La primera vez que vi una obra de Rayana Rayo me quedé fascinado por la dimensión psíquica del trabajo de esta artista pernambucana. Me enfrenté a una serie de obras cuyo imaginario parecía haber formado parte de mi existencia desde siempre. No hablo de signos o colores, sino de atmósferas que parecían provenir del abismo de mi subconsciente.
Las diez pinturas de Rayana Rayo presentadas en el espacio de Guadalajara de la galería Travesía Cuatro son una serie de profundos e íntimos autorretratos. Jung decía que la única manera de liberarnos de «fantasmas y restricciones» era hacer que lo «inconsciente se vuelva consciente». El trabajo de Rayana se nutre y nos habla de una búsqueda íntima personal, pero al mismo tiempo tiene la vocación de orientarse hacia una dimensión universal dedicada a la difusión de experiencias sensibles que están vinculadas a planos de autoconciencia diferentes, estrechamente conectados a la vida.
La artista no distingue la práctica artística, o «la técnica», del análisis de su propio subconsciente; lo hace a través de la deconstrucción de arquetipos fijos y la construcción de universos fantásticos que, como símbolos, cuentan historias relacionadas con su vida. «Más… Luz», dijo Goethe al morir. Rayana dirige la luz, la controla: «Como artista, mi arte es lo único que puedo controlar, no el resto…».
La luz que revela el trabajo de Rayana resplandece en el subconsciente como un faro en la noche, inmerso en un mar hipnótico. Desde este mar psíquico, sus figuras fitomorfas comienzan a tomar vida, representando sentimientos y emociones. Me reconozco instintivamente en ellas, pero no sé por qué. Me gustaría que Rayana me guiara en el interior de mis inquietudes más profundas; me gustaría ser una de sus semillas imaginarias y florecer en estos espacios, vibrando de vida gracias a sus pinceladas.
Me gustaría hablar con ella a través de las formas que me está haciendo ver, ahora, en su estudio de Recife. Me ha capturado desde una dimensión difícil de describir. La artista se actualiza y, a través de una visión íntima de sí misma, provoca desafíos diarios para tratar de curar sus vulnerabilidades; actualizarse para descubrir, de vez en cuando, la mejor parte de sí misma.
«Dibujar es como escribir», decía Etel Adnan, la gran poetisa y artista libanesa. Y Rayana, mediante imágenes rizomáticas y evocadoras, presentadas en forma de cuadros, acompaña al visitante en un registro profundo, donde extraños sueños son el fruto de imágenes oníricas que remiten a recuerdos arcaicos y primitivos, escondidos quizás en nuestra memoria genética.
La numerología entra aquí en juego para decodificar símbolos y presencias misteriosas: una especie de mensaje cifrado que despierta conexiones con las dimensiones animista y sincrética propias de las culturas indígenas y afrobrasileñas, interconectándolas con la esfera psíquica, la vida cotidiana y el presente. Rayana no hace un cuadro que no converse con ella misma o su momento actual. Habla de la necesidad de sueños, de cuidar la salud propia… Los elementos aire, tierra y agua sirven para construir una cosmogonía de emociones… Son páginas de un diario imaginario donde la matemática y la repetición de los números se convierten en una fascinante manera de leer las obras como emisarias de misteriosas simbologías sujetas a la voluntad de la propia artista.
La obra de Rayana Rayo parece ser una exploración profunda y emocional del subconsciente, y de su conexión con la naturaleza y la cultura.
(Texto de Cristiano Raimondi)