas miedo de buscar ayuda. Si hay patrones que afectan tu bienestar, una terapia puede hacer la diferencia. No es signo de debilidad, sino de inteligencia emocional.
Amor propio: un acto de honestidad, no de ilusión
Al final, el verdadero amor propio no es una frase bonita en redes sociales ni un estado permanente de iluminación espiritual. Es un trabajo constante, un acto de honestidad brutal y un compromiso con uno mismo.
Amarse no es solo aceptar lo bueno, sino también ser lo suficientemente valientes para reconocer lo que podemos mejorar. Porque querernos de verdad significa darnos la oportunidad de crecer y evolucionar. Y eso, es mucho más valioso que cualquier post de Instagram con un atardecer de fondo.
Así que, la próxima vez que alguien te diga "quiérete como eres", respira hondo, agradécele su consejo, y luego pregúntate: ¿realmente me conozco lo suficiente para decir que me amo? Porque ese es el verdadero reto.
Y si la respuesta es "todavía no", pues te doy la bienvenida al club. Estamos todos aprendiendo a vivir con nosotros mismos sin perder la cordura en el intento.