Nuestras demandas han cambiado. En la imagen número 5 podemos observar cómo el reclamo hoy de un lugar para habitar se “reduce” a su posibilidad de estar conectado a la red. No hace falta más. Esa es la verdadera calidad del espacio de la vivienda hoy. Su capacidad de estar conectado. Si anteriormente, las cualidades dimensionales, visuales, lumínicas, de posición en la trama urbana, e incluso económicas, claro está, de un espacio, una habitación, para una persona que busca un piso en alquiler, eran fundamentales, hoy, estas cuestiones han sido relegadas a un segundo término. El objeto maquínico clásico ha sido suplantado por el concepto de entorno. El cambio está aquí y ha venido para quedarse. Los espacios habitacionales han asumido la necesidad de estar interconectados a la red global para pertenecer a este mundo, para formar parte de la ciudad, del lugar, de la nueva realidad que modifica tanto las esferas más íntimas como las sociales, de relación. Internet, las redes sociales, son hoy las plazas del pueblo. En mi casa.

Hoy en día un grupo de personas que habitan una vivienda no necesitan de un salón tradicional para informarse, cada una de esas personas ve la televisión en su ordenador portátil en su habitación. Unos simples cascos o auriculares conectados al portátil definen un espacio mínimo dimensionalmente, pero virtualmente casi infinito. Ahora ya no hay conflictos frente al mando a distancia, ni necesidad de un espacio físico común de relación audiovisual. Sí virtual, en cambio. Del paradigma de la TV se ha dado paso al del PC. En breve es posible que los sistemas los llevemos con nosotros, implementados, y que un nuevo tipo de relación humana se desarrolle a partir de él, más social, más interactivo, en el fondo, más humana. Y del paradigma del PC estamos a punto de pasar al paradigma “wearable”, de la computación ubicua, la Inteligencia Ambiental.

Gracias a la dotación de una red Wifi, el espacio es grande porque es a su vez todo el mundo, el espacio tiene ventanas porque tiene una pantalla y tiene puerta porque tiene acceso a la red, como J. Echeverría explica. Telépolis y el Tercer Entorno (E3) superponen una dimensión adicional. Es también amable y cómodo porque Google, Wikipedia o la “cuñada digital” de N. Negroponte están ahí, esperándonos día y noche. La luz natural es la de la nueva naturaleza del E3, es la pantalla que ilumina mi entorno más cercano y único necesario para ver lo que necesito.

En el cartel de la imagen número 5 no hay referencias físicas acerca de tamaño, orientación, zona urbana, espacio interior y exterior o su relación. Solo anuncia de que tiene Wifi: Es decir, lo tiene todo. El resto es superfluo. ¿Será este el nuevo modelo de espacio, de lugar, de habitar, el de la Wifi?. Aunque sabemos que ya hoy la red se presenta ubicuamente en cualquier lugar, ya no es necesario proponerlo como un ideal, sino que este ejemplo es un paso asumido en el escalón de desarrollo de esta idea, de esta nueva realidad. Una nueva “Realidad Sensible”, en palabras de Valéry, capaz de ofrecer comodidad, información, cobijo, relación y placer desde dentro de nuestros espacios. Todos disfrutamos de la Wifi, esta se ha quedado, y ese cartel, atractivo hace unos años y hoy cada vez menos necesario, sigue siendo como imagen válido, es un referente, un paradigma, presente aún hoy. Gracias a ella somos, nos relacionamos y existimos en nuestras múltiples formas, entornos y apariencias en una red de información que es el auténtico espacio habitado hoy.