Esta mañana, mientras perdía un poco de tiempo en Instagram, me he encontrado con un gráfico que clasificaba a todos los malos de Disney en cuatro categorías: incomprendido, malvado, gracioso y terrorífico.

Gastón aparecía como el más incomprendido de todos, y esto me ha dado que pensar, porque siempre había interpretado al Gastón de la película de 1991 como un matón, arrogante y superficial. Mas esta no es la primera instancia en la que he visto al villano caracterizado como una víctima de la circunstancia. Tomemos como ejemplo su breve aparición en el musical Twisted, una sátira de la compañía de teatro americana StarKid, en la que dice:

Mi único crimen fue el amor. Ella era la única mujer del pueblo que era tan hermosa como yo. Por dentro. Pero entonces ocurrió una desgracia. Fue secuestrada en un castillo lleno de muebles demoníacos. Así que hice lo que cualquiera habría hecho y organicé un equipo de rescate.

Naturalmente la película de Disney tiene un tercer acto en el que Gastón cede a los celos y chantajea a los protagonistas para conseguir lo que quiere, pero eso no quita que, desde un punto de vista objetivo, no tenemos forma de saber si consideraba a Bella hermosa únicamente a modo superficial – como sugiere la película – o si también la veía hermosa «por dentro».

¿Qué sabemos realmente del malo de la Bella y la Bestia?

Sabemos que es un gran cazador en la campiña francesa del siglo 18. Su presentación y predominancia en la taberna – donde tiene un puesto de honor – y el trato que recibe del resto de personajes del pueblo dan a entender que se trata de un personaje de cierta importancia en la sociedad del pueblo.

Las reacciones que recibe de las trillizas rubias – que son utilizadas como proxy para representar al grueso de la juventud femenina del pueblo – indica que Gastón es un «buen partido». No solo a nivel estético, sino gracias a las cualidades que se enumeran durante el número musical Gastón. Se trata de un personaje fuerte, tiene buena puntería, destaca en sus habilidades de lucha y concursos de escupitajos (algo que es digno de admirar, por algún motivo), pero también se destaca que es astuto e ingenioso y que sabe cómo salirse con la suya.

Se trata de un personaje inteligente – si bien con un compás moral un tanto dudoso – con muchísimo don de gentes y una mente racional y egoísta.

Masculinidad tóxica

Este término acuñado en 1980 viene cargado de connotaciones negativas y tiende a inspirar rechazo por parte de buena parte de la población (occidental) nada más oírlo. Para todos aquellos que no estén familiarizados con el tema: se trata de una forma de describir ciertos comportamientos y normas culturales íntimamente relacionadas con nuestra visión de la «masculinidad».

Ciertos estudios han demostrado que estos comportamientos son causa de problemas mentales, física y que están implicados en ciertos casos de problemas de salud pública.

Algunos de estos comportamientos son: represión emocional, normalización de la violencia como forma de relacionarse con otras personas, competitividad, actitudes dominantes, así como homofobia y machismo.

Estos comportamientos y normas culturales suelen comenzar a implementarse desde una edad muy temprana, permeando así la forma de pensar de muchos hombres.

También los medios de comunicación y entretenimiento – libros, películas, etc.- representan una base intrínseca sobre la que se ha establecido la figura del «macho alfa»: dominante, estoico, en completo control de sus emociones, que consigue lo que quiere con solo proponérselo y rechazando la ayuda de nadie.

En definitiva... Gastón.

Víctima de su entorno

Personalmente no me gusta la palabra víctima, porque da a entender una suerte de pasividad y Gastón es un personaje activo, que sabe lo que quiere y trabaja activamente para conseguirlo. Sin embargo, todos estamos sujetos a nuestro entorno, a las circunstancias que nos rodean y que no podemos cambiar: como por ejemplo la forma en la que funciona una sociedad, las creencias de los que nos rodean, el lugar y la época en la que hemos nacido.

Gastón tiene suerte: vive en un entorno que aprecia y valora todas sus cualidades. No solo eso: sino que las envidia y las desea. Su aspecto, su intelecto, su buena puntería son todo dignos de admiración y de deseo para los habitantes del pueblo en el que viven y, por lo tanto, tanto sus virtudes como defectos se convierten en algo inmutable. No hay nadie en el pueblo con la suficiente autoridad para desafiar su punto de vista, para impulsar un cambio a mejor. Gastón no puede evolucionar, porque vive en un mundo en el que él es la representación de la perfección.

Pongamos por el contrario a Adam, la Bestia. El príncipe aparece por primera vez en el prólogo y es descrito como «arrogante, déspota y consentido». Un personaje en «cuyo corazón no había amor» (salvo por sí mismo). Estas características son exactamente las mismas que tiene Gastón. Al final del prólogo el príncipe sufre su primer cambio: el castillo queda aislado del mundo exterior y él se convierte en una bestia (que refleja exteriormente su interior).

Sin embargo, su aislamiento es relativo (está rodeado de sirvientes que, igual que Lefou a Gastón, le atienden y satisfacen sus deseos de compañía y admiración.) Los sirvientes de Adam intentan empujar a su señor hacia el cambio, pero su poder es limitado al estar posicionados por debajo de él. No son iguales en estatus al príncipe, por lo que no pueden empujarle con suficiente fuerza hacia la evolución.

Y ahí es donde entra Bella: una fuerza externa que desafía su forma de ver el mundo, rebelándose en contra de su arrogancia, egocentrismo y avaricia, de la misma manera que hizo con Gastón. Bella es inamovible en esta historia, a nivel de carácter, ella no cambia, pero impulsa el cambio en Adam.

Pequeño paréntesis: no estoy defendiendo de ninguna manera la idea de «el amor lo cura todo». O «solo necesita una mujer para cambiar». En esta historia, el cambio no se origina a causa del amor, sino más bien al revés. Hasta con que no se ha llevado a cabo el cambio, el amor no puede florecer.

La diferencia entre Adam y Gastón es que Adam no tenía un pueblo entero reforzando sus comportamientos negativos, por lo que sus comportamientos negativos pueden ser corregidos con ayuda de un único agente de cambio, en este caso, Bella.

En definitiva

Sí, Gastón es una víctima de su entorno. Estancado en un mundo que lo idolatra, puede rechazar con facilidad las críticas de aquellos como Bella, que desafían su forma de ver el mundo y tratar a los demás.

Y, tal vez, sea una llamada de atención para todos nosotros. Tal vez parte de la moraleja de esta historia sea: escucha no solo a los que vienen con miel en los labios, sino a los que te critican, a aquellos que rechazan tu forma de pensar y de hacer, y descubrirás que puedes ser muchísimo más de lo que eras.