Adquirir cocaína va a ser más rápido que hacerse con una pizza. Así lo aseguran desde Global Drug Survey, una empresa de investigación independiente, que está midiendo el impacto de las nuevas tecnologías en el aumento del consumo de cocaína en la ciudad de Londres. Según el reciente estudio que han llevado a cabo, esto se debe a la popularización de nuevos sistemas de mensajería cifrada que permiten hacer pedidos más seguros y un reparto más rápido que nunca.

Con la proliferación de cámaras de seguridad en las calles de la capital británica los riesgos del trapicheo han aumentado, tanto para traficantes como para clientes. Por eso, los primeros han invirtiendo en nuevos modos de contacto con sus clientes, de manera que prime el anonimato. Los nuevos sistemas de mensajería cifrada permiten hacer pedidos de manera secreta y la posibilidad de enviarlos de forma que no se puedan detectar.

Investigadores de la King’s College University también advierten del aumento del consumo de más cocaína de la habitual entre los londinense. Su análisis lo han centrado en el río Támesis, donde los niveles de droga en las aguas residuales son tan altos que las anguilas que habitan en él, aseguran, se están volviendo hiperactivas.

Según estos científicos, la cocaína ha dejado de consumirse de forma mayoritaria los fines de semana y ahora su toma es constante a diario. Ha pasado de ser de uso social y vinculada al entretenimiento a ser una droga que se usa en el día a día como el cannabis.

Eso lleva a los investigadores a temer por el futuro de los animales que viven en el río. Las plantas de tratamiento de agua no logran filtrar las drogas, por lo que los restos de cocaína llegan al río. En especial, se han observado aumentos en cocaína y benzoilecgonina 24 horas después de fuertes lluvias en los que se desborda el alcantarillado.

El año pasado hubo otro estudio similar publicado en Italia por la Universidad de Nápoles Federico II. Este concluía que las anguilas europeas «parecían hiperactivas» cuando se ponían en agua que contenía una pequeña dosis de cocaína. En este caso, las anguilas fueron expuestas deliberadamente al agua infundida con cocaína. El resultado fue que no solo parecían estar hiperactivas, sino que también vieron que la droga se acumulaba en sus cerebros, músculos, branquias y piel.

Otro estudio realizado en 2015 por el Centro Europeo de Vigilancia de Drogas y Toxicomanías reveló que Londres tenía la mayor concentración de cocaína del continente en sus aguas residuales. Y es que según los análisis de los investigadores el cuerpo humano no metaboliza todas las drogas que ingiere, por lo que los residuos de cocaína, anfetaminas y éxtasis se han introducido en lagos y ríos europeos, sobreviviendo a las plantas de tratamiento de aguas residuales y terminando en el medio ambiente. El río Támesis, el río más grande e importante de Inglaterra, que divide a Londres en dos partes y es además su principal fuente de abastecimiento de agua, se ha convertido en uno de los más afectados por este hecho.

Los animales consumen la droga tras el ingreso de los desechos humanos al río, provocando que el músculo esquelético de las anguilas tenga evidencia de lesiones graves, incluyendo ruptura e hinchazón muscular, que no sanan incluso después de 10 días de haber sido sacadas de las aguas contaminadas con la droga. La supervivencia de las anguilas se ve afectada, ya que, además, sufren de un aumento de los niveles de cortisol que provocan la pérdida de grasa y no permiten la reserva necesaria para nadar y migrar a través de los océanos para reproducirse.

En el estudio se explica, sin embargo, que en los ríos también pueden encontrarse otras sustancias tóxicas como morfina, pesticidas, antibióticos y metales pesados que combinados podrían tener efectos mucho más negativos en estos animales que la cocaína.

La alta concentración de esta droga ha sido detectada en una estación de monitoreo ubicada en Westminster, cerca del Parlamento británico. La información precisa que la sustancia procede de la orina de los consumidores, y que las plantas de tratamiento de aguas están siendo incapaces de filtrar la droga. Con lo cual, los niveles de cocaína aumentan cada vez que las aguas residuales acaban en el río procedentes de la red de alcantarillado. En comparación con otras ciudades importantes, el nivel de cocaína que ingresa al sistema de agua de Londres es mucho más alto y es más probable que sea a través de la orina de los usuarios.

El número de muertes por el consumo de cocaína en Reino Unido aumentó por sexto año consecutivo, con casi 8 muertos por millón de habitantes el año pasado. Gran Bretaña tiene la tasa más alta de consumo de cocaína de Europa, con un 10 por ciento de la población reconociendo haberla consumido. La cocaína en polvo es la segunda droga más usada entre los ingleses después del cannabis.