Amigo lector, con toda seguridad ya sabes que son los insectos el grupo animal más abundante de nuestro planeta. Tremendamente importante ya que su pequeño tamaño les ha permitido explotar recursos de todo tipo y constituirse en elementos esenciales en numerosas cadenas y redes ecológicas. Desafortunadamente, un grupo minúsculo de estos (cucarachas, zancudos y unos pocos más) han sido los responsables de endilgarle una mala fama a la mayoría, definitivamente muy útiles. En algún artículo escrito hace algún tiempo llegué a decir que:

«Gracias a los insectos hemos podido sobrevivir en este planeta. Son los insectos, alimento de peces, anfibios, reptiles, aves y hasta mamíferos. Ayudan a degradar materias en descomposición y controlan poblaciones de otros insectos y animales dañinos. Polinizan numerosos cultivos y nos proveen de miel, seda, cera y tintes. Son útiles en la farmacopea. Se han convertido en elementos ornamentales en joyas, vestidos y artesanías. Además, son un importante alimento del hombre en muchas culturas. Sin embargo, muchos insectos útiles se ven también amenazados y algunos han desaparecido, mientras que otros se encuentran en peligro de extinción».

Muchos naturalistas, estudiosos y educadores, tuvieron ideas parecidas, motivándolos a buscar una manera de presentarle a un público diverso, sediento de información y esparcimiento, la manera de interactuar con estos y otros artrópodos. Basados en las experiencias obtenidas en zoológicos, muchos de los cuales venían adaptándose para presentar animales en ambientes más naturales, surgió la idea de establecer los llamados zoológicos de insectos, insectarios, mariposarios o similares.

Paralelamente, surgía también la idea en numerosas regiones del planeta de criar insectos y suplirlos a colectores, insectarios de otras latitudes e incluso liberar en regiones donde el número de algunas especies venía declinando.

Las primeras exhibiciones de insectos vivos aparecen durante la década de los 70 del siglo XX, en el Reino Unido, extendiendo su popularidad casi inmediata al resto de Europa y consecuentemente a Norteamérica. Pero los insectos de estas regiones no parecieran ser tan llamativos como algunos provenientes de regiones exóticas del planeta. Esto creó una amplia demanda de insectos vivos que comenzó a promover el establecimiento de granjas de mariposas en Asia, Latinoamérica, Oceanía y África. Aun hoy, comunidades de Papua Nueva Guinea, Ecuador, Belice, Costa Rica, Brasil o Perú, por nombrar solo algunas, subsisten de la venta de mariposas y otros llamativos artrópodos. Ciertamente, aún persiste el método de colectadas en el campo, pero muchos insectos están siendo criados en granjas especialmente adaptadas para esta función. Estos insectos así criados, son adquiridos por coleccionistas internacionales y zoológicos europeos o norteamericanos. Muchos países, además, se benefician de un ecoturismo organizado. Observadores de insectos, cámara en mano, inundan aeropuertos y pequeños pueblos que hace tres o cuatro décadas ni siquiera aparecían en los mapas turísticos. Este ecoturismo relacionado a la visita de mariposarios, o regiones en las que se crían insectos para enviar a otras latitudes, de acuerdo a mi buen amigo el biólogo y entomólogo José Enrique Piñango

«… ha demostrado ser una actividad sustentable, generadora de riqueza y bienestar, que permite involucrar a las comunidades locales con el ecoturismo y la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas naturales».

Mientras hacía mi maestría en la Universidad de Georgia, visite algunos pequeños insectarios de Estados Unidos, y me impresionó sobremanera la visita a la casa de uno de los profesores de genética de la Universidad. Éste, entre su sótano y jardines tenía un excelente mariposario en el cual criaba mariposas Nymphalidae, principalmente de la familia Heliconiinae. El alimento de sus mariposas era una variedad de plantas de parchitas (Passifloraceae) traídas de diversas regiones tropicales. Cada especie de mariposa contenida en este insectario personal estaba asociada a algunas de las plantas de este jardín tropical localizado a pocas millas del pueblo de Athens, en Georgia. El lugar era un impresionante laboratorio natural en el cual el profesor en cuestión realizaba sus estudios genéticos. Creo, aunque no puedo asegurarlo, que incluso algunos de los híbridos más llamativos de mariposas obtenidos en sus jardines y laboratorio personal los vendía a insectarios o coleccionistas.

Fue allí donde nació en mí la idea de establecer algún día un insectario en mi país de origen. Mostrarle a nuestra gente que podían conectarse y entender a estos pequeños animales en un contacto y ambiente amable. Sin embargo, durante esa década de los 80, ya otros venezolanos tenían ideas similares y fue así como en Maracay, Aragua, se estableció un criadero de mariposas en el Castaño. Este se dedicaba a vender mariposas a insectarios de otros países. Igualmente, en los alrededores de Montalbán, Carabobo, se estableció un jardín de mariposas o mariposario, visitado por ecoturistas que llegaban a esa región.

«Los jardines de mariposas son atractivas exhibiciones de inmersión en las que el público ingresa y entra en contacto con estos insectos. Estos hábitats artificiales incorporan elementos naturales que permiten la reproducción y mantenimiento de las mariposas en cautiverio».

