No se puede crear arte contemporáneo pensando en agradar a los demás, el arte se crea sin vergüenza, a no gustar, es libertad, y el gran modelo es nuestro Pablo Picasso que creaba sin complejos, y él era su propio juez y su crítico. Aprender este concepto como base del arte contemporáneo cuesta tiempo. Porque el arte es una tarea individual, un negocio y una forma de relacionarse entre culturas.

Como he comentado en mi artículo anterior «De la creatividad y los procesos artísticos» en la revista Meer de enero actual, pretendo ampliar el apartado sobre arte contemporáneo, ya que uno de sus problemas más comunes de comprensión es la falta de desarrollo y conocimiento del mismo. El concepto de arte contemporáneo o, también llamado posmoderno, es en sí el arte de nuestro tiempo, se acota y se produce desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy. Este pretende responder a la conciencia cultural del momento, a nuestra sociedad, a las necesidades conjuntas, al espíritu de época y con los materiales actuales que se disponen.

El arte contemporáneo es un ejercicio de libertad del artista, librándole de carga academicista y de conciencias trasnochadas, en principio sin pretensiones comerciales, sino como desarrollo personal. Aunque como tal, el concepto de arte contemporáneo es relativo a cada época. Comprende todas las artes como la pintura, escultura, la arquitectura, la poesía, la literatura, la música, el teatro, el videoarte y el cine. Esto significa que el arte que se produce en cualquier periodo histórico siempre será contemporáneo para sus coetáneos. Contemporáneo fue el arte de Velázquez del siglo XVII, o Siglo de Oro literario de Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Calderón en su tiempo.

Todas las artes, en general, han ido cambiando y evolucionando progresivamente hasta llegar hoy en día en lo que llamamos arte contemporáneo que, precisamente no se crea para que «guste» a los espectadores, sino para que provoque en ellos un sentimiento del arquetipo que sea: rechazo, provocación, asombro, incomprensión, burla, denuncia. El artista busca la desconstrucción de las reglas convencionales de la representación, como la pérdida de la perspectiva en el cubismo, o rostros hieráticos como en Picasso, en una voluntad de encontrar un estilo personal y propio. Algunos espectadores que no han comprendido qué es arte contemporáneo, se quedan en las afueras de arte y no participan de él. No es que haya que dejar fuera al espectador, no experto, en la calle de las afueras, sino que debe entrar dentro del experimento expresivo, no hay que comprender nada, sino que está ahí, creado y basta, es contemplativo, no tiene que ser bello ni hermoso, sino que está ahí ocupando un espacio físico o espiritual, nada más.

Precisar los conceptos del arte contemporáneo o posmoderno es complicado hasta para los académicos, expertos y artistas. De significación un tanto ambigua. Por fortuna, entender qué constituye lo «contemporáneo» es lo actual de cada momento histórico. Velázquez en el siglo XVII, pintaba arte contemporáneo del siglo XVII, es decir, de su tiempo.

Lo oculto de las obras de arte contemporáneo está detrás de ellas, en su estilo, con su técnica y la firma de un artista que le avala por estudios, exposiciones y premios. El artista ya no crea para que la obra le guste al espectador. Al artista no le importa que la obra no guste, lo que a él le interesa es cumplir su contrato con el galerista y actúa según la fe en sí mismo. Por lo general, los pintores importantes no acuden a las exposiciones, porque pudiera ser que coincidan varias exposiciones repartidas por el mundo, excepto que se lo exigieran. Un ejemplo, lo tenemos en el español y granadino nacionalizado norteamericano en 1953, José Guerrero, gran máster del expresionismo abstracto norteamericano, que, en un mismo mes, podía tener una docena de exposiciones en: Osaka, Ginebra, Nueva York, Venecia o los Ángeles. Estos antecedentes de exiliados españoles tras la guerra civil, como el segoviano emigrado a los Estados Unidos, Esteban Vicente, dan origen a una vanguardia en España.

Para que los sueños de los grandes pintores se hagan presentes en nosotros, en los emergentes, se necesitan ventanas mediáticas para que nos vean, para salir del anonimato y poder mostrar lo que hacemos.

