La biodiversidad del planeta no está distribuida de forma uniforme. Existen regiones específicas donde la concentración de especies endémicas es extraordinariamente alta y, al mismo tiempo, están gravemente amenazadas por la actividad humana. Estas zonas son conocidas como hotspots de biodiversidad, verdaderos refugios de vida que requieren atención urgente para su conservación.

¿Qué son los hotspots de biodiversidad?

El término “hotspot” fue introducido por el ecólogo británico Norman Myers en 1988, quien buscaba identificar regiones prioritarias para la conservación de la biodiversidad.

Para que un área sea clasificada como hotspot debe cumplir con dos criterios: poseer al menos 1500 especies de plantas vasculares endémicas y haber perdido más del 70 por ciento de su vegetación original (Myers, 1988). Actualmente, Conservation International reconoce 36 hotspots en el mundo que, en conjunto, representan apenas el 2.4 por ciento de la superficie terrestre, pero albergan más del 50 por ciento de las especies vegetales endémicas conocidas (Conservation International, 2025).

Estos puntos críticos se localizan principalmente en regiones tropicales y mediterráneas, como Madagascar, los Andes tropicales, el sudeste asiático y el Caribe. La riqueza biológica de estas zonas es producto de una combinación de factores históricos, climáticos y geográficos que han favorecido la evolución de especies únicas en el planeta.

Importancia y amenazas de los hotspots

Los hotspots no solo son depósitos irremplazables de biodiversidad, sino que también proveen servicios ecosistémicos esenciales para el bienestar humano. Entre estos se destacan la regulación del ciclo hidrológico, la polinización de cultivos, la protección contra eventos climáticos extremos y el almacenamiento de carbono. Muchas comunidades rurales dependen directamente de estos servicios para su subsistencia y seguridad alimentaria.

Sin embargo, los hotspots enfrentan múltiples amenazas, siendo la deforestación, la expansión agrícola, la minería, la urbanización descontrolada y el cambio climático las más preocupantes. La presión sobre los ecosistemas aumenta con la demanda de recursos naturales, y muchas veces, estas actividades ocurren en ausencia de regulaciones ambientales efectivas.

Un ejemplo ilustrativo es el impacto ambiental del auge de la industria del mezcal en México. La creciente demanda de esta bebida ha generado la expansión de monocultivos de agave, lo que afecta negativamente los ecosistemas locales, particularmente los hábitats de murciélagos polinizadores esenciales para la reproducción del agave silvestre (El País, 2025). Esta pérdida de diversidad funcional compromete la resiliencia ecológica y pone en riesgo la sostenibilidad de las propias actividades humanas que dependen de ella.

El Caribe como hotspot de biodiversidad

Entre los 36 hotspots identificados globalmente, el Caribe ocupa un lugar destacado. Esta región insular, a pesar de su limitada extensión territorial, concentra una gran cantidad de especies únicas, muchas de las cuales están en peligro crítico de extinción. La isla La Española, compartida por Haití y República Dominicana, es uno de los centros de endemismo más relevantes del Caribe.

En este territorio habitan especies icónicas como la iguana rinoceronte (Cyclura cornuta) y la iguana de Ricord (Cyclura ricordii), ambas amenazadas por la destrucción de su hábitat, el tráfico ilegal y la introducción de especies exóticas invasoras. Además, la fragmentación del paisaje y la presión turística sin planificación adecuada agravan la situación. La pérdida de estos reptiles no solo representa una tragedia ecológica, sino también cultural y educativa, pues son parte del patrimonio natural del país.

Estrategias de conservación

Ante este panorama crítico, es imperativo adoptar estrategias integradas y sostenibles para la protección de los hotspots. Estas estrategias deben incluir:

  • La creación y fortalecimiento de áreas protegidas, garantizando la conectividad ecológica entre ellas.

  • La restauración de hábitats degradados, utilizando especies nativas para recuperar la funcionalidad ecológica de los ecosistemas.

  • El fomento de prácticas agrícolas sostenibles que reduzcan el uso de agroquímicos y eviten la expansión sobre zonas sensibles.

  • La educación ambiental, que promueva la conciencia colectiva sobre la importancia de la biodiversidad y el rol de la ciudadanía en su conservación.

Un ejemplo destacable es el proyecto LIFE Global, desarrollado en Galicia, España, que trabaja en la eliminación de especies invasoras en las Islas Cíes. Esta iniciativa integra a científicos, autoridades locales y voluntarios en un esfuerzo conjunto por restaurar zonas de alto valor ecológico y cultural (Cadena SER, 2025). Este tipo de enfoque colaborativo resulta clave para replicar en otros contextos, como el Caribe.

Conclusión

Los hotspots de biodiversidad representan verdaderos tesoros naturales, donde la vida ha evolucionado de formas extraordinarias. Sin embargo, su fragilidad demanda acciones urgentes. La pérdida de biodiversidad no es solo una cuestión ambiental, sino también social y económica. Al destruir estos ecosistemas, perdemos recursos genéticos, conocimientos tradicionales, oportunidades científicas y servicios vitales que sostienen la vida en la Tierra.

Proteger estos lugares es una responsabilidad compartida. Gobiernos, organizaciones, comunidades y ciudadanos debemos unir esfuerzos para revertir las tendencias actuales de degradación. Solo así podremos garantizar que estos “puntos calientes” sigan ardiendo no por el fuego de la destrucción, sino por la llama viva de la diversidad que aún nos queda por conocer, valorar y conservar.

Referencias

Cadena SER. (2025, 26 de mayo). La Xunta trabaja en la eliminación de las especies invasoras en las Illas Cíes.
Conservation International. (2025). Biodiversity Hotspots.
El País. (2025, 27 de mayo). El auge del mezcal está destruyendo los ecosistemas de los murciélagos en México. Myers, N. (1988). "Threatened biotas: 'hotspots' in tropical forests". The Environmentalist, 8(3), 187–208.