A mediados de los 90 comencé a trabajar en zoológicos asesorado por el venezolano, de origen alemán, experto en zoológicos, Pedro Trebbau. Él apoyaba al grupo de trabajo liderado por el experto en parques, arquitecto Gustavo Añez Di Prisco. La misión principal era mejorar el manejo de dos zoológicos y una muestra de fauna administrados por el Instituto Nacional de Parques. Habiendo sido contratado por esta institución le presenté a Pedro mi idea de hacer un insectario, posiblemente en los terrenos del Zoológico de Caricuao, que él había creado mucho tiempo antes. Con su apoyo y el del arquitecto Di Prisco, fui a estudiar sobre insectarios y mariposarios en Alemania, teniendo como base el Insectario del Zoológico de Colonia, Alemania, el primero construido en ese país. Luego de mi regreso, hubo cambios en la institución y me fui a trabajar a otra institución, pero mi idea persistía, al igual que mi contacto con Trebbau y el mundo de los zoológicos.

Durante esta época, el gobernador del Distrito Federal y su esposa, rescatan de la desidia al Parque Zoológico El Pinar, lo modernizan y tienen entre sus ideas la realización de un insectario. Contactan a diversas instituciones e investigadores, incluyendo entomólogos de la Universidad Central de Venezuela, en Maracay. Sin embargo, los cambios políticos hacen que el insectario para El Pinar continúe siendo idea. Bajo nueva administración y gracias al interés de mi amigo el médico veterinario Edgar de Armas, entonces director del Parque Zoológico El Pinar, me contactan para presentar mi plan de diseñar un insectario. Aceptado mi proyecto, junto a mi amigo, el arquitecto venezolano Rafael Aguilera, realizamos el diseño del Insectario-Mariposario del Parque Zoológico El Pinar.

Desde un principio tuvimos el apoyo de la Sra. Yolanda de Vivas Terán, esposa del nuevo Gobernador del Distrito Federal, Abdón Vivas Terán, así como del grupo de damas que dirigían a la Fundación Caracas Para los Niños, entidad administradora del zoológico.

Una vez construido el insectario-mariposario, el zoológico tuvo la tremenda suerte de contar con los biólogos (estudiantes para la época) José Enrique «junior» Piñango, Esteban Blanco Diaz y Rafael García para encargarse del insectario-mariposario. Entre los tres, miembros originarios los dos últimos de la Brigada Ecológica del zoológico, establecieron los viveros de cría y seleccionaron las diversas especies de mariposas a criar. Igualmente consiguieron otros artrópodos para ser exhibidos al público. El propósito fundamental de este insectario siempre fue contribuir al conocimiento de la entomofauna venezolana, por medio de la investigación y la educación ambiental.

«El Insectario es la unidad del Parque Zoológico El Pinar encargada de la reproducción, mantenimiento y exhibición de poblaciones de invertebrados en cautiverio. Está orientado, particularmente, a la cría de mariposas diurnas (...). Maneja las colecciones florísticas y de invertebrados del Zoológico (...). Se inauguró el 18 de abril de 1998 (...), su estructura representa a una mariposa cocinerita Heliconius sp con las alas extendidas de 36 m. de largo y 8 m. de alto.

»Fue diseñado con la visión de ser el primer centro de referencia nacional en investigación biológica para la exhibición y reproducción en cautiverio de artrópodos, en particular de insectos del orden Lepidoptera. Y tiene como misión el uso de estrategias y herramientas educativas formales y no formales para sensibilizar al visitante y promover una mejor apreciación de los fenómenos biológicos y sus interrelaciones, utilizando como grupo de trabajo a los artrópodos, haciendo énfasis en el estudio de los insectos».

El Insectario del Parque Zoológico El Pinar se constituyó en el primer jardín de mariposas construido en Venezuela abierto a todo tipo de público. Desde un principio representó una novedosa propuesta de sensibilización y educación ambiental, contando con una pequeña colección entomológica que perteneció originalmente al recordado profesor y entomólogo, José Basilio Rodríguez (1954 - 2013), quien, al retirarse como profesor de biología y de química, construyó un mariposario en su casa y planificó realizar uno de mayor envergadura en la población de Campo Elías, en el estado Trujillo.

Las especies en colección en el Insectario-Mariposario de El Pinar, estimulaban al visitante a tratar de entender las interrelaciones entre organismos, el hombre y los diversos fenómenos biológicos. Este propósito educativo fue dirigido a visitantes de todos los estratos sociales: niños, niñas, adolescentes, estudiantes, profesionales, público en general y segmentos del público con necesidades especiales.

«Dado que las mariposas, culturalmente, se relacionan positivamente con el hombre, gracias a su belleza e iconografía asociada, los mariposarios que recrean condiciones naturales son considerados como una de las exhibiciones más atractivas a nivel mundial debido al creciente impacto de la opinión pública sobre la problemática ambiental».

Como elementos educativos se incorporaron dos esculturas robóticas diseñadas por mi amigo, el Ingeniero Mecánico Víctor Chang, conocido por haber construido, junto a su esposa Beatriz Silva, Yomana Koteich y un excelente equipo técnico, las exhibiciones Tierra Increíble, con dinosaurios robóticos de tamaño natural, e Insecto Aventura, con insectos gigantes, también robóticos.

Desde 2009 no he regresado a Venezuela, luego de esa fecha, con el apoyo de las autoridades capitalinas, hubo un remozamiento del Parque Zoológico, y del insectario-mariposario, en general. Pero luego del 2015, los jóvenes biólogos que manejaron el insectario tan exitosamente, Junior, Esteban y Rafael, ya habían tomado otros rumbos. Junior, particularmente, hoy dirige el Mariposario X-Mahana, del Africam Safari, en Puebla, México.

La crisis económica y social de Venezuela, promovida por un régimen poco interesado en educación ambiental y en protección de las riquezas naturales, ha afectado tremendamente a los zoológicos venezolanos. Desafortunadamente, no sé, ni quiero imaginar, cuál es el presente estado de este hermoso proyecto, que por cierto tiempo fue alternativa de solaz y aprendizaje para los habitantes de Venezuela, el mundo, pero particularmente de Caracas.