Gonzalo Suárez fue uno de los cineastas que formó parte del movimiento cinematográfico conocido como Escuela de Barcelona en la década de los años 60, que surgió como forma de hacer un cine más revolucionario y alternativo respecto al más comercial y popular de la industria española de la época. Gonzalo Suárez siempre ha sido un director que ha estado en un segundo plano, apartado del cine para las grandes masas, incluso después de su paso por la Escuela de Barcelona. No fue hasta 1988, tras una trayectoria en la que fue alternando la literatura con el cine, cuando llamó la atención tanto del público general como de la Academia con su película Remando al viento, escrita y dirigida por él mismo. Logró seis Premios Goya, Mejor director, Mejor Fotografía, Mejor dirección artística, Mejor dirección de producción, Mejor vestuario y Maquillaje y Peluquería. En el Festival de San Sebastián también logró alzarse con la Concha de Oro al Mejor director.

A pesar de tratarse de una película española, ya que está dirigida por un cineasta español y financiada por una productora española (con la que se empleó mucho presupuesto, unos 300 millones de pesetas), cuenta con un reparto internacional, como la estrella de Hollywood Hugh Grant, Elizabeth Hurley, Lizzy McInnerny y Valentine Pelka. Gonzalo Suárez realizó una versión libre de cómo se llevó a cabo y como fue el proceso creativo de una de las novelas de terror más famosas de la literatura, Frankenstein o el Moderno Prometeo, escrita por Mary W. Shelley, tras la visita que hizo esta junto a su marido Percy Shelley y su hermana a Lord Byron en su casa de retiro en Suiza, acompañado por su amigo y médico Polidori.

Lo que más llama la atención del film es su buen diseño de vestuario y su puesta en escena tan teatral, propios de la época en la que está ambientada, el siglo XIX. Todo ello hace que todas las escenas desprendan glamour, aportando un aire poético a la historia. La excelente fotografía por parte de Carlos Suárez (hermano del director) y las magníficas localizaciones en exteriores hacen que cada fotograma parezca sacado de cuadros de Friedrich o Turner, autores del Romanticismo, movimiento artístico y literario muy importante en la época y en los personajes presentes, como Byron o Shelley.

Como buenos románticos, las desgracias también se cernieron sobre los poetas ingleses. Las tempranas y trágicas muertes los acompañaron a lo largo de sus vidas, creándose una especie de mito en torno a sus figuras. Gonzalo Suárez recoge estos aspectos y lo plasma de una forma macabra y original, para darle así no solo un toque clásico e histórico, sino también terrorífico. Aquí es donde entraría la figura del monstruo de Frankenstein (muy bien interpretado por José Luis Gómez). No es un ser real, al menos en esta película. Se presenta como una metáfora; son los miedos internos de su creadora y escritora, sus ganas de igualar la fama y talento de su marido Percy Shelley y de su amigo Lord Byron. También nace como el deseo de escribir la obra perfecta en que la imaginación fuera capaz de revivir la materia inerte, como bien dice el personaje de Byron en una escena. El destino va atado a Frankenstein, apareciéndose siempre como un presagio de la muerte de los personajes. Es una criatura alejada de la figura clásica de películas como las de Boris Karloff.

Casi toda la película está narrada a modo de flashbacks de Mary Shelley, que rememora todos esos hechos que veremos a lo largo de la historia. Eso lo descubrimos a que el comienzo y el final están unidos, siendo prácticamente la misma secuencia. Es un claro guiño a la novela de Frankenstein, ya que también empieza de igual manera, usando una secuencia similar en la adaptación que hizo Kenneth Branagh en el cine.

El buen conocimiento de dos artes como la literatura y el cine por parte del director hacen que sea una película en la que muchos de los diálogos sean tan poéticos. Pocas veces se ha combinado tan bien poesía y cine. En su estreno pudo ser un producto muy arriesgado, pero el buen trabajo por parte de todo el equipo hizo que a día de hoy sea un título tan destacable dentro de la cinematografía española.