Os voy a relatar una historia pocas veces contada hasta ahora. Una aventura, al parecer, con pocos precedentes pero posible. La mayoría de la población, al menos española, piensa en Ibiza como un lugar de juergas, alcohol y descontrol. Fiestas durante el día y durante la noche donde incluso los Dj’s más reconocidos del mundo pagan por pinchar en estas discotecas.

Lejos de ser incierto, hoy os voy a mostrar la Ibiza romántica y entrañable. La Ibiza familiar y para los amigos. Hoy descubrimos los sitios con más encanto de esta famosa isla.

Para este viaje no puede faltar un transporte (coche o moto son las opciones más comunes) para poder desplazarte hasta las calas más recónditas y transparentes del Mediterráneo.

En segundo lugar, y para los más entendidos, una guía sobre las calas y las posibilidades que cada una de ellas ofrece dependiendo del tiempo que estéis disfrutando en cada momento: de dónde viene el aire, dónde habrá más olas...

Después, un alojamiento tranquilo, en Santa Eulalia por ejemplo. Donde la tranquilidad, los mercadillos y la cultura se entremezclan para contagiarte toda una relajación propia de unas merecidas vacaciones. Un viaje en barco hacia cualquiera de las pequeñas islas que rodean la ciudad (Tagomago es una interesante opción), o atracar en una de las calas para ir a comer sabrosos platos, tumbados en una cama de playa y con vistas al mar. ¿Qué más se puede pedir?

Necesitarías pasar un verano entero para conocer todas y cada una de las paradisíacas playas y calas que conforman la isla. Cada una más especial que la otra.

Por otro lado, no podemos olvidarnos del lujoso centro de la isla. Ibiza centro se compone por glamour y sofisticación. Para los amantes de los barcos recomiendo dar un paseo por el puerto. Seguro que os habéis imaginado en alguna ocasión historias que podríais protagonizar a bordo de alguno de ellos o qué vida podemos encontrar tras los dueños de cada uno de los barcos o veleros.

Y, por último, la parte vieja que se esconde tras las murallas de la ciudad. Los adoquines y antiguos edificios te invaden el pensamiento y la mirada y hacen que quieras recorrer todas sus calles para poder apreciar unas maravillosas vistas de la ciudad. Una cena en cualquiera de los restaurantes que aquí se hallan será, sin duda, el planazo del verano.