Exposición y repercusión

Se sabe que, tras la Segunda Guerra Mundial, la CIA en 1945, y con la entrada en la Guerra Fría, empezó a promocionar económicamente el arte norteamericano, sobre todo el expresionismo abstracto norteamericano, como una forma genuina de propaganda indirecta. Esto sí que es promoción oficial.

Hoy en día, no nos debe agobiar no poder exponer en galerías para tener repercusión internacional, por lo tanto, no es necesario ir a exponer a París, Londres, Nueva York, Milán, Madrid o Barcelona para dar a conocer la obra creada, cuando desde un ordenador tenemos acceso al mundo a través a un blog, videos o de las revistas especializadas de arte digital o revistas multidisciplinares, como por ejemplo Meer, o incluso ferias de arte o bienales. También existen otras plataformas como las subastas on line, de compraventa de todo tipo de arte, antiguo, moderno o simplemente antigüedades, porque el mundo es hoy más que nunca antes: un pañuelo, gracias a las redes, móviles, plataformas digitales, porque la globalización ha llegado para quedarse, a través de la informática, por el largo y mágico brazo de Internet, del marketing y de la publicidad.

¿Qué se requiere para sobresalir y llamar la atención del lector o coleccionistas? Se exige, calidad, originalidad y buena presentación, porque el mundo de arte es cada vez más exigente, competitivo y abundante en artistas de todo tipo, lo cual es un indicativo de «salud cultural» y progreso social. No todo en arte consiste en vender como si fuera un objeto comercial al estilo de Picasso o Dalí que vivían de su arte, sino que quizás lo más importante es que la obra perdure en la memoria de la Historia del arte.

Sí es cierto, que el arte necesita de los medios de comunicación: TV, periódicos digitales e impresos, revistas de calidad con tiradas como las revistas de modas o de viajes, para su ramificación y visualización. Detrás de todo ello existen unos grupos de cabildeo o lobbies como la publicidad insertada que pagan a estos medios, y es cierto que la cultura aparece en cuadernillos semanales, apartes, porque no es que no interese, es que el arte «no es necesario para vivir», porque es un artículo de lujo de acceso restringido. Y es que todos tenemos capacidad para acceder a su visualización y contemplación, pero únicamente las clases altas, con respaldo económico, pueden acceder a su adquisición como lo fue antiguamente con los patricios en Roma, la Iglesia en la Edad Media, los burgueses en siglos pasados, y empresarios en la actualidad, unas veces como inversión y otras como colección.

Cada día tiene más cabida la idea de sociabilidad o sociabilización del arte, a través de museos, exposiciones, galerías, ferias y soportes digitales, y es bueno que ello suceda como una forma de normalización expositiva; otro asunto es la repercusión más abundante que debería tener en los medios como forma educativa y didáctica que, incluso comercial. El pintor a través de Internet abre las ventanas de su estudio y da a conocer su obra, no tiene que llevarla necesariamente a exposiciones. Lo que sí es cierto, es que en una exposición debe editarse un catálogo: impreso y digital, que es lo que perdura en el tiempo tras los quince días de una exposición física en un lugar remoto del planeta artístico.

El fetiche del original existe, sin duda alguna, es el premio de poder tener un contacto directo con el creador admirado, como si a través de la obra pudiéramos percibir su respiración, sus olores corporales o la influencia de su espíritu. Por ello, la copia o la falsificación están tan denostadas e incluso despreciadas y despreciables. Otro asunto sería la copia consciente como práctica de formación o docente, siempre necesaria.

Algunos artistas españoles internacionales:

Pablo Picasso

Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), se cumple en el presente año el 50.o aniversario de su muerte a los 92 años en Mougins (Francia); se prevén exposiciones internacionales, conferencias y seminarios. Nacido en Málaga, hijo de un profesor de dibujo y una ama de casa de origen genovés, de ahí su apellido Picasso con dos «ss», como Matisse o Pissarro, que él tomó para firmar. Es uno de los pintores cuyas obras se cotizan hoy al alza en todas las subastas del mundo. Tiene obras en todos los museos importantes desde París, Nueva York, Londres, Catar, Madrid, y museos en Barcelona y Málaga y en otras innumerables ciudades.

