El pasado 15 de mayo falleció en Honduras el sociólogo Víctor Meza, fundador, en 1980, junto con su esposa, Leticia Salomón, también socióloga, del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH), con el cual impulsó y dirigió múltiples análisis críticos, investigaciones sociales, económicas y políticas, relacionadas también con la historia del movimiento obrero hondureño, sus luchas y esperanzas, sobre la democracia, la gobernabilidad, los derechos humanos y también aspectos relacionados con la corrupción pública, un mal generalizado a los países centroamericanos.

Parte de los resultados del CEDOH fue la publicación del Boletín Informativo Honduras, con el que llevaba el pulso diario de los principales problemas del país, desarrollando un gran banco de datos, considerado el más importante y grande de Honduras.

Mucho de la labor del CEDOH es procurar la promoción de los valores de la cultura política democrática, trabajo que se materializa en más de 70 libros, más de 200 Boletines Informativos, más de 100 Documentos de análisis, y 17 Cuadernos de Educación Popular, en múltiples cronologías e informes realizados, publicados muchos de ellos en revistas y folletos, que constituyen un gran aporte, especialmente, a la bibliografía hondureña.

También, se distinguió Víctor como articulista de la prensa hondureña, colaborando, en distintos momentos históricos, en los medios de comunicación y diarios El Día, El Tiempo, ahora en versión digital, La Prensa y en Proceso Digital.

Especial atención tuvo sobre el papel del ejército, de las fuerzas armadas hondureñas, no solo por el peso y presencia en la vida cotidiana institucional de Honduras, particularmente por las denuncias que ha sufrido esa institución, relacionadas con abusos a los detenidos, violación de derechos humanos y por su participación en la corrupción pública.

El CEDOH, y Víctor Meza, se enfrentaron valientemente, arriesgando su vida y legalidad, a las estructuras represivas del Estado hondureño en los años 70 y 80 del siglo pasado, quizá la época gloriosa de las violaciones a los derechos humanos por parte del ejército, y sus fuerzas armadas, que hicieron de las torturas, los asesinatos y las desapariciones, de hondureños y extranjeros, su modus vivendi, como fue el caso de la desaparición del joven costarricense Francisco Fairén y su esposa.

Conocí a Víctor en el entorno de la guerra fría, que sufríamos en la región, y en las dificultades que ello provocaba, no solo para las publicaciones, sino para la propia seguridad vital de las personas, especialmente como la de Víctor, que vivía en Honduras, cuando el ejército era una máquina de terror y de desapariciones.

De él, de Víctor, también tuve conocimiento de su estancia en Moscú, cuando Plutarco Hernández Sancho, costarricense, estudiante en la Universidad Patricio Lumumba, a finales de la década del 60 —mientras también yo vivía en Moscú, en otra institución educativa—, junto con él y otros centroamericanos, por sus inquietudes revolucionarias y su compromiso e identificación con la Revolución Cubana y la lucha guerrillera, como una opción para lograr el poder político en países como los nuestros, los llevó a enfrentar autoridades académicas soviéticas, que los hizo abandonar sus estudios en Moscú.

Era la época que al calor de la Revolución Cubana, del impulso que daba la Unión Soviética y su Partido Comunista a la coexistencia pacífica, después de la Conferencia de Partidos Comunistas de 1961, cuando se dividió internacionalmente el movimiento comunista, una parte dirigido por el Partido Comunista de la Unión soviética y otra por el Partido Comunista de China, en América Latina se discutía ardorosamente, por el triunfo de la guerrilla en Cuba, y el surgimiento de otras fuerzas de izquierda y revolucionarias, sobre las vías de la revolución en el continente, discusión que alcanzó a los estudiantes latinoamericanos de la Universidad de los Pueblos «Patricio Lumumba» en Moscú.

Sus tesis y compromisos los enfrentaron a las autoridades académicas y políticas de la Universidad, siendo obligados a dejar sus estudios, que ellos mismos habían decidido abandonar, para viajar a prepararse en la lucha político militar insurgente. En Moscú y la Universidad Patricio Lumumba:

Compartiendo habitación [escribió Víctor, con motivo de la muerte de Plutarco] en la vieja residencia estudiantil de aquella universidad múltiple, que más parecía un planeta en miniatura, con sus miles de estudiantes de todos los países del tercer mundo, sus diversos lenguajes, sus hábitos culturales, sus vicios y virtudes. Ahí construimos un jardín de amistad que se prolongó en el tiempo, tanto así que atravesó, sin fisuras, debates ideológicos enconados, militancia clandestina, viajes tan subrepticios como inesperados, encuentros súbitos, conspiraciones diversas y todo, siempre todo, bajo la sombra de una solidaridad sin límites, una amistad inextinguible, una hermandad comprobada hasta el último minuto.

Allí fortalecieron una vida militante, que ya tenían, de lucha y de compromiso profundo con los cambios que Centroamérica necesitaba. En el caso de Plutarco su compromiso lo llevó en la lucha militar insurgente a ocupar un puesto en la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional, prácticamente hasta los días de su glorioso triunfo en julio de 1979, cuando Plutarco, el «comandante Amílcar», dirigía uno de los frentes y columnas guerrilleras de combate.

En los días del triunfo sandinista, en 1979, Plutarco se enfrentó a tesis de la comandancia sandinista, retirándose de la Dirección Nacional. Al respecto Víctor Meza escribió sobre Plutarco:

Disidente en las filas sandinistas, víctima dolorosa del sectarismo estalinista y objeto inmerecido del rechazo injusto, Plutarco regreso a su natal Costa Rica después que se produjo el triunfo de la revolución sandinista, una gesta a la que él había contribuido sin más pretensiones que la de ser un sencillo y humilde combatiente. En su patria real recibió honores que le fueron negados en la Nicaragua adoptiva. Fue nombrado embajador en la Unión Soviética y, desde ese alto y honorífico cargo, cumplió con delicadeza y profesionalidad de experto una excelente misión diplomática. Abrió puertas y cerró heridas, descubrió nuevos caminos y estableció positivas amistades. Fue un gran embajador.

En la década del 80 me vinculé a Víctor, por nuestras afinidades de investigación, relacionadas con la historia del movimiento obrero, en cada uno de nuestros países centroamericanos, y de sus luchas sociales, en las que también se distinguió otro gran investigador hondureño, en este campo, Mario Pozas.

La obra escrita de Víctor alcanza muchos libros. Algunos de ellos son: Historia del movimiento obrero hondureño, Política y sociedad en Honduras, Honduras: pieza clave de los Estados Unidos, Honduras, prensa, poder y democracia. Honduras-Estados Unidos: subordinación y crisis, Democracia y partidos políticos en Honduras, Honduras: poderes fácticos y sistema político, Honduras, migración, política y seguridad, El enclave bananero en la historia de Honduras, libro hecho con Vilma Lainez, Antología de documentos sobre la situación y evolución del movimiento obrero en Honduras (1970-1979), Cambios en Europa del Este y la Unión Soviética, significado y repercusiones, Corrupción y transparencia en Honduras, Democracia y partidos políticos en Honduras, Militarización de la seguridad pública en Honduras.

Su trabajo Diario de la conflictividad en Honduras, 2009-2015, del golpe de estado a las marchas de las antorchas, fue el resultado de un acucioso trabajo de notas, de varios años, que iba haciendo día a día, de carácter testimonial. Algunos de sus libros tuvieron desde 5 hasta 16 ediciones.

Muchos de los libros y escritos de Víctor Meza no son Historia literal, propiamente dicha, sino que son un rescate, una reconstrucción y, en cierta forma, una crónica de la memoria social y colectiva del pueblo hondureño, aunque memoria e historia sean conceptos dialécticamente vinculados.

En el eje de sus contenidos, en muchas de estas publicaciones, Víctor trataba la cultura política, la construcción democrática, el papel de los medios de comunicación, los problemas de la transición política a la democracia, de la cual él también fue parte como actor en gobiernos recientes, aspectos relacionados con la migración hondureña y las características de los migrantes, sobre la opinión pública, permanentemente trataba el tema de los derechos humanos y también aspectos de la seguridad del Estado, y aspectos relacionados con la reformulación de un Estado de Derecho en Honduras.

En sus estudios y análisis no solo abordaba el problema que le preocupaba, sino que el resultado de estos era llenar un espacio en la investigación y en el conocimiento de la realidad política, social, militar y económica de Honduras, lo que hace que su obra, y la del CEDOH, sea de consulta inevitable para quien quiera saber, o aproximarse al conocimiento, de la realidad histórica política de Honduras.

La obra de Víctor y del CEDOH es una integración del tiempo pasado, no solo como registro de datos, sino también del tiempo presente, como acción y compromiso personal, y de sus preocupaciones por el tiempo futuro de su país, proyección que veía con escenarios no solo utópicos, como una sociedad más libre, más plural, más inclusiva, más democrática, con mayores libertades de opinión, de pensamiento, de información y comunicación social.

En la vida política, de este siglo XXI, Víctor Meza asumió tareas de gobierno. Durante el gobierno de Manuel Zelaya, 2006-2009, quien fuera derrocado el 28 de junio del 2009, Víctor estuvo a cargo de la Cartera de Gobernación. El golpe de Estado le permitió a Víctor valorar mejor los problemas de construcción democrática y de la transición a la democracia, a pesar de que el proceso de la transición se había iniciado desde finales del siglo pasado. Igualmente, le permitió ver mejor el nudo de actores políticos, y de contradicciones sociales, que se confabularon en ese golpe de Estado, y a los empresarios, militares, algunos líderes religiosos, medios de comunicación que se alinearon con este.

Durante la Administración del presidente Porfirio Lobo, 2010-2014, fue miembro de la Comisión de Reforma a la Seguridad Pública (CRSP), cuyo propósito era mejorar el sistema de justicia hondureño y reformar, en ese sentido, la Policía Nacional, donde se propuso como meta «desmilitarizar» la policía.

Participó también como Miembro del Diálogo Guaymuras contra el golpismo. Su inserción política le alcanzó para valorar el triunfo electoral de Xiomara Castro, el pasado 27 de enero del 2022, esposa de Manuel Zelaya, residente del cual Víctor había sido ministro.

La experiencia del golpe y el triunfo de Xiomara Castro lo llevaron a afirmar que poder y gobierno son cosas diferentes, que las urnas o los procesos electorales tan solo dan derecho a ejercer el gobierno, que no dan en sí mismo el poder, el control del poder que no se juega en ningún proceso electoral. Esa discusión del poder se da para Víctor «en otros ámbitos», aspecto que llegó a conocer por su propia experiencia.

Para él «no siempre controlar los hilos del Gobierno equivale a tener acceso a las esferas del poder, o la posibilidad de poner freno a los intereses desbordados de los círculos de poder».

Víctor Meza fue analista, investigador, observador de la realidad histórica política de Honduras, pero también fue protagonista de importantes eventos y situaciones políticas que le tocaron vivir. En su actividad profesional y académica exhibió siempre una alta honestidad intelectual, distinguiéndose como uno de los más lúcidos pensadores actuales de Honduras. No hizo de su talento y conocimiento ningún desplante de arrogancia intelectual. Para él todo lo humano le era propio; así mostraba su humanidad.

Más allá de las fuentes documentales que se podían revisar en bibliotecas, centros de documentación, archivos, periódicos o hemerotecas, Víctor era protagonista de muchos de esos sucesos que él mismo analizó, de allí su autoridad reconocida para estudiar eventos, especialmente recientes de la Historia de Honduras. Un rasgo importante de Víctor era su prodigiosa memoria, que la cultivaba y alimentaba por el estudio, la lectura, la disciplina intelectual de su oficio de escritor.

De pensamiento crítico y de gran calidad humana, así lo recuerdo. Hombre brillante que hizo del trabajo intelectual su oficio. Fue en su formación marxista, un revolucionario y un gran demócrata.

Su legado, más que para una interpretación del mundo hondureño, sirve para pensar en cómo transformarlo. Así entendió y analizó la historia del movimiento obrero hondureño, la política y la sociedad, las elecciones y los partidos políticos, la posición de Honduras en la geopolítica en el contexto del área de intereses e influencia de Estados Unidos en la región, la democracia y su relación con los medios de comunicación, la reforma al sector seguridad, aspecto éste que mucho le preocupó.

Del rescate de su memoria nos queda su visión, válida para Centroamérica, de que «los políticos y los partidos políticos están obligados a ofrecer planes que sean serios, consistentes, que marquen el camino…».

Le preocupaba la «desintegración ética de los estratos sociales» y «la tolerancia social aceptable» a esta desintegración ética.

Para Víctor la concertación política y social debía conducir a buscar soluciones que eviten la conflictividad «que solo podría agravar la situación del país».

Para él también era importante que en reformas políticas siempre se debería consultar a la «academia y que se realizaran consultas ciudadanas amplias», no solo de grupos políticos. Para él las reformas políticas, que se circunscriben solo al ámbito parlamentario terminan siendo reformas políticas cerradas, estrechas, reducidas, mediatizadas, son reformas a medias.

Para Víctor la oposición política no es solo para disentir, sino también para hacer proposiciones políticas, y la necesidad del diálogo político será exitosa cuando incluye a los actores «adecuados, con agenda adecuada y aspectos vinculantes». Para Víctor Meza:

En toda sociedad democrática la oposición juega un rol de ser alternativa, de ser opción, si la oposición no se convierte en opción, deja de ser oposición. Una oposición creativa es la que propone soluciones alternativas. Una oposición no es para oponerse, es para proponer. La oposición democrática no impone ideas, propone soluciones.

Respecto al diálogo político entre sectores políticos y el gobierno, Víctor es más claro:

Si el diálogo es para ganar tiempo no sirve para nada. Si el diálogo no tiene efecto vinculante en sus resoluciones tampoco sirve para mucho. Un diálogo solo es viable cuando tiene a los actores adecuados participando con una agenda mínima consensuada entre esos actores. Actores adecuados, agenda adecuada y aspecto vinculante. Si reúne esos tres requisitos, el diálogo tiene posibilidades de ser un instrumento útil.

En un artículo publicado el 10 de abril del 2019, titulado «La mentira», Víctor señaló que:

Desde la antigüedad, y aun antes, desde siempre, parece que la mentira, en tanto que mecanismo de engaño, defensa o piedad, ha sido compañera inevitable en la evolución del hombre. Cada religión o modelo cultural, de la misma manera que cada interpretación puntual de los hechos históricos tiene una visión propia de la mentira, ora como expresión del pecado, ora como mecanismo lícito de la vida cotidiana…En la historia moderna de Honduras tenemos sobrados ejemplos en los que la mentira jugó un papel importante en la vida nacional y, a veces, hasta llegó a convertirse en categoría usual de la actividad política y el quehacer estatal…

Quiero insistir en el hecho cierto de la implantación de la mentira como una práctica diaria que, de tanto repetirse, ha llegado a adoptar la forma de una categoría vital en el discurso político acostumbrado. La mentira se ha interiorizado en nuestra sociedad y, hasta cierto punto, ha llegado a ser algo así como la muletilla indispensable, el giro necesario, el agregado insustituible que le da fuerza al discurso, legitima las argucias y las disfraza de argumentos. La mentira, compañera de viaje de la corrupción, está siempre dispuesta a servir de soporte, máscara inevitable que envuelve el acto corrupto y lo reconvierte en operación supuestamente lícita y legítima; acción aceptable para fortalecer el funcionamiento de la llamada democracia (otra mentira de repetición constante). Y así, de mentira en mentira, vamos tejiendo la telaraña diaria de los embustes y la falsedad, que silenciosamente nos envuelve a todos y nos encierra en una burbuja de complicidad forzada o voluntaria.

Y sobre la degradación política, Víctor, nos dice:

Me parece que esa es la palabra adecuada para caracterizar el estado actual de la política en nuestro país. Haciendo las excepciones obligadas, lo cierto es que la proliferación de aspirantes a la nominación oficial de sus partidos o agrupaciones de todo tipo para competir por la presidencia de la República revela el deterioro y la pérdida de seriedad y prestigio de la actividad política…

En la medida que la política, una actividad inherente a la vida social y a la condición humana en general, se convierte en quehacer de truhanes y fuente infinita de enriquecimiento ilícito, su condición de ciencia y su naturaleza de arte sufren desgaste y deterioro. Deja de ser quehacer cívico, ejercicio de ciudadanía, soporte del bien común, para reconvertirse en gestión dudosa, labor de pícaros, acción maléfica, perjuicio social… Eso es exactamente lo que está sucediendo en nuestro país. La praxis política se ha desprestigiado tanto que casi se ha convertido en sinónimo de acción delictiva. El que decide participar en política se vuelve sospechoso y no son pocos los que dudan de sus verdaderas intenciones. Ser político equivale a ser blanco de todas las miradas cargadas de desconfianza y recelo. Buena parte de la población medianamente informada ve en los políticos una amenaza cierta contra los intereses de la nación entera. Desconfía de ellos y guarda la prudente distancia, como quien se aleja de un peligro latente.

Todo esto explica ese proceso creciente de degradación pública que afecta a la actividad política en general. La degradación creciente, en algunos casos, se traduce en la desafección y el alejamiento de la política, expresión directa del llamado desencanto democrático. Es el hastío, el cansancio clonado en rechazo e indiferencia, la forma de rebelión que encuentran los ciudadanos indignados y desencantados con los líderes políticos de su país.

La degradación creciente es hermana gemela de la corrupción en ascenso. Entre más cercanos y evidentes son los vínculos entre la corrupción y la política, mayor es la desintegración ética de la sociedad. Y mayor es la tendencia hacia la desafección y el abandono. La crisis de representatividad por la que atraviesan los partidos políticos en nuestro país tiene buena parte de sus raíces en la desafección de la gente y en la desconfianza pública. Al evaporarse la fe en los partidos, se esfuma su capacidad para ser correa de transmisión entre la sociedad y el Estado.

El fallecimiento de Víctor Meza ha enlutado a las ciencias sociales centroamericanas, y el movimiento obrero ha perdido a uno de sus grandes amigos, investigadores e historiador de sus luchas.