«La tecnología está cambiando a la sociedad en su dinámica del día a día. Google e internet están sustituyendo la memoria colectiva. Las redes sociales están impactando en la manera de socializarnos. Algunas personas están empezando a formar parte de una nueva clase social desconectada, no digital. Aparecen nuevos trastornos ligados al uso de las tecnologías».

Esta era la introducción del último evento Brain IT- La sociedad del 2030 organizado por Nechi Group que tuve el honor de presentar y colaborar aportando mi opinión sobre el asunto.

La tecnología ha cambiado al significado que damos a una relación, o por lo menos ha modificado muchos procesos psicológicos relacionados con nuestra forma de entender una relación y, por supuesto, ha cambiado el hecho en sí de cómo nos relacionamos.

Las ventajas de las redes sociales, hijas de la tecnología, las conocemos todos, yo mismo, gracias a Facebook, me siento más cerca de las personas que quiero y que están lejos. Cosas que no podría hacer con la misma velocidad (e incluyendo videos o imágenes) que si tuvieses que escribir una carta. Lo bueno lo conocemos todos, pero... ¿cuáles son las desventajas? El amor es más complejo en tiempos de redes sociales.

Podemos conocer a muchas personas y enamorarnos, pero hay estadísticas que confirman la idea que por la misma ley de tres tenemos baja tolerancia y si, por cualquier cosa, no nos va bien algo de la otra persona, acabamos diciendo aquello de «hay otros mil, otros mil perfiles en las aplicaciones de citas», que miden su amor o amistad por los *like o las fotos subidas a Instagram y así ha ocurrido también que se han roto relaciones porque alguno de los dos ha puesto un comentario del tipo qué guapo a una foto de un chico en Facebook.

Claramente, si es verdad lo que he dicho antes, que con la tecnología se ha modificado el significado de las relaciones, ha pasado lo mismo con el concepto de infidelidad. ¿Es ser infiel tontear por chat con alguien que no conoces y nunca quedarás con él? Para algunos sí.

A veces también pasa que es el proprio aparato, el móvil o el ordenador, el que es visto como un tercero y que genera celos. Cuántas veces hemos dicho a nuestra pareja o a un amigo cuando quedamos «estás siempre con el móvil».

Cada recuerdo es más importante compartirlo en la red sociales que vivirlo. Yo mismo durante el concierto de un cantante que adoro, Juan Dausà, no sabía si grabarlo o si cantar los estribillos de las canciones, desde luego no iba a encender un mechero como se hacia antaño. Ahora se va de antorcha.

¿Sabéis cuánto tiempo estamos con el móvil en la mano? Calculan unas 10 horas al mes, en total serían 4 años de nuestra vida. Yo iría aun más allá con la estadística ¿Cuántas veces simplemente lo tocamos sin buscar nada? O ¿cuántas veces creemos que ha vibrado porque hemos sentido un espasmo en la pierna?

Y ahora os pregunto: ¿sabéis cuántas veces al día reímos o nos abrazamos? 17 veces al día reímos y 5 veces al día nos abrazamos de promedio.

Según un estudio, el 25% dijo haberse enviado un mensaje estando ambos en la misma casa y el 9% dice haber resuelto una discusión o un problema al que no encontraba solución cara a cara.

Hay una frase de una canción que dice que el iPhone se ha convertido en una parte del cuerpo, por eso se compite por quién lo tiene más grande. Y desde luego viendo los nuevos modelos creo que es así. Vivimos en un mundo que todo es Iphone, Itec, I-no-sé-qué, ¿donde está el nosotros?

También el «nosotros», lo colectivo, ha sido afectado por la tecnología, lo que ahora alguien llama memoria transaccional, que es un sistema en el cual los grupos, de manera colectiva, codifican, guardan y recuperan conocimiento.

Antes, cuando necesitábamos saber el nombre de un actor de una película, lo preguntábamos el día después a un amigo cuando lo veíamos, ahora lo ponemos en Google. Antes recordábamos al menos cuatro o cinco números de teléfonos, ahora muchos menos. Antes sabíamos la fecha de cumpleaños de toda nuestra familia y amigos, ahora si no es por el Facebook no recordaríamos ni uno. Antes todo lo que aprendíamos era gracias a la socialización primaria o secundaria, donde los medios de socialización eran los padres, la escuela, los amigos etc. Yo personalmente aprendí a planchar (y muchas cosas más) con tutoriales de youtube.

Y si no es una fake news, me gustaría acabar con una frase de Albert Einstein:

«Se ha vuelto terriblemente obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad».