Claudia Pagès Rabal confronta los procesos, las relaciones y las narrativas fundamentales de las estructuras hegemónicas a través de una amplia práctica artística, con obras que incluyen el video, la escultura, el texto, el performance y la instalación. En esta muestra, las obras componen un mapa fragmentado donde lo geográfico, lo político y lo lingüístico se entrelazan en el paisaje de Montjuïc, la montaña del gerundio como la concibe la artista: un lugar en donde el reloj se queda sin manecillas, haciendo coexistir la vida, la muerte y todas las tensiones impuestas por el sistema entre estos dos estados.
En la sala se despliega Walking the Gerund Mountain (Montjuïc bando port), una video–instalación que documenta las caminatas de la artista por Montjuïc, la montaña que domina el puerto de Barcelona. Parecería una pieza robusta y casi imperturbable, sin embargo la complejidad discursiva de la obra se ve reflejada en su materialidad: una serie de frágiles paneles LED imantados y cuidadosamente sobrepuestos en una estructura de metal que disimulan un tejido desordenado de cables. La imagen fragmentada en cada una de las pantallas muestra a Pagès recorriendo los distintos escenarios de la colina — marcados por desigualdades económicas y paradojas entre lugares solemnes, miradores turísticos y plantas invasoras — revelando cómo este monte conserva múltiples capas y entretejidos ocultos e impenetrables de poder, violencia, resistencia y memoria.
A lo largo de la muestra, el concepto de gerundio reaparece. Esta vez no se trata de la evidencia del bucle temporal en el video, sino de las huellas que deja el trazo de la artista sobre el papel de calco. Pagès Rabal construye un universo donde todo signo y gesto deja rastro, en esta ocasión a través del negativo. El papel carbón requiere de la interacción de la luz en Boundaries mur, canya invasora y en El port fa nino-nino para revelar que en las ausencias del carbón en el papel hay siluetas de palabras en espejo, de murallas, de cañas y de la flora del monte.
Cada huella habla de cómo entendemos y habitamos los espacios, de cómo los nombramos y cómo es que esos nombres nos enuncian de vuelta. El puerto, la montaña, los muros y las plantas invasoras no son meros estudios del paisaje; son cuerpos en tensión, atravesados por violencias y estructuras históricamente contradictorias y resonancias de lo bélico que se aprecian en los espacios intersticiales y a contra luz. Las obras no representan el territorio per se, sino que hablan del gerundio como una acción continua, como si lo territorial y lo identitario estuvieran condenados a una perpetua progresión impersonal que termina por ser la del status quo.
Como respuesta a la paradoja conceptural surge Fugues gerund (Agua salada), una obra también concebida en papel carbón sobre aluminio. En este caso, ante la presencia de la luz LED, la composición se convierte en un manual de escapismo del gerundio como tiempo verbal y como promotor de la hegemonía estructural. Cada fragmento de texto e imagen funciona como una tentativa de salida, explorando alternativas de entendimiento en tiempos no lineales y queer.
Claudia Pagès Rabal se mueve entre la lengua y el lugar, dejando que las palabras erosionen los bordes rígidos del mapa geográfico y simbólico. En lugar de cerrar significados, sus obras los abren, invitando al espectador a leer los espacios como si fueran ecos que van de ida y vuelta entre el pasado y el interminable ahora.
(Texto por Valeria Flores López-Araiza)