Su fama internacional de debe sin duda por haber pintado «El Guernica» actualmente en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, una obra cubista que se expuso por primera vez en la Exposición Internacional de París de 1937, en el Pabellón Español, de la Segunda República, mural que fue un encargo del entonces gobierno español en plena guerra civil, que representa las atrocidades de una guerra fratricida, y es icono a la vez de todas las guerras pasada y actuales.

Incursionó en casi todos los estilos y movimientos pictóricos de su época, además de practicar el dibujo, el aguafuerte, aguatintas, la tinta con caña, la cerámica, la escultura, ilustraciones de libros de artistas como Max Jacob, Paul Éluard, Tristán Zara, Pierre Revady.

Salvador Dalí

Salvador Dalí i Domènech (1904-1989) fue un pintor y escultor español nacido en Figueras. Inclinado en sus inicios por el impresionismo, posteriormente se convirtió en el representante más popular y famoso de los surrealistas con «El gran masturbador» (1929). En 1932 Dalí presentó su obra «La persistencia de la memoria» (el cuadro de los relojes blandos) de 1931, en la primera gran retrospectiva surrealista que se celebra en Nueva York: es el principio de su espectacular éxito. En 1934 estuvo en París con Man Ray. Dalí fue sometido a un «juicio surrealista», del cual resultó su expulsión del movimiento. A esto, Dalí respondió con su célebre réplica: «Yo soy el surrealismo».

A partir de 1936, junto con Gala, abandonó su residencia en Cataluña. Desde 1940 hasta 1948, Dalí vivió en Estados Unidos. Allí realizó sus últimas obras, la mayoría de ellas de aspecto religioso, como «La Crucifixión», «La última cena».

Solía decir: «Nunca estoy solo. Tengo la costumbre de estar siempre con Salvador Dalí. Créame, eso es una fiesta permanente».

Distanciado del surrealismo en la década de 1940, continuó experimentando con diversos estilos y técnicas a lo largo de su carrera. Además, realizó una notable cantidad de esculturas y de joyas, dejó también su obra en el mundo escénico a través de la creación de ballets, escenografías y vestuario para óperas, así como en el mundo del diseño, de la publicidad y del cine. Salvador Dalí falleció de paro cardio-respiratorio en su casa de Figueras escuchando su disco favorito, Tristán e Isolda de Richard Wagner, el 23 de enero de 1989.

Antoni Tàpies

Un caso aislado es Tàpies (1923-2012), nacido en el seno de una familia burguesa y liberal, irrumpe en el panorama artístico español de posguerra con sus primeras obras surrealistas. Uno de los principales exponentes a nivel mundial del informalismo, está considerado como uno de los más destacados artistas españoles del siglo XX, y goza en Barcelona de un Centro de Estudios y una Fundación con su nombre.

De formación autodidacta, Tàpies creó un estilo propio dentro del arte de las vanguardias de la segunda siglo XX, en el que se combinaban la costumbre y la innovación dentro de un estilo abstracto, pero lleno de fuerza y expresividad, de simbolismos como una cruz que aparece en la mayoría de su obra. Sin embargo, destaca el marcado sentido espiritual dado por el artista a sus obras, consiguen que el soporte material trascienda su estado para significar un profundo análisis de la condición humana. Su obra ha tenido una gran valoración a nivel tanto nacional como internacional, estando expuesta en los más prestigiosos museos del mundo. En la sala Tarradellas del Palacio de la Generalitat catalana se cuelga su obra titulada «Las cuatro crónicas».

El Grupo El Paso

En la España de los años 50 y 60 aparece el Grupo El Paso, compuesto por artistas de vanguardia de los años cincuenta en plena posguerra, donde imperaba el nacionalcatolicismo y todo estaba prohibido en la dictadura de Franco. El gobierno de Franco tenía una doble vara de medir, por una parte, quería dar una imagen de modernidad hacia el exterior y, en cambio, otra imagen de conservadurismo católico hacia el interior. Se propusieron dar el paso, es decir, un paso más allá de los convencionalismos, un avance, y acabar con el estancamiento en el que se encontraba el arte español en ese momento. Su intención era renovar el panorama artístico, que la posguerra había paralizado, y las tendencias artísticas de vanguardia, a través del arte abstracto (no figurativo) como la alicantina Juana Francés que tres veces estuvo en la Bienal de Venecia.

Los componentes del Grupo El Paso eran Rafael Canogar, Luís Feito, Juana Francés, Manolo Millares, Antonio Saura, Antonio Suárez, los escultores Pablo Serrano y Martín Chirino, y los críticos Manuel Conde y José Ayllón. Poco después se sumaron los pintores Manuel Rivera y Manuel Viola, quienes firman un manifiesto en 1957 donde dicen: «…que pretende crear un nuevo estado del espíritu dentro del mundo artístico español».

El Equipo Crónica

Posterior a El Paso surge el Equipo Crónica (1964-1981), no como sucesores, sino que conviven evocando la atmósfera visual de una época de denuncia; para ellos pintar era como golpear. El grupo surge como una de las propuestas más coherentes del movimiento figurativo que, a principios de los sesenta, intenta dejar atrás la pintura informalista española.

Equipo Crónica lo forman en los inicios Rafael Solbes (Valencia, 1940-1981), Manuel Valdés (Valencia, 1942) y Juan Antonio Toledo (Valencia, 1940-1995). En 1965, poco después de su primera exposición, Toledo se separa del colectivo, aunque comparte muchos de los postulados. El trabajo de Solbes y Valdés se inscribe en el debate global sobre la figuración que se produce a finales de los años cincuenta, desde el Arte Pop hasta el Realismo crítico.

El mercado del arte español

Venden los pintores famosos españoles: Picasso, Miró, Dalí, Barceló... Es decir, que venden los artistas famosos, los vivos españoles están muy mal situados en el mercado internacional, quizás por falta de marchantes internacionales. Por lo general, las galerías funcionan como granjas de pintores, que promocionan visibilidad al artista emergente en la medida de sus posibilidades y alcance. La política de inversión estatal debe apoyar a los artistas del futuro, a sus galerías y ferias, a través de ayudas de todo tipo, como las becas en la nación y en el extranjero. Se necesitan ventanas internacionales en medios de comunicación.

La especialista en arte Clare McAndrew asegura que los ingresos por impuestos son proporcionalmente similares a los del Reino Unido, pero que el IVA no aporta tanto como el Impuesto de Sociedades. Por eso cree que habría que rebajarlo para hacer crecer las cifras de venta en al extranjero, porque el declive de estas se encuentra «en la reducción de las ventas del nivel más alto» Los artistas españoles necesitan a los ricos extranjeros para vivir del arte.

A ese respecto, Clare McAndrew piensa que el crecimiento del mercado artístico nacional no se producirá si se sigue apoyando únicamente el coleccionismo de artistas populares, con precios exorbitantes, y se desdeña el coleccionismo «de clase media», vinculado a creadores emergentes. Estos últimos acceden al mercado gracias a galerías pequeñas que asumen un riesgo, a veces no recompensado cuando estos pasan a ser representados por galerías mayores, sin apenas coste para el artista.

Conclusión

El arte contemporáneo no se hace para que guste, sino para que impacte y provoque exclusividad entre coleccionistas, galerías o museos, que exigen una gran preparación en bellas artes a los artistas que tratan de hacerse visibles (a través galerías) en ferias como la de ARCO en Madrid, o en las Bienales como la de Venecia, São Paulo, Sídney o Singapur y otras internacionales.

Resumiendo, el arte contemporáneo es un negocio y una inversión para unos cuantos que pueden pagar cifras astronómicas por un Picasso, un Gauguin, un Pollock, un Rothko o un Basquiat… por citar a algunos de los que rompen barreras de precios.

Por el contrario, la cultura y el arte emergente es un negocio que hay que saber promocionar como un tipo de inversión a largo plazo, por ello, el artista para promocionarse empieza haciendo donaciones a diferentes instituciones, a sabiendas de que sus obras pueden ser rechazadas por falta de firma comercial.

Luego está el escaso interés en los periódicos en promocionar a pintores españoles emergentes. Queda mucho por hacer en la industria cultural, respecto al arte contemporáneo en España.