En el marco de la 14 edición de Art Nou, Prats Nogueras Blanchard presenta, en su espacio de Barcelona, Mala hierba nunca muere de Blanca Gracia (Madrid, 1989). La artista imagina un herbario fantástico construido a través de acuarelas y esculturas. Inspirándose en los dibujos científicos del siglo XVII, subvierte su rigidez formal para ofrecer una reflexión crítica sobre el lenguaje y su capacidad de nombrar, clasificar y dominar.

Gracia recupera términos históricamente empleados con connotación peyorativa —es especial hacia cuerpos y sujetos disidentes— y los reubica en un entorno simbólico, transformándolos en semillas de resistencia. A través de estas malas hierbas, revaloriza lo marginal y lo impropio, generando un sistema de apoyo orgánico y resiliente.

Sus formas, a veces delicadas y a veces grotescas, no sólo aluden a un universo natural imaginario, sino también a un territorio de lucha donde lo rechazado reaparece, se fortalece y reclama su lugar. Porque por más veces que se arranquen, estas hierbas siempre vuelven a crecer, más altas y más fuertes.

Blanca Gracia desarrolla una práctica artística que transita entre la acuarela, la animación y la instalación, creando mundos oníricos habitados por figuras híbridas, criaturas fantásticas y paisajes de resonancia arcaica. Su obra se alimenta de los cuentos infantiles, los bestiarios medievales, los mitos clásicos y la literatura fantástica, construyendo un imaginario que desborda lo racional para adentrarse en lo mágico y lo simbólico.

Mediante el dibujo y el gesto delicado de la acuarela, Gracia elabora escenas que oscilan entre lo lúdico y lo inquietante, donde lo humano y lo monstruoso conviven en equilibrio inestable. En sus animaciones, dota de movimiento a estos universos con una estética artesanal que potencia el carácter narrativo y emocional de sus obras, evocando la fragilidad de los sueños y el poder transformador de la fábula.

Su interés por los márgenes —sean estos sociales, naturales o culturales— se traduce en la representación de personajes desplazados, nómadas o mágicos, cuya presencia activa nuevas formas de percepción y resistencia. El juego, lo ritual y lo imposible son ejes recurrentes en su trabajo, que funciona como una forma de mitología contemporánea, donde lo imaginario actúa como refugio, crítica y posibilidad.

A través de una mirada poética, Blanca Gracia reencanta el mundo, invitándonos a imaginar otras realidades posibles desde lo simbólico, lo ancestral y lo fantástico.