La obra de la artista surcoreana Heemin Chung emerge como una reflexión poética y material sobre la transformación de nuestra percepción. Nacida en Seúl, donde continúa viviendo y trabajando, Chung investiga con agudeza el impacto de la tecnología en nuestra existencia, traduciendo la naturaleza efímera y aparentemente inmaterial de las imágenes digitales a la tangibleidad de la pintura y la escultura. Su arte no es una mera representación, sino una metamorfosis que cuestiona lo que damos por sentado y extrae nuevos significados de lo familiar.

Con una formación sólida en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Artes de Corea (MFA, 2015), Chung ha desarrollado una práctica distintiva que dialoga con la tradición pictórica desde una perspectiva contemporánea.

Como ella misma afirma, la pintura, con su rica historia, se convierte en un medio privilegiado para detectar los sutiles pero profundos cambios en nuestra manera de ver y percibir el mundo. Esta convicción la impulsa a experimentar con técnicas que desdibujan las fronteras entre lo digital y lo analógico, reinventando géneros clásicos como el paisaje y la naturaleza muerta a través de una lente tecnológica.

El proceso creativo de Chung es una alquimia moderna. Utiliza software de modelado digital para generar impresiones 3D de imágenes extraídas de internet o de su propio entorno urbano en Seúl. Estas imágenes digitales se transforman en láminas delicadas, casi membranas, hechas de un gel transparente.

La artista describe este proceso como un intento de transferir la inyección de tinta al cuerpo acrílico, permitiendo que los detalles se desvanezcan debido a las irregularidades de la superficie. Estas láminas, cargadas de una presencia espectral, son luego cubiertas, plegadas y dispuestas sobre lienzos o estructuras de acero, evocando las formas digitales originales pero imbuidas de una nueva materialidad y una palpable sensación de pérdida.

La fascinación de Chung por las técnicas de impresión se extiende más allá del lienzo, manifestándose también en sus esculturas. Un ejemplo elocuente es su serie "Pequeñas cosas que claman por amor" (2022), donde materiales industriales como el acero inoxidable se combinan con la fragilidad de las impresiones, sugiriendo una tensión entre lo efímero y lo perdurable, lo digital y lo físico.

La trayectoria expositiva de Heemin Chung ha sido notable desde su graduación. Sus exposiciones individuales en espacios de renombre en Seúl, como el DOOSAN Art Center (2023), Sindoh Art Space (2022), Museumhead (2021) y el Kumho Museum of Art (2018), han consolidado su posición en la escena artística coreana. Su participación en numerosas exposiciones colectivas, tanto en Corea como internacionalmente (incluyendo el Centro Cultural Coreano en Hong Kong, 2018), ha ampliado el alcance de su obra y ha generado un diálogo con diversas audiencias.

Un hito importante en su carrera fue la obtención del Premio de Artes DOOSAN en 2022, un reconocimiento a su innovación y su profunda exploración de las condiciones existenciales contemporáneas. Su participación en residencias artísticas de prestigio, como la SeMA Nanji de Seúl (2022) y la MMCA Goyang (2020), también ha enriquecido su práctica y le ha brindado nuevas perspectivas creativas.

En 2024, Chung debutó con la influyente galería Thaddaeus Ropac en Londres con la exposición "Umbra". Esta muestra, reseñada por medios como The Week y Artnet, presentó sus pinturas sensoriales y dimensionales, así como esculturas y video.

"Umbra", que significa sombra, alude a la oscuridad que aún persiste en un mundo cada vez más iluminado por pantallas. En esta exposición, Chung exploró la idea de una "eternidad" electrónica a través de la reinterpretación del ritual funerario coreano tradicional, el "Chobun", y la obra teatral asociada, "Dasiraegi". Su video reestructuró este ritual ancestral, superponiendo líneas temporales de su infancia y la vida de su abuelo, reflexionando sobre la coexistencia de la vida y la muerte en un mundo digitalizado.

Las pinturas recientes de Chung, a menudo inspiradas en objetos encontrados durante sus paseos matutinos por Seúl –detritos urbanos, elementos naturales como conchas y flores–, capturan la sensación de pérdida material que ocurre cuando las formas tridimensionales se aplanan en datos bidimensionales.

A través de capas translúcidas de gel y pintura, evoca la fugacidad de la luz, la niebla y las sutiles gradaciones de color del amanecer, sugiriendo un renacimiento y una decadencia inherentes al paisaje urbano contemporáneo.

Heemin Chung no solo traduce imágenes digitales a formas materiales, sino que también "rematerializa" experiencias perdidas en el torrente incesante de la información digital. Su obra nos invita a detenernos y reflexionar sobre cómo la tecnología está moldeando nuestra percepción y alterando nuestra relación con el espacio, el tiempo y, en última instancia, con nuestra propia existencia. Con una sensibilidad poética y una maestría técnica, Chung nos ofrece una visión inquietante pero profundamente hermosa de un mundo en constante transformación.

En conclusión, la obra de Heemin Chung se erige como un puente fascinante entre el reino digital y el mundo tangible. Su singular proceso creativo, que implica la traducción de imágenes virtuales a la materialidad de la pintura y la escultura, no solo desafía las convenciones artísticas tradicionales, sino que también nos invita a reflexionar profundamente sobre la metamorfosis de nuestra percepción en la era tecnológica.

A través de sus delicadas membranas de gel, sus capas pictóricas evocadoras y sus ensamblajes escultóricos híbridos, Chung captura la esencia efímera de la información digital y la dota de una presencia física espectral, imbuyéndola de una melancólica belleza y una palpable sensación de pérdida.

Su exploración de temas como la alteración de nuestra relación con el espacio y el tiempo, la coexistencia de la vida y la muerte en un entorno digitalizado, y la tensión entre lo virtual y lo físico, resuena con las ansiedades y las complejidades de la condición contemporánea. Las exposiciones de Chung, tanto en Corea del Sur como a nivel internacional, y su reconocimiento por instituciones como el DOOSAN Art Center y galerías como Thaddaeus Ropac, subrayan la relevancia y el impacto de su visión artística.

En última instancia, Heemin Chung no solo rematerializa imágenes, sino que también revitaliza la capacidad del arte para generar una contemplación pausada en un mundo saturado de estímulos digitales. Su obra nos recuerda la importancia de la tangibleidad, de la presencia física, y de la conexión sensorial en un tiempo donde la experiencia se filtra cada vez más a través de pantallas.

Su poética traducción de lo intangible a lo tangible nos ofrece una perspectiva valiosa sobre los cambios profundos que la tecnología está imprimiendo en nuestra forma de ser y de percibir el mundo que nos rodea.