El encuentro que en los últimos siglos hemos experimentado con el nuevo paradigma de desarrollo nos ha permitido disponer de los avances tecnológicos que la ciencia ha obtenido en todos los ámbitos, incluyendo los del campo de la medicina, donde los productos creados para los diversos padecimientos, además de tener gran cobertura y demanda, asumen un importante rol dentro del circuito comercial. En esta coyuntura, los laboratorios se han posicionado en encontrar soluciones a partir de la mezcla de una serie de componentes químicos, sin embargo, también es conocido que muchos medicamentos se desarrollaron a partir de sustancias de la naturaleza, e incluso hoy, se siguen extrayendo de las plantas.

En el caso de las poblaciones latinoamericanas, la facilidad de adquirir a través de los múltiples centros farmacéuticos ciertas tabletas medicinales para las enfermedades agudas o crónicas, ha promovido una percepción generalizada en cuanto un efecto beneficioso de estos productos. Por otra parte, a pesar de que el consumo de fármacos es predominante, existe un segmento en nuestras sociedades en el cual la medicina tradicional ha logrado subsistir y expandirse siendo utilizada de forma primordial o complementaria además de nuevos establecimientos de productos fitoterapéuticos.

La medicina tradicional es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como: la suma total de conocimientos, aptitudes y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, que incorporan medicinas basadas en plantas, animales y/o minerales; terapias espirituales, técnicas manuales y ejercicios aplicados de forma individual o en combinación para mantener el bienestar, diagnosticar y prevenir las enfermedades.

Si bien la OMS identifica que en la actualidad el interés por la medicina tradicional está en aumento a nivel global —y esto se debe a diversos motivos: llegando a ser en algunas regiones la principal fuente de atención sanitaria y a veces la única—, es notorio ver que esta sería una nueva tendencia, ya que desde mediados del siglo XIX la teoría microbiana de las enfermedades infecciosas, expuesta por el físico químico francés Louis Pasteur, quien postuló que los microorganismos repercuten directