Esta exposición, en palabras de Martín Soto Climent, “está compuesta por obras que son el resultado de un diálogo entre Caramel Huysmans y yo. Caramel apareció en mi vida atraída por la fascinación que despertó en ella una de mis piezas... Iniciamos un cortejo a distancia, y ahora, la invité a ser la creadora de este proyecto…mi muestra es un gesto afectivo que narra la historia de este amor ideal”.

La obra en cuestión que fascinó a Huysmans es un objeto manipulado por Martín Soto: “un monedeo de piel roja, abierto de manera obscena sugiriendo una vulva”. Como en otras piezas del artista, la apariencia de un objeto cotidiano es reconfigurada; en este caso, al voltearlo y jugar con los pliegues de su forro interior. El resultado de tal maniobra es una nueva manifestación de la cosa, que comunica y emociona de manera particular y totalmente radical al monedero en su estado convencional. La fuerza de los pliegues erotiza lo cotidiano. No obstante, tal reconfiguración representa tan sólo un instante. El objeto puede ser manipulado y regresar a su estado natural, recuperando su función como monedero. Esta es una característica constante del trabajo de Soto Climent: el potencial efímero que guardan las manipulaciones que ejecuta sobre el mundo de las cosas. Un factor que permite apreciar su renuencia a entender y producir arte como un objeto terminado, como producto.

El conjunto de piezas que se despenden y reflexionan sobre este monedero tergiversado oscilan entre lo bidimensional y lo tridimensional. Sus superficies están cubiertas con piel de animal. Algunas cuentan con cierto volumen y, en la mayoría, aparecen pliegues que las revisten con formas sugerentes – como la vagina que se encontraba encerrada en el monedero. Sorprende que Caramel Huysmans comparta apellido con el notable escritor Joris-Karl Huysmans quien dedicó la que, sin duda, es su obra más conocida (A rebours, 1884) a la indagación de los placeres y los tormentos del artificio. Las piezas en esta exposición cuentan con un fuerte carácter táctil, debido a sus volúmenes y superficies de piel, que incluso invade el terreno del olfato. Con su materialidad y sus pliegues –que parecieran dar forma a órganos sexuales, pezones, ombligos y marcas en la piel – los trabajos se presentan como fragmentos de cuerpos que, desnudos, se enfrentan al espectador. La maestría en el artificio de estas piezas puede, a la vez, suscitar una profunda atracción como producir un distanciamiento; una relación contradictoria estudiada por Huysmans en su novela de 1884. Las obras en la muestra, de esta manera, traslucen un particular erotismo entre dos individuos que se podría relacionar con la fotografía de Hans Bellmer Store in a Cool Place (1958) en la que el artista ató el cuerpo de Unica Zürn, su pareja, hasta volverlo una especie de masa sin forma definida y con múltiples pliegues.