El crimen y la delincuencia son temas de conversación transversales a todos los sectores sociales. El morbo y la fascinación que suscitan algunos sucesos o fenómenos delictivos hacen que se vuelva inevitable comentarlos con familiares o amigos en cualquier foro social, ya sea en el trabajo, en la universidad, en el mercado o en la barra de un bar.

Y, al igual que sucede con la economía, la política, la religión e incluso el fútbol, en algunas ocasiones se emplean términos de manera errónea. Y el término psicópata es uno de ellos.

La psicopatía y la figura del psicópata se han convertido en una suerte de cajón de sastre o significante vacío que se emplea para etiquetar a cualquier persona que lleva a cabo actos criminales de especial atrocidad, o que rezuma maldad, o que simplemente nos cae mal.

Este artículo pretende desgranar los principales aspectos de la psicopatía y del psicópata con el objetivo de lograr un uso más certero de ambos términos.

La psicopatía es un trastorno de la personalidad. El psicópata no tiene una afectación grave en sus funciones mentales y perceptivas, sino que presenta una alteración grave de la conducta social. El psicópata es conocedor de la realidad que le rodea y es plenamente consciente de los actos que perpetra. Aquellos criminales que cometen crímenes bajo los efectos de algún tipo de alucinación visual o auditiva y que muestran una desconexión evidente de la realidad sufren trastornos psicóticos como la esquizofrenia, no psicopatía.

La psicopatía afecta principalmente a cuatro facetas: interpersonal, afectiva, conductual y antisocial. La faceta interpersonal hace referencia al cómo un individuo se relaciona con los demás. El psicópata se caracteriza por basar su relación con otras personas en la manipulación, la mentira y el engaño. El psicópata tiene una personalidad tremendamente narcisista y suele estar dotado de un encanto superficial que hace que caiga en gracia. Siempre orientarán sus relaciones interpersonales hacia la extracción de un beneficio en base a dicha manipulación.

La faceta afectiva hace referencia a qué emociones muestra el psicópata y cómo las muestra. A nivel afectivo, lo que más caracteriza al psicópata es una absoluta falta de empatía. El psicópata puede ser consciente de que está haciendo algo mal, pero es incapaz de ponerse en la piel de aquel a quien perjudica. Algo que, irremediablemente, conlleva que un psicópata jamás sienta culpa ni remordimientos por sus actos. Además, a nivel emocional, el psicópata tiende a manifestar muy poco sus emociones y siempre de manera muy superficial.

La faceta conductual hace referencia al estilo de vida del psicópata. Lo que más caracteriza el estilo de vida de una persona con psicopatía es el parasitismo. El psicópata tiende a evadir responsabilidades, no suele desarrollar largas trayectorias profesionales y tiende a un estilo de vida desordenado y poco consistente en el que busca mantenerse a flote a costa de los demás.

La faceta antisocial es la faceta de la conducta social que determina si el psicópata se convertirá o no en un criminal. La tendencia a la manipulación, la impulsividad y la falta de autocontrol hacen que las personas que tengan psicopatía tengan más predisposición a llevar a cabo conductas desviadas y comportamientos antisociales que en ocasiones supongan delitos y quebrantamientos de la ley.

Esto responde la pregunta del título de este artículo. No. No todos los psicópatas son criminales. De igual modo que no todos los criminales padecen psicopatía. Lo que determina si un psicópata puede ser o no un criminal es la forma en la que ha desarrollado su faceta antisocial.

Porque la psicopatía no es una cuestión de blanco o negro en la que se es o no se es. Es un espectro donde hay psicópatas y psicópatas, donde no se es, se es un poco, o se es mucho. Un ejemplo de ello es la herramienta que se emplea para el diagnóstico de la psicopatía, el test PCL-R de Hare, un test que evalúa y puntúa las cuatro facetas que un psicópata tiene afectadas.

En el PCL-R Hare se puntúan 20 ítems (manipulación, falta de empatía, falta de metas a largo plazo, presencia de delincuencia juvenil, versatilidad criminal, etc.) que pueden sumar 0 puntos (no aplica), 1 punto (aplica en determinadas circunstancias) o 2 puntos (siempre aplica).

La puntuación máxima es de 40, a partir de 30 puntos o más se considera que la persona padece psicopatía, y a partir de 25 puntos se considera que la persona tiene conducta antisocial. Se estima que el 1% de la población tiene psicopatía. Un porcentaje que sube hasta el 4% en determinados sectores laborales.

Siguiendo con esa idea de que la psicopatía es un espectro en el que la faceta antisocial va a marcar la diferencia, creo que es fundamental terminar este artículo mencionando los diferentes tipos de psicópatas en función de su nivel de integración en la sociedad.

En primer lugar, encontramos los psicópatas no integrados y los psicópatas integrados. La diferencia entre estos grupos es que los primeros nunca llegan a integrarse y a desarrollar una vida relativamente normativa y que encaja con los estándares sociales. Por lo general, psicópata no integrado suele ser sinónimo de criminal. Son personas que se pasan la vida entrando y saliendo de prisión y en las que la delincuencia representa un pilar clave.

Los psicópatas integrados, evidentemente, son aquellos que han conseguido llevar a cabo una vida con cierto nivel de integración social y comunitaria. Dentro de este grupo encontramos dos tipos de psicópata. El integrado criminal y el integrado no criminal. Los psicópatas integrados criminales son aquellos que aparentemente llevan una vida normal y normativa, pero llegado cierto punto de sus vidas tienen un despertar criminal y combinan una vida normal con una carrera criminal. Los asesinos en serie son el ejemplo más ilustrativo de este tipo de psicópata.

Los psicópatas integrados no criminales son aquellos que no han desarrollado su faceta antisocial al punto de poder mantenerse dentro de los límites legales establecidos. No obstante, el psicópata integrado no criminal puede aprovechar sus “cualidades” (falta de empatía, encanto superficial, habilidad para manipular, etc.) para medrar laboralmente y terminar consolidado en una posición social y profesional relevante (banquero, abogado, inversor, político…).

¿Qué marca la diferencia? ¿Qué hace que un individuo termine delinquiendo y otro no? ¿Qué hace que un psicópata desarrolle más su faceta antisocial que otro? Los factores ambientales. Es importante recalcar el concepto de predisposición genética. No hay un gen psicópata, solo factores genéticos que en determinados contextos ambientales pueden facilitar el desarrollo de la psicopatía.