«La ciencia verdadera jamás ejerce su práctica y experiencia a través de conceptos imprecisos y distorsionados, como tampoco galardona mentiras o errores para imponer dogmas autoritarios para beneficiar intereses particulares»

(José Tejada Maury)

En este artículo, que hemos dividido en dos partes para facilitar su lectura, se hace referencia a tumores como síntomas localizados, esto es, como manifestaciones localizadas de un medio interno ácido (cáncer).

En esta primera parte presentamos y planteamos la cuestión, abordando el origen de los tumores y su desarrollo.

Definimos al cáncer como la acidez en el medio interno, también conocido como terreno o como líquidos extracelulares (plasma sanguíneo y líquidos intersticiales).

Un tumor es una inflamación, una protuberancia, o cualquier alteración de los tejidos que produzca un aumento de volumen. Es un agrandamiento anormal de una parte del cuerpo que aparece por tanto hinchada o distendida. En el sentido restringido, un tumor es cualquier bulto que se deba a un aumento en el número de células que lo componen, independientemente de que sean de carácter benigno o maligno.

Para la medicina convencional, cuando un tumor es clasificado como maligno tiene capacidad de invasión o filtración y de metástasis a lugares diferentes del lugar primario, esto es lo que la medicina ortodoxa considera cáncer metastásico. El tumor, junto con el rubor, el dolor y calor forman parte de los síntomas y signos de la inflamación. Según la medicina ortodoxa (alopática) un tumor benigno es una neoplasia benigna que no posee la malignidad de los tumores cancerosos, esto indica que este tipo de tumores no invade tejidos adyacentes y no hace metástasis a tejidos u órganos distantes. Las células de tumores benignos permanecen juntas y a menudo son rodeadas por una membrana de contención o cápsulas. Generalmente pueden extirparse o retirarse y en la mayoría de los casos no reaparecen.

Para no hacer compleja la terminología, de acuerdo al sitio de formación y a sus características cada tumor tiene su respectivo nombre que se usa como prefijo, el tejido que lo origina, acompañado del sufijo -oma. Por ejemplo; lipoma. Sin embargo, en la denominada leucemia, a pesar de no formarse tumores, se clasifica como mieloma, contraria dentro de sus protocolos la medicina convencional al generalizar al cáncer como un tumor maligno de células que se mutan, lo que daría a entender que si no hay tumor maligno la leucemia no se considera tipo alguno de cáncer.

Resulta incoherente no sólo desde el punto de vista analítico e interpretativo, sino desde el punto de vista descriptivo del fenómeno de la oncología (según la medicina ortodoxa) que un tumor forme metástasis cuando alguna célula escapa de su interior y a través del flujo sanguíneo o linfático se instale en otro sitio del organismo para formar más tumores, o su cubierta se rompa y se expanda a otro lugar del organismo humano.

Origen de los tumores y su desarrollo

No se entrará a repetir lo que ha venido manejando la medicina ortodoxa en lo relacionado a la metástasis. Para esos casos existen indicadores en el organismo. La metástasis, así como lo ha enseñado la medicina ortodoxa, no se ajusta a la realidad, dado que este artículo tiene como objetivo explicarles en un lenguaje sencillo, fácil de entender, cómo es todo este proceso.

El lector puede consultar las categorías en que clasifica los tumores cancerosos la medicina ortodoxa en cualquier sitio de la red, ya que existe toda una clasificación detallada. Según lo analizado a través de la experiencia, se concluye que el cáncer es el mismo para todas las personas, los síntomas localizados (tumores) pueden instalarse en cualquier sitio del organismo. No existe diferencia entre un tumor en el pulmón con otro en el estómago, los tumores malignos son síntomas localizados, resultado de acidez en la parte líquida del organismo. Los líquidos extracelulares con potencial de hidrógeno (pH) igual o por debajo de 6,0, originan los tumores malignos. Lo único que diferencia a los pacientes son las vías de afectación mediante la cual se acidifica el medio interno. Estos líquidos corroen el epitelio, que es el recubrimiento de las células, los tejidos blandos, los conectivos y las gliales, las cuales para mantenerse con buena protección necesitan estar rodeadas por líquidos extracelulares con un potencial de hidrógeno (pH) de 7,0 como mínimo.

