El siglo XX culminó con el mayor nivel de libertad alcanzado por los pueblos del mundo, cuando desaparecieron los sistemas coloniales internacionales, y los pueblos sometidos a esa dominación y opresión adquirieron la libertad, la independencia y autonomías nacionales.

Cuando concluyó la Primera Guerra Mundial, se impulsó la Liga de las Naciones, con el propósito de buscar un organismo internacional que contribuyera a la paz mundial, para que no se volviera repetir una situación conflictiva como la Primera Guerra Mundial, que produjo alrededor de 14 millones de muertos.

32 países fueron los firmantes del Tratado de Versalles, que puso fin al conflicto mundial, consideradas como naciones beligerantes. Luego, 21 países se le incorporaron desde 1920 hasta 1937.

Conflictos bélicos siguieron dándose entre 1919 y 1939, cuando de hecho dejó de existir la Liga de las Naciones frente al avance nazi fascista sobre Europa. La Liga de las Naciones no pudo evitar la Segunda Guerra Mundial.

De las entrañas de la Segunda Guerra mundial, que produjo 52 millones de muertos, surgió la Organización de las Naciones Unidas, ONU, con igual propósito de tratar de asegurar un mundo de paz, fortalecer el arbitraje y la conciliación, para fortalecer, hasta donde se pudiera, la solución pacífica de los conflictos que surgieran. La seguridad colectiva fue la clave para tratar de mantener la paz.

La ONU no fue, en sentido estricto, la continuidad de la Liga de las Naciones. Fue un nuevo intento y una nueva organización. 52 países fundadores le dieron origen, al terminar la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

El resto del mundo no existía literalmente. Existía por las potencias coloniales que lo controlaban. África, por ejemplo, era controlada por el colonialismo español, italiano, francés, inglés, alemán, portugués y belga. Siete países controlaban todo el continente africano. Así, igual, con Asia y otras regiones del mundo. Francia e Inglaterra fueron los países dominantes, de tipo colonial, que controlaron el Asia, al igual que Oceanía fue repartida principalmente entre ellos.

La ONU, en su estructura inicial, creó una Comisión de Colonias donde se analizaba la situación de los países sometidos al colonialismo que luchaban por su liberación nacional e independencia.

La Segunda Guerra Mundial cambió el escenario político europeo y asiático. El surgimiento de un conjunto de países socialistas en Europa fue la sacudida fundamental, con la independencia de la India y el triunfo de la revolución socialista en China, que fueron determinantes en el cambio de las relaciones políticas internacionales. La lucha popular y anticolonial en las penínsulas de Indochina y de Corea fueron igualmente sobresalientes en esos años.

El militarismo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, del Tratado de Varsovia, en Europa, y de las otras organizaciones similares que se dieron en el Asia, fueron el rasgo militar de esta época. Ello condujo a la política de la Coexistencia Pacífica entre sistemas políticos antagónicos, acompañada esta política de la libre autodeterminación de los pueblos.

El nuevo panorama que hizo surgir la Guerra Fría, período histórico que se ubicó entre 1945 y 1991 —cuando se derrumbaron la Unión Soviética y los países socialistas de Europa como modelos socialistas de desarrollo—, hizo surgir más de 140 países, como unidades independientes, fruto de las luchas de liberación nacional anticolonial, que hoy constituyen parte de las 194 naciones, países y Estados que forman parte de las Naciones Unidas.

La lucha anticolonial entre 1945 y 1990 se estima que produjo alrededor de 26 millones de muertos, casi el doble de la Primera Guerra Mundial, y la mitad de la Segunda Guerra Mundial. Por los conflictos militares y los muertos de estas luchas vivimos, en ese período, prácticamente, una Tercera Guerra Mundial.

Al caer el llamado «mundo socialista», no ha caído el militarismo ni el armamentismo actual. Se ha intensificado. Los conflictos militares no desaparecieron. Las guerras se siguen estimulando por la industria militar, y el complejo industrial militar que vive de ellas. Artificialmente se crean y estimulan conflictos militares, agudizando distintos tipos de contradicciones políticas, económicas, regionales, geográficas, limítrofes, étnicas, religiosas…

Durante el período de la Guerra Fría surgieron bloques internacionales y regionalizaciones geográficas que empezaron a definir al mundo contemporáneo, reciente. De ellos, surgieron conceptos como Occidente y Oriente, Europa Oriental, Tercer Mundo, Países No Alineados, Norte-Sur, Sur-Sur, Norte-Norte, Grupo Asia Pacífico, la Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático, Oriente Medio, Oriente Próximo y Lejano Oriente.

La región del Mediterráneo y del golfo Pérsico igualmente se regionalizó políticamente, intensificándose en esta zona conflictos políticos y militares, que se arroparon además de valores religiosos. El Mediterráneo es clave porque es el punto de unión de tres continentes, y un gran centro de comunicaciones comerciales. 43 países se unen por el Mediterráneo, 27 de ellos de la Unión Europea y 16 países del litoral mediterráneo y los que se agrupan en la Liga Árabe. Solo el llamado Oriente Medio reúne 19 países, todos de tradición árabe musulmana.

Muchos de los conflictos actuales en esta región se originan por las decisiones de las potencias colonialistas que, desde 1920, definieron la región.

Con organismos internacionales, o sin ellos, los últimos 120 años han conocido un mundo constantemente en guerras y conflictos militares de distintos tipos. Estos conflictos conocen más de 200 formas de expresarse, con el involucramiento amplio de distintos actores en cada uno de ellos.

¿Hasta cuándo seguiremos en este mundo de conflictos bélicos? La industria de la guerra se ha incrementado y desarrollado. Armas con mayor poder destructivo, armas que pueden usarse desde enormes distancias con gran precisión, armas que sustituyen la presencia humana física, como los drones. Armas con potencial nuclear, en múltiples manos, que ponen en peligro la destrucción misma del planeta y del género humano, se siguen produciendo.

Países que se niegan a firmar tratados de control de producción de este tipo de armamento, y países que, recientemente, se salen de los tratados de control colocan al mundo en niveles de mayor peligrosidad destructiva, sin renunciar al uso de este tipo de armamentos.

El conflicto actual entre Israel y Palestina, por la forma que está adquiriendo, y por la dimensionalidad geográfica política de desarrollo que está alcanzando, pone más tensión en esta situación internacional. De hecho, ha disminuido la atención del conflicto Rusia-Ucrania, pero están íntimamente vinculados por la geopolítica de los Estados Unidos en ambas regiones.

En pocos días, durante las últimas semanas, se ha visto una presencia político diplomática norteamericana agresiva tratando de colocar a los Estados Unidos más al frente del escenario mundial, que ha incluido al propio presidente Biden llegando a los mismos escenarios de guerra.

A todo esto, suma la presencia de la República Popular China en el escenario comercial y económico mundial. El principal preocupado es Estados Unidos, desplazado ya en algunos países por la relación comercial de esos países con China, preocupado, además, por el impulso de la llamada Nueva Ruta de la Seda, y su extraordinaria presencia en África y en algunos países de América Latina, y de la capacidad de financiamiento e inversiones de China.

Vivimos un mundo de intensas contradicciones políticas, militares, comerciales. ¿Cuál será el resultado de ellas, sin acudir al expediente de la guerra y de los conflictos militares? ¿Quién será el vencedor de estas situaciones? ¿Los pueblos? Eso lo veremos en el desarrollo de los próximos años.

La negociación y solución política de estos conflictos en la región de Israel y la Franja de Gaza se ha tornado en los últimos días en el principal llamado internacional a realizar que acabe el genocidio que allí se está dando.

En el caso de Israel y Palestina, el cese inmediato del bombardeo indiscriminado que realiza Israel sobre la población que habita la llamada Franja de Gaza, es lo más urgente, desde el punto de vista humanitario. La necesidad de que se resuelva la existencia de un Estado, con su debida región para Palestina, es la otra demanda que se plantea.

El cese al proceso colonizador israelita sobre tierras palestinas debe detenerse y deben cumplirse los pronunciamientos de la ONU en este sentido.

La búsqueda de la paz es una preocupación de todos.