Recorrer una instalación de Markus Linnenbrink supone un ejercicio de percepción de los procesos propios de la memoria. Como espectadores, transitar los espacios intervenidos implica ejercitar nuestra atención, nos obliga a una escucha activa que se convierte en una herramienta fundamental para descifrar los estratos de recuerdos que emergen entre nuestro cuerpo y el entorno. A través de esta relación evocadora comenzamos a aprehender la totalidad del espacio en el que nos hallamos, empezamos a descifrar esa experiencia maravillosa que Linnenbrink nos procura.

Por primera vez, Es Baluard Museu y el Casal Solleric se unen en una coproducción que presenta una serie de instalaciones pictóricas site-specific del artista alemán. Estas intervenciones ocuparán espacios no estrictamente expositivos de ambas instituciones, y generarán un diálogo entre la arquitectura, la pintura y la percepción. La obra de Linnenbrink se inspira en la continua exploración del espacio como experiencia, encontrando en la pintura el medio idóneo para trascender los límites físicos de su entorno.

Sus instalaciones logran expandirse más allá de su emplazamiento, habitándolo e incorporando como propio el espacio que nos envuelve. Su trabajo, profundamente vinculado al color, obliga al espectador a reconocer de forma intuitiva el gesto propio del artista: un dripping, una acumulación de pigmentos que generan superficies dinámicas donde una cromática vibrante y salvaje fluye, se sedimenta y se filtra entre los resquicios del lugar, un rastro donde el recuerdo emerge de la intersección entre materia y ausencia.

En su práctica, Linnenbrink concibe el vacío no como una carencia, sino como una presencia fundamental. Sus instalaciones invitan a habitar el aire que respiramos, a percibir la esencia de lo aparentemente insignificante, allí donde a menudo suele residir la verdad más profunda. El título del proyecto, Whatwethinkasinsignificantprovidesthepurestairwebreathe [What we think as insignificant provides the purest air we breathe], tomado de la canción The secret life of plants de Stevie Wonder, refuerza esta idea.

A través de sus propuestas, Linnenbrink invita a los visitantes de Es Baluard Museu y el Casal Solleric a revisar la manera en que nos situamos frente/en/dentro de una obra, un recorrido sensorial que pone de relieve su afecto por el devenir y por la transitoriedad.

En sus piezas, el color, la dimensión y la inmersión son vehículos para la memoria, la percepción y la emoción, que nos invitan a reconsiderar la esencia de aquello que nos rodea, transformando el acto de mirar y recordándonos que, en apenas un goteo de pintura o en la imperceptible transparencia del aire, la experiencia consciente es la que otorga significado y entidad.