Para el caso de los tumores malignos, un líquido extracelular con potencial de hidrógeno 6,0 corroe o revienta cualquier tejido, capilar o vaso. Se presenta inflamación.

Las dos causas que originan la inflamación (tumores) son:

  • Reducción de los procesos metabólicos en los tejidos.

  • Falta de nutrición celular.

Hay aumento de temperatura en la zona del tumor, ya que el aumento de temperatura incrementa la inflamación.

Ha sido un error académico e histórico el haber considerado a un tumor maligno como efecto de una mutación celular, pues la mutación celular implica proceso de mitosis y para ello requiere de nutrientes y un adecuado funcionamiento metabólico. Sin embargo; en la práctica y dentro de un modelo descriptivo real (Pet Scan) el tumor maligno se presenta por las dos causas referidas que intrínsecamente no están implicados dentro de una mutación celular.

Vamos a recordar la constitución de la parte líquida del organismo y pongamos como ejemplo a una persona que pesa 70 kilogramos, su contenido en agua será el equivalente al 70% de su peso, o sea, 49 litros distribuidos en sus tres reservas:

  • Líquido intracelular: entre 23 y 28 litros.
  • Liquido intersticial: entre 12 y 16 litros.
  • Plasma: entre 5 y 7 litros.

El plasma y el líquido intersticial en conjunto hacen el volumen del líquido extracelular, es decir entre 17 y 23 litros. En el universo líquido del organismo está el origen de los tumores malignos, mal denominados cáncer.

La sangre está constituida por un 90% de agua, 6% de proteínas, sales minerales 9%, por eso pasa a través de los capilares, permitiendo que la sangre fluya con facilidad. La sangre es un fluido que circula por los capilares, venas y arterias, el 55% está representado en el plasma sanguíneo. El plasma es la fracción líquida de la sangre y acelular, se obtiene al dejar la sangre desprovista de células como glóbulos rojos y blancos, está compuesta por un 90% de agua de mar isotónica, es decir 9 gramos de sales minerales por litro, cuyo potencial de hidrógeno (pH) debe estar comprendido entre 7,35 y 7,45. Además está compuesta por 7% de proteínas,3% por grasas, vitaminas, hormonas, oxígeno, nitrógeno, además de productos de desecho como el ácido úrico. El plasma es una de las reservas líquidas corporales.

Etimológicamente, la metástasis que tanto aterroriza, significa más allá y (stare, statos) que está quieto, que se deposita, que reposa, ubicado en. La metástasis se presenta debido a la acidez tanto del plasma sanguíneo, como de los líquidos intersticiales que rodean la membrana que recubre o que contiene al tumor, se rompe o perfora, esto se presenta en los casos en que los mencionados líquidos bajan su potencial de hidrógeno por debajo de 6,0. Es decir, en pacientes con potencial de hidrógeno (pH) de 5,5; 5,0 y 4,0 son diagnosticados como metastásico de parte de la medicina ortodoxa, esto se confirmó por la observación y mediciones que se hizo en pacientes diagnosticados como tal. Un paciente con potencial de hidrógeno (pH) de 4,0 es considerado en etapa terminal, infortunadamente la medicina tradicional ignora esto y deja a los pacientes en estados irreversibles.

Lugares en donde pueden localizarse los síntomas de la acidez del medio interno:

Por lo general, linfomas: nódulos linfáticos, colon, vejiga. Algunos sarcomas comunes: grasa, huesos y músculos se presentan en cualquier parte del cuerpo, tejidos blandos, conectivos y mucosas, debido a que estos tejidos deben mantener sus líquidos intersticiales, y el plasma (líquidos extracelulares) con alcalinidad, es decir con potencial de hidrógeno (pH) entre 7,35 y 7,45, mínimo en 7,0. Ademas, en todo lugar por donde dichos líquidos circulen dando origen a síntomas diferentes a tumores malignos.

Vocabulario

Cáncer
Se presenta cuando los líquidos extracelulares (plasma sanguíneo y líquidos intersticiales tienen potencial de Hidrógeno (pH) por debajo de 7,0. Muy posiblemente para los casos de leucemia los indicadores no van a estar por debajo de 7,43, sino un poco por encima, lo cual nos dará a presumir que según la definición de cáncer dada en este artículo, habría que considerar a la leucemia como un trastorno metabólico diferente al cáncer.

Glucosa radiactiva
Una forma radiactiva de la glucosa (azúcar) que con frecuencia se usa durante una exploración por tomografía por emisión de positrones (TEP), un tipo de prueba con imágenes. Durante una TEP, se inyecta una cantidad pequeña de glucosa radiactiva en una vena y un escáner toma imágenes de los lugares donde el cuerpo usa la glucosa. Las células cancerosas se ven más brillantes en las imágenes porque son más activas y absorben más glucosa que las células normales. Cuando se usa en una TEP, la glucosa radiactiva ayuda a localizar las células cancerosas en el cuerpo.

La tomografía por emisión de positrones (PET) es una técnica de medicina nuclear que permite obtener imágenes de la distribución in vivo de diferentes moléculas. Es lo que se ha denominado la «imagen molecular», complemento de la información anatómica que proporcionan la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia magnética (RM). Esto se consigue mediante la administración intravenosa de un radiofármaco, que es la unión de un isótopo radioactivo con una molécula determinada, tras lo cual se realiza la adquisición de las imágenes en una cámara PET.

En la práctica clínica diaria, la molécula que se utiliza es la fluorodesoxiglucosa (FDG) que va unida al 18F, isótopo radioactivo emisor de positrones de período de semidesintegración muy corto (110 minutos). La FDG es un análogo de la glucosa y es captada tanto por las células normales como por las cancerígenas, pero no sigue el ciclo bioquímico normal de la glucosa, por lo que queda atrapado en su interior. De forma fisiológica, algunos tejidos como el cerebro, el miocardio o el hígado tienen una alta demanda de glucosa, lo que se va a traducir en una alta retención de FDG. En el caso de las células malignas, su alta tasa metabólica implica igualmente una gran avidez por la FDG, cuyo paso al interior celular está además muy potenciado, lo que permite a priori diferenciar los tejidos malignos de los benignos.

Sistema Tampón o Buffer
Los organismos vivos soportan muy mal las variaciones del pH, aunque tan solo se trate de unas décimas de unidad, y por ello han desarrollado en la historia de la evolución sistemas tampón o buffer que mantienen el pH constante, mediante mecanismos homeostáticos. Las variaciones de pH, afectan a la estabilidad de las proteínas y, en concreto, en la actividad catalítica de los enzimas, pues en función del pH, pueden generar cargas eléctricas que modifiquen su actividad biológica. El plasma sanguíneo y el líquido intersticial deben tener un pH entre 7,35 y 7,45, mínimo de 7.0 aun cuando lo ideal es que no esté un tanto en el punto neutro (7,0), sino que sea ligeramente alcalino (7,35 y 7,45).Por eso comprendemos que cuando baja de 7,0 se afecta el metabolismo celular, por consiguiente deducimos que estamos ante procesos y estados metabólicos y que para nada intervienen procesos genéticos en la formación de tumores malignos o en el origen de otros síntomas diferentes a los tumores malignos. Se recuerda que el plasma sanguíneo y el líquido intersticial forman parte de los líquidos extracelulares.

Tumor maligno
Inflamación celular debido a que la célula no recibe nutrientes o los tejidos no regulan las velocidades de reacción dentro de los procesos metabólicos debido a la falta de catalizadores(enzimas) . (véase en este mismo artículo señales de alerta).

Bibliografía:

José de Jesús Tejada Maury. La enfermedad, un gran negocio; la salud, una costosa mercancía. Editora Prometeo SAS. Barranquilla, Colombia, 2014.