Para la gran mayoría de personas, elegir la ropa todos los días constituye una tarea rutinaria, un simple requisito, al que no se dedica mucho tiempo o energía. Se percibe como una actividad equivalente a lavarse los dientes o bañarse; cuando la verdad es que podría constituir un ejercicio diario muy sencillo, en términos de volverse más flexible, y abrirse así, a todas las posibilidades que se tienen a mano.

Puesto que, la suma de todas las pequeñas actividades que hacemos a lo largo del día —junto con nuestros pensamientos—, constituye nuestra realidad, empezar el día bajo la premisa de que existen múltiples alternativas dentro de las cuales podemos elegir —ya sea en temas tan básicos como escoger la ropa, u otros mucho más trascendentales como la forma en que pasamos nuestro tiempo libre—, puede resultar muy beneficioso si se desea vivir la vida con una mayor sensación de plenitud.

Como afirman Chopra y Snyder (2017) —refiriéndose al movimiento diario y al ejercicio físico—, si solo nos movemos de manera lineal, recta y rígida, corremos el riesgo de volvernos más lineales en nuestro modo de pensar y sentir. De la misma manera, mostrar inflexibilidad al elegir el mismo tipo de ropa todos los días —en los mismos colores, y siempre en las mismas combinaciones—, podría reforzar una personalidad más cerrada.

No debemos olvidar, que nuestra autoimagen rige nuestra vida en gran medida. Ciertamente no somos la definición simple y material que el ego construye alrededor de nuestra apariencia; pero dado el hecho, de que la mayor parte del tiempo creemos que eso somos, realizar ejercicios en donde utilizamos con consciencia el exterior para generar cambios en el interior —por ejemplo, experimentar con la vestimenta para mostrar apertura—, es usarla a nuestro favor.

Y lo bueno es que no es necesario hacer grandes cambios o usar atuendos super extravagantes para percibir los beneficios de este ejercicio que hoy les sugiero. Bastará con, por ejemplo, elegir una prenda en un color diferente al que se seleccionaría en primer lugar, llevar un cinturón de un color distinto al de los zapatos —aunque se haya aprendido que estos siempre debían ser del mismo tono—, o simplemente revalorizar los recursos con los que se cuenta —al darles un uso diferente—, para irse auto concibiendo y perfilando como alguien con apertura a las diversas posibilidades.

Vale decir que este ejercicio no es algo que se pueda hacer solo con la vestimenta. También se puede practicar con la comida —al elegir un nuevo platillo del menú en lugar de la opción de siempre—, o al dejar de lado las playlists favoritas y abrir espacio para escuchar nueva música; pero, al estar nuestra apariencia estrechamente relacionada con la idea que tenemos sobre quienes somos, mostrar apertura en esta área, le envía un mensaje más potente a nuestra mente: deseamos ser personas más flexibles y libres de creencias limitantes.

Tal vez puede parecer simplista, pero realmente creo que atreverse a experimentar con la vestimenta —no con anhelo de aprobación; sino con la intención de mantener la mente abierta y dar espacio para la novedad, la diversión, la creatividad y la inspiración—, podría ser el inicio de un cambio más profundo en la persona.

De una decisión o intención de apertura —sea la que sea—, no solo emanará una sensación diaria de abundancia y posibilidad —muy importante a la hora de desprenderse de limitaciones mentales—, sino también una percepción de libertad y poder personal, que probablemente terminará permeando otras áreas de la vida.

Y aunque es cierto que experimentar con la vestimenta sería solo el primer paso con el que nos decimos: quiero abrirme a las diferentes posibilidades; también es cierto que es un paso relativamente fácil de dar y que, sin embargo, podría encarrilarnos para transitar un camino mucho más fluido, creativo y ameno, que se irá expandiendo a medida que vayamos logrando vivir con más apertura.

Nota

Chopra, D. y Snyder, K. (2017). Belleza radical: los seis pilares para la salud integral. Grijalbo.