No sabéis lo impotente que se siente una mujer cuando va a comprarse ropa. Especialmente cuando hablamos de pantalones, y entre ellos los jeans, denim, tejano. Cómo sea que le llames. Pero estarás de acuerdo conmigo que, no hay cosa más frustrante que entrar en una tienda de ropa y buscar la talla y el modelo que más se ajuste a tu estilo y/o cuerpo.

Para que todos nos podamos hacer una idea, el recorrido nada más entrar en una tienda podría ser algo así:

Laura necesita un par de jeans nuevos para la temporada de otoño/invierno. Así que, en su día libre, decide ir al centro comercial para poder comprar esas prendas de ropa que necesita. Por desgracia no es la única que ha tenido esa idea, pues el centro está lleno y las tiendas, aún más. Decide entrar en esa conocida tienda de fast fashion que tiene el logo retroiluminado y llama la atención, cual faro guiando a los barcos hacia el muelle.

Todo está patas para arriba, ropa tirada por los suelos, montones de cosas por doblar. No hace falta decir que así, es aún más complicado encontrar el pantalón que busca, pero no desiste, y entre las montañas de prendas, encuentra un par de la talla 38, ya que siempre ha usado la misma, y parecen cumplir su función.

Cuando por fin consigue probarse los pantalones, Laura no se lo puede creer, con uno de los modelos apenas puede subirlo por sus caderas, y con el otro necesitaría un par de tallas menos. «Pero, ¿qué es esto?» exclama dentro del probador ya frustrada.

Y así es como sale del cubículo de mal humor, enfadada con su cuerpo y a la vez con ella misma. Pensando que quizá no debería haberse comido ese croissant para merendar, o que debería salir a correr por las tardes para poder entrar en esas diminutas tallas.

Frustrada y con las manos vacías se dirige al coche pensando que ha desaprovechado su día libre y que hubiese preferido no salir de casa.

Estoy segura de que os suena esa historia, porque todas hemos sido Laura alguna vez, o quizá todas las veces. Nos hemos sentido las peores personas del mundo, con una rabia interior difícil de explicar después de una infructífera tarde de compras.

Y es que las tallas no están estandarizadas, y de ahí parten todos los problemas. Es decir, cualquier marca puede establecer las medidas que le parezcan convenientes para una 36 o 38. Muchas se excusan en que dependiendo del target o cliente al que se dirijan, esa 36 o 38 será más grande o más pequeña. Pero yo me pregunto: ¿qué más dará?

No puede ser que de Zara usemos una 40 y de Stradivarius una 36. La dismorfia del cuerpo que se crea es enorme, y sin hablar de cómo puede llegar a afectarles a las chicas más adolescentes, que aún no tienen capacidad de entender que es lo que sucede; ya que actualmente el 94% de las personas afectadas con TCA son mujeres de entre 12 y 36 años. Además, más el 70% de las adolescentes no se perciben a gusto con su cuerpo, alegando que se sentirían mejor con ellas mismas si fueran más delgadas.

Ellas solo quieren seguir las modas, vestir como todas las chicas de su edad, y no pueden comprender que más allá de una 42 sea casi un milagro encontrar una prenda de vestir.

Hacia 2008, en España se hizo un estudio antropomórfico de la población femenina española, que reveló la existencia de tres morfotipos de cuerpo:

  • Diábolo (39% de la población)

  • Campana (25 % de la población)

  • Cilindro (36% de la población)

Siendo el morfotipo cilindro el más común en la pubertad y la juventud.

Este estudio se hizo para poder desarrollar tablas de medidas acorde con cada morfotipo y edad, sistemas de personalización de ropa, etc.

¿Crees que en realidad ha servido de algo? Porque bajo mi punto de vista, sabiendo que el morfotipo más común en España es el diábolo, la mayoría de las prendas y patrones siguen estando concebidos para cuerpos rectos y sin forma. Como cuando te compras un jean y para que pueda subirte por las caderas, la cintura te va dos tallas grandes.

Entonces, podríamos decir que no, no eres tú, y si, es la moda, es la ropa.