En la obra de Irene González (Málaga, 1988), la tensión entre memoria y pérdida se erige como el núcleo generador. El papel, siempre protagonista, asume en su obra un cariz escultórico: se dobla, se corta, se superpone, se convierte en filtro o membrana; se pliega, finalmente, entregado a las manos expertas.

Si recordar fuera olvidar es, en su esencia, una invitación a detenernos, a observar con calma y a dejarnos habitar por la memoria, la ausencia y también por el anhelo. La obra de Irene González nos recuerda que el arte no siempre se expresa en voz alta: en ocasiones susurra, habla con silencios, con fragmentos que se completan con nuestra propia experiencia.

Cada trazo suyo es un acto de resistencia frente a la prisa, una manera de cuidar lo delicado, de rescatar lo que parecía desvaído. Sus dibujos son como fotogramas de una película íntima, donde el tiempo se expande y nos ofrece otra forma de recordar: recordar para olvidar, olvidar para seguir recordando.

(Texto por Patricia Verdial Garay, curadora de la exposición)