Últimamente Madrid está impracticable. Mires a donde mires hay un nuevo local, una “experiencia sin igual”, una estrella Michelin y, por qué no decirlo: lujo, mucho lujo. Hay eventos a tutiplén y es casi imposible encontrar mesa en el último restaurante de moda. Que si despedidas de soltero, cumpleaños, comidas de negocios. Tienes que ingeniártelas para tener contactos, conocer bien los sitios, los chefs y todo para conseguir esa exclusividad que tanto se busca. Hasta ahora.

Cuando conocí a Guillermo Pérez, mente creativa (y corazón) de Umanji, me fascinó cómo hablaba de su marca. Pasión, motivación y “saber hacer” se unían bajo conceptos que parecían darle al público justamente lo que buscaba. “Hace cinco minutos eras una persona normal y corriente. Y ahora estamos aquí arriba y te sientes el rey del mundo”, me dice señalándome el skyline de Madrid, desde una de las terrazas más chic del centro. “La exclusividad va más allá”. No es solo comer bien o tener buenas vistas. Es eso y todo lo que te puedas imaginar. Lo entendí enseguida. Umanji era una de esas experiencias gastronómicas al alcance de aquellos que querían tocar la cima.

El artífice detrás de esta empresa que organiza eventos de lujo (Guille), me llevó a lo alto de la Plaza de Santa Ana por una “puerta secreta” que requería código de entrada. Todo muy clandestino, casi “prohibido”, que daba esa excitante sensación que te hacía sentir especial. Sí, sin duda, lo entiendo. Pero ¿cómo llegaba Guille a meterse de lleno en este nicho?

Empecé con 6 o 7 años a conectar con la gastronomía a través de mi padre. Y en 2016 decido empezar mis estudios en el Basque Culinary Center, estudiando Vanguardia y Artes culinarias. (Guille se ríe) La gente se piensa que allí lo único que hacemos es freír un huevo. Pero realmente se trata más de analizar lo que haces y no tanto ejecutar (aunque también)

(Guillermo Pérez)

Y se nota que este joven tan motivado sabe de lo que habla, porque fue allá por 2017 que creó su cuenta profesional de Instagram (@gastronomy.planet) y donde se dedica a hacer críticas gastronómicas. “Siempre me han gustado mucho las redes sociales, de hecho la mayor parte de mi trabajo es comunicar”. Lo tiene claro y siempre lo ha tenido “o estás en redes o no existes”. Además, algo que le hace ilusión contar es que aunque realmente el proyecto de Umanji empezó hace solo un año (es “carne fresca”, como aquel que dice), Guille llevaba ya más de 8 probando restaurantes con el objetivo de ir haciéndose un hueco en la industria. Algo que hizo él solo desde el principio y que sigue haciendo, aunque cuando habla de Umanji, lo hace en plural. "Es que tengo mucho sentido corporativo. Y los contactos y toda la cartera de clientes es a base de estar, hacer y buscar. Ese es nuestro (su) valor añadido.

Y no es el único. Si Guille te recomienda un restaurante, sabe que la experiencia será positiva y no solo por su criterio sino porque ha estado en el backstage gastronómico. “Yo he estado detrás de la barra. No es solo la parte teórica de la universidad, sino que lo real y verdadero es que al haber trabajado en hostelería la forma de ver el evento cambia por completo. La relación es distinta y mucho más directa. Yo he aprendido a quién hay que pedirle las cosas y a quién no. La jerga, los gestos”. No cabe duda de que es un trabajo que requiere arte, desparpajo y mucha vocación. Me cuenta (aunque a la vista está) que el mundo hostelero no es nada fácil, sino todo lo contrario. No es estar ocho horas “calentando la silla”. Aquí tienes que moverte, tienes que estar fresco, ágil, conocer bien el mundillo. Y eso es lo que realmente le apasiona de su trabajo.

Y aunque no le encante el clásico nine to five de oficina, sí hay algo que comparte con los trabajadores perfeccionistas de las grandes empresas: la organización. “Lo que más odio es no tener algo organizado. Si yo no tuviera esta obsesión por la organización y el detalle, no podría hacer lo que hago. Al final, el cliente nos paga para que no haya errores. Pero no se trata de que no los haya sino de que sean imperceptibles”. Lo dice por experiencia, porque haberlos, los ha habido. Asiente con una sonrisa pero enseguida retoma la seriedad: “tienes que tener la elegancia y sobre todo el talento para que no se note. Y si hay problemas, solucionarlos”.

Me cuenta, sincerándose, que hay una cosa que siempre hace antes de un evento. “Me planteo cómo se va a desarrollar en mi cabeza esa reunión, entrevista o experiencia. Pienso en lo que puede salir mal. Anticipo para estar preparado”. Y es que cuando hay tantas cosas que se escapan a nuestro control, no hay nada como tener un plan B. “y C y D y F”, dice riéndose. Ya sabe lo que son los imprevistos y tener todo planeado de antemano es la mejor opción para que el evento sea todo un éxito. Y esto le sirve incluso antes siquiera de empezar la experiencia. “Para mí, el mayor logro es cuando le mando al cliente varias opciones y no sabe cuál elegir porque todas le gustan. Ahí es cuando dices ‘hemos hecho un buen trabajo’. Y aún mejor si el cliente te pide que elijas tú”. Esa es la forma de saber que todo va viento en popa.

Es muy raro que me digan dónde se quiere celebrar el evento. Por eso, Umanji es un rastreador de oportunidades. Sabemos qué tipo de celebración será y a partir de ahí, llamamos a los departamentos, pensamos en la ubicación perfecta, elaboramos un menú adecuado y a medida del comensal. Todo se mira, se estudia y se ejecuta. Está todo preparado para el cliente. Desde la comida, el vino y la sala, hasta el concepto o hilo conductor de la experiencia.

Y, como me cuenta, una experiencia no es solo el salir a comer o cenar en un buen restaurante. Puede ir hasta donde quieras. “Tenemos muchos servicios que podemos ofrecer, como la recogida desde el hotel o domicilio, rutas en museos, shopping, rutas históricas. Pero todo esto desde una perspectiva lujosa y exclusiva. De hecho, muchas veces ni el propio cliente sabe lo que quiere y eso también es parte de nuestro trabajo. Como no lo tienes claro, yo te lo facilito todo”.

Me cuenta esto y yo sigo pensando en cómo se las ingenia para estar a todo y en todo. “Estoy presente durante la experiencia siempre que el cliente quiera”. Y aunque no se quede en el evento, realmente lo tiene todo pensado para siempre estar, no tanto en el plano físico sino en la ideación y preparación. “No te voy a dejar a las bravas nunca. Yo quedo antes con las personas que estarán en el evento, ruta o reunión y les diré qué es lo que quiero, cómo lo quiero, quién es el cliente, les pondré en contexto de todos los detalles”. ¡Y es que Umanji (Guille) es así! “Estoy al 100% porque esto es lujo”.

Y, aún así, mientras sigo descifrando cuál es la verdadera clave de esta empresa pequeña que empezó hace un año, Guille me la da sin darse cuenta. “Este trabajo va más en la actitud que en los conocimientos”. Lo más importante y lo que más se valora es la honestidad y la confianza. Mucho más que el resultado”. Y hablando de resultados, le pregunto por sus mejores eventos. No duda ni un segundo en contestarme: “En los que me he tenido que implicar al 100%, viendo y viviendo todo el proceso”. Y es que para Umanji la experiencia es algo innovador, distinto y muy trabajado.

Me cuenta que de ahí viene realmente el nombre de Umanji. Sí, hace alusión a la película de los años 90 porque quiere representar ese carácter intrépido, de salir de la zona de confort. “Cada cliente es un mundo y nuestro objetivo es, como en la película, que cada vez que salga un personaje del tablero, debemos adaptarnos y resolver los problemas de la manera más eficaz”. Y por supuesto, también asoma por ahí la palabra Umami. Que en japonés significa “el sabor que se recuerda”. Es algo que apetece repetir y por eso Guille quería conjugarlo con su imagen. Porque, para él, que comas bien es algo que se da por hecho, pero además de eso se tienen que dar una serie de inputs que hagan que pienses “esto es maravilloso”. Son pequeños detalles que marcan la diferencia.

Y cómo no marcarla si, al parecer, Umanji no solo organiza eventos de lujo sino que además tiene servicios como el de Concierge Privado y Personal Shopper gastronómico. ¡Vamos, que es un no parar! Y todo esto con tan solo 25 años. "Ciertos clientes pueden pensar que tengo poca experiencia, pero yo suelo decir que tengo más arranque. Me voy a tomar más a lo personal tu evento, voy a estar ahí para ti". Es totalmente consciente que los jóvenes lo tenemos difícil para emprender y sobre todo para que muchas veces puedan tomarnos en serio. "Es verdad que por la edad que tengo, debo ir con mucho más cuidado. Y es que el éxito es complicado, por eso si fuera fácil, todo el mundo lo haría". Y ahora no solo habla en plural para referirse a Umanji, sino también al resto de jóvenes.

Tenemos que demostrar que valemos y apoyarnos unos a otros.

Una frase de Guille se me quedó grabada mientras disfrutaba de mi bebida en lo alto de ese rooftop. “El talento si uno lo tiene y lo potencia, se convierte en virtud”. Y en ese lugar, además de música, gastronomía y buena compañía, talento ¡había para rato!