Hay quienes consideran a la canción Imagine de John Lennon un himno de esperanza universal. Pocas otras canciones, y quizá ninguna tan famosa, han descrito la visión socialista con tanta exactitud y emotividad, señalaba John Tomson en Irish Own.

Pero vestir la imagen pública de John Lennon con el traje de héroe de la clase obrera puede parecer no sólo excesivo, sino incluso una provocación. Junto con Paul MacCartney, Lennon fundó y dio nombre a los Beatles, pero a menudo se sintió incómodo de la fama y del significado que el grupo llegó a alcanzar.

Aparecida originalmente en el álbum Imagine de 1971, llegó en tres ocasiones a los primeros puestos de las listas de éxitos de Inglaterra (primero entre los discos sencillos en 1975. Y luego en 1981 a los pocos meses de la muerte de Lennon ocupó el número 1 durante varias semanas. Y, durante las Navidades de 1999, tras haber sido votada como letra favorita nacional fue elegida segunda canción preferida de todos los tiempos en una gran encuesta sobre la mejor música del milenio.

Imagine es una canción humanista por excelencia, que niega a los humanos el lugar que a menudo se adjudican a sí mismos en el universo espiritual y que, en cambio, los relega a su material y exquisitamente hermoso hogar terrenal. Lennon hace esto para impulsar a sus prójimos a unirse en la creación de un mundo que valga la pena, sin países, guerras, religión ni propiedad privada. Su deseo es el de compartir este mundo juntos como una auténtica «hermandad de los seres humanos».

El español Manuel Talens, traductor de la nota de Tomson, recuerda que durante los días que siguieron al asesinato de Lennon (el 8 de diciembre de 1980), la prensa aireó los aspectos más diversos de la vida privada del músico, entre ellos la aparente contradicción de que un activista como él, que había puesto su carrera al servicio de causas consideradas radicales en EEUU, hubiese elegido vivir en el Dakota, uno de los edificios más caros y emblemáticos de Nueva York.

Se supo también que no sólo poseía allí un apartamento, sino dos, y que el segundo estaba refrigerado y servía para guardar los abrigos de pieles del matrimonio. En cuanto a la fortuna personal de los Lennon, fue estimada en unos trescientos millones de dólares. Con estos datos con tufo ético, moral, resulta embarazoso calificar de héroe de la clase obrera a un artista que, desde su acceso al estrellato a principios de 1960, no padeció nunca las vicisitudes de dicha clase social: no, Lennon era muy, muy rico.

Tomson hizo su análisis materialista en un mundo acostumbrado subliminalmente a meter en un mismo saco la vida y la obra de los personajes públicos. El materialismo histórico está en las antípodas de dicha tendencia, pues se interesa única y exclusivamente por las consecuencias sociales de cada acto humano y deja a un lado las consideraciones personales, que sólo incumben al individuo… y a nadie más.

Talens señala que a ningún marxista debería importarle si Marx dejó embarazada a su sirvienta, si Althusser asesinó a su mujer, si Picasso era un hombre insufrible o si los hijos del Che sufrieron psicológicamente a causa de la ausencia de un padre que los abandonó por la revolución: eso pertenece a la esfera de la vida privada, que cada cual gestiona como puede.

Y, en el caso de Lennon, hay que olvidar al personaje mediatizado y centrarse en Working Class Hero (Héroe de la clase obrera), una canción de aire dylaniano cuya letra es mucho más valiosa desde el punto de vista político que el utópico canto a la bondad y al angelismo ineficaz de Imagine.

En Working Class Hero plasmó a la perfección los males del mundo y ofreció el único remedio posible, la lucha. Por eso, aunque él no fuese de ningún modo un héroe de la clase obrera –a lo sumo un rebelde útil–, el «discurso» de su canción es una pequeña obra maestra de arte revolucionario y, como tal, perdurará junto a otros himnos destinados a unir a las masas contra la opresión, a la misma altura que La internacional, Bella ciao, Le temps des cerises o Nicaragüita, dice Talens.

Las famosas payasadas de John Lennon cuando los Beatles actuaron en Alemania incluían la burla del saludo nazi y su aparición en escena con una tapa de retrete en el cuello a modo de collar. Intentos como éstos de escandalizar a menudo se asocian con la posterior era del punk. Una de las travesuras de John Lennon en su juventud fue orinar desde el tejado de una iglesia de Liverpool sobre las monjas que pasaban por abajo.

Lennon expresaba su cólera y su sentido del absurdo en las mordaces letras de sus canciones. Si se dejan de lado sus breves nueve años como beatle famoso, el carácter político de sus últimos años es una extensión lógica de su época anterior a los Beatles y de la de los Beatles iniciales. Su declaración de que los Beatles eran más famosos que Jesucristo fue un raro aunque involuntario uso de la fama para poner patas arriba el statu quo.

Es curioso que la primera canción de Lennon en un álbum de los Beatles –Please Please Me (1963)– fuese Misery, que empezaba con las palabras «el mundo me trata mal». Aquellas ácidas contribuciones contrastaban bruscamente con las edulcoradas de Paul MacCartney, cuyas canciones de amor (como la mayoría de las que cantaban los Beatles) se ocupaban de las peripecias del corazón.

A pesar de que casi todas las canciones de los Beatles iban firmadas por el tándem Lennon-MacCartney, la autoría de uno y otro quedó clara cuando tras la ruptura del grupo las canciones de Lennon empezaron de inmediato (ya en 1970) a explorar temas profundamente políticos, psicológicos y existenciales, mientras que el trabajo en solitario de MacCartney siguió investigando la nostalgia y el romanticismo, más allá de algunas declaraciones políticas como Give Ireland Back To The Irish (Devuelvan Irlanda a los irlandeses).

«Revolution», del White Album (1968) fue la primera canción abiertamente política de Lennon, a menudo mal entendida como apolítica o conservadora, pero que es más bien una crítica sobre todo de los maoístas y otros grupos de la izquierda radical de su tiempo, defensores de una revolución que sólo «habla de la destrucción». …y no de la construcción de un orden nuevo.

Para entonces, la influencia de Yoko Ono ya se hacía sentir en su música y en sus acciones. A pesar de que ella a menudo ha sido retratada como una influencia negativa en su vida, un estudio de aquel periodo sugiere lo contrario, es decir, que de verdad le proporcionó la influencia intelectual, política y estética y el permiso que necesitaba para llegar a la plenitud de su potencial creativo.

En 1970, empezó a explorar a lo grande temas humanistas y políticos. En I Found Out, declara: «No hay ningún Jesús venido del cielo» y en God va un poco más lejos, pues la afirmación de que «Dios es un concepto con el que medimos nuestro dolor» hunde sus raíces en la psicología humana y en el materialismo de Feuerbach y Marx.

La canción Working Class Hero es un clásico ejemplo de la humillación de los obreros en entornos tales como el hogar, la escuela y el trabajo. Incluso si él era multimillonario, en ella se identificó con la situación de las masas trabajadoras y tomó plenamente conciencia de clase al cantar «Te dicen que puedes llegar a la cima / pero antes has de aprender a matar sonriendo / si deseas triunfar como los de allá arriba».

En Some Time in New York City (1972, un álbum quizá dedicado a las noticias de actualidad) se encuentra su famosa declaración feminista «la mujer es el negro del mundo» («hacemos que tenga y eduque a nuestros hijos y luego la dejamos porque se ha convertido en una clueca gorda y vieja. Le decimos que su lugar está en la casa y luego nos quejamos de que es demasiado ignorante para ser nuestra amiga.»). Lennon pide que «pensemos en eso y hagamos algo».

Attica State, contra el sistema carcelario y en favor de la libertad, incita a «liberar a los presos, encarcelar a los jueces, liberar a todos los presos de todas partes, [pues] lo único que quieren es verdad y justicia, lo único que necesitan es amor y cuidados». Sunday Bloody Sunday y The Luck Of The Irish ridiculiza al gobierno británico («deberías tener la suerte del irlandés y entonces desearías ser inglés»).

Un oscuro asesinato

También abundan las conjeturas sobre el porqué del asesinato de John Lennon. Existen diversas teorías, que van desde la conspiración al loco solitario. En febrero de 2002, Klint Finlay afirmó en este sitio web que Sean, el hijo de Lennon, había declarado que «quien se crea que Mark Chapman era sólo un loco que mató a mi padre debido a sus problemas personales es un idiota. O un ingenuo. O no se ha parado a pensar. A Estados Unidos le interesaba sobremanera que asesinasen a mi padre. Sin la menor duda».

Las de la conspiración señalan la hipótesis de que John Lennon había sido considerado varias veces como una amenaza para la seguridad nacional, primero con Richard Nixon y más tarde con Ronald Reagan. Varios casos documentados de vigilancia por parte del FBI y de arrestos bajo acusaciones falsas en los años setenta sirven para sostener dicha teoría.

Otros muchos también apoyan la teoría del loco solitario, pues desde niño Mark Chapman había estado recibiendo tratamiento para su esquizofrenia paranoide y sufría asimismo de numerosas ideas delirantes sobre John Lennon y Todd Rundgren.

Hay otra explicación, indica Tomson: Lennon y los Beatles aparecieron en el momento en que acababa de interrumpirse la ceremonia de la posguerra y de la guerra fría dirigida por Kennedy, en la cual los estadounidenses se habían unido como una piña tras un presidente mística y míticamente considerado como uno de los suyos, a la espera del futuro glorioso lleno de programas sociales que les había prometido.

Y, justo cuando la nación estaba de luto por la pérdida no sólo de un hombre, sino también de sus sueños, los Beatles sirvieron de bálsamo para calmar el dolor de aquella sociedad y ayudarla a olvidar, como sólo puede hacerlo el poder del espectáculo. Durante los años que siguieron al asesinato de Kennedy, el oponente más visible y escuchado en aquella tierra hasta entonces unida fue John Lennon.

Seguramente no es ninguna coincidencia que con el advenimiento de la era de Reagan, que quizá más que cualquier otra sirvió para ocultar las matanzas en el exterior y los excesos estéticos y políticos en el interior, las libertades fuesen amputadas al mismo tiempo que la mano que había ayudado a derribar el castillo de naipes.

El asesinato de John Lennon expresó de manera inconsciente el deseo social de asesinar a otros como él (en el mundo real o sólo en la fantasía). Lennon era el objetivo perfecto, incluso si su asesinato no fue un esfuerzo concertado por el poder para quitárselo de en medio.

Lo que dejó John Lennon tras de sí fue la imaginación utópica que todos compartimos, y la canción Imagine fue incuestionablemente su momento más elevado. Su claridad lírica y conceptual arrojó luz sobre nuestro mundo oscuro y violento. Nos impulsó a imaginar un mundo sin propiedad, sin religión, sin naciones, que viva en paz. Postuló un orden económico en el que tanto la avaricia como el hambre serían algo imposible.

«Podrás pensar que somos unos soñadores, pero no somos los únicos. Ojalá un día te unas a nosotros. Y el mundo será de todos.»

Héroe de la clase obrera

Ya desde que naces hacen que te sientas pequeño
Porque no te dan tiempo en vez dártelo todo
Hasta que el dolor es tan grande que no sientes nada.
Podrías ser un héroe de la clase obrera.

Te hacen daño en casa y te pegan en la escuela
Te odian si eres listo y te toman por loco
Hasta que estás tan atontado que no entiendes nada. Podrías ser un héroe de la clase obrera.

Después de veinte años de horror y tortura
Se supone que has de elegir un trabajo
Pero ya no puedes funcionar del miedo que tienes. Podrías ser un héroe de la clase obrera.

Te drogan con la religión, el sexo y la televisión
Y te crees ingenioso, apolítico y libre
Pero no eres más que un jodido ignorante. Podrías ser un héroe de la clase obrera.

Te dicen que puedes llegar a la cima
Pero antes has de aprender a matar sonriendo
Si deseas triunfar como los de allá arriba .

Podrías ser un héroe de la clase obrera.
Si quieres ser un héroe, sígueme.