Las ciencias que indagan en nuestro pasado tienen un origen común filosófico, las preguntas que de antiguo los humanos nos hemos hecho: ¿Cuál es el origen de las especies? ¿Cuál es el origen de la vida?, ¿Cuándo surgió el ser humano? y si tuvo o no un origen divino. Después, se suceden las interrogantes, aunque algunas nos fascinan, hasta en los discursos científicos encontramos debates acerca de quiénes fueron los creadores, los pioneros en todos los campos que conocemos.

Leyendo hace poco un libro editado por primera vez en los cincuenta del pasado siglo, no dejaba de notar la reiteración de esa pregunta, el autor Noah Kramer, trataba de responder esta pregunta en Nuestra historia empezó en Sumer, abundando en quién fue el primer legislador, el primer escriba, el primero en inventar la escritura, la poesía, la fábula, la filosofía, etc. Aprecio que se le dedica mucho tiempo, porque está en la base de nuestra humana naturaleza el dotar de autor a cada idea, invención, evento o institución conocida, porque nombrar es, en cierto modo, un acto de posesión. Pero más allá de esa idea fija, está la búsqueda, también regida por el azar, de científicos como el reconocido Richard Leakey (1944- 2022) que indagó en la historia del surgimiento de nuestra especie, en quiénes eran los eslabones perdidos en la evolución, precisamente en los orígenes de nuestra especie.

El científico, que nació en una familia de investigadores Louis y Mary Leakey, puesto que ambos padres hicieron descubrimientos que dotaron a la ciencia de la paleoantropología, la cual estudia principalmente el origen de nuestra especie y sus cambios, de modernos métodos para la datación de sus fósiles, y de los ejemplares de homínidos que se encuentran en África. Esos descubrimientos, por cierto, son muy recientes, apenas datan desde la segunda mitad del pasado siglo. En esa familia nació el científico que se convirtió en una leyenda desde muy joven como explorador de la National Geographic Society, al frente de un grupo de «cazadores» de fósiles, descubrió el ejemplar mejor preservado de Homo erectus, conocido como Turkana Boy.

Desde su descubrimiento, junto a una serie de estudios que fueron iniciados por sus padres décadas antes, en el siglo XX, lo llevaron a pensar en la posibilidad de la extinción de las especies que nos son contemporáneas, como los elefantes, autor de La sexta extinción, lo que marcó su carrera posterior como conservacionista. Antes, fue el descubridor del Boy of Turkana o más completo Homo erectus descubierto hasta la actualidad, explica National Geographic a su muerte el dos de enero de 2022, este aventurero cazador de antepasados, guio su vida por la búsqueda de los antepasados del hombre, para responder esa gran pregunta que nos remonta a los orígenes de la especie, es una competencia según las teorías de la paleoantropología desde Darwin y Huxley, por el control del medio natural, donde los más aptos son como los virtuales «ganadores» en una carrera por el control del medio natural.

Aunque no exista un consenso en la comunidad científica sobre la teoría de la evolución, si fue gradual como propuso Darwin o con momentos de rápidas mutaciones, luego de períodos largos. Lo cierto es que las interrogantes ante el pasado están en gran parte cambiando nuestra percepción filosófica y nuestro modo de actuar y pensar en la naturaleza y el hombre; un retorno de la especie hacia su lugar común entre otras, ha conducido a la ciencia hacia un papel dominante en nuestro modo de pensar. Quiénes somos, los dominadores de la tierra que fue creada a nuestro servicio o parte de los que la habitan. Actitud fundamental si pensamos en los desafíos de la crisis medioambiental. También, como científico, el apasionado explorador e investigador dedicó sus últimos años a defender el patrimonio natural común, de nuestra creencia en lo natural como una fuente inagotable de recursos. Un paso hacia el pasado es en cambio un movimiento hacia el futuro.

Si descubrimos el pasado aspiramos a crear un futuro en el que nosotros, que somos el pasado del mundo venidero, tengamos alguna posibilidad de existir en la arqueología de los especialistas del futuro.

Estamos tan acostumbrados a que la historia y el universo gire alrededor de nosotros, que podemos decir que la teoría de Copérnico nunca fue exacta, porque el Sol gira alrededor nuestro, nosotros hemos sido el verdadero centro de nuestro universo.

Buscando el pasado, el paleoantropólogo puede encontrar el futuro, y buscar una explicación como lo hiciera Richard Leakey el problema de la extinción de las especies, que, curiosamente, ofrece una clave para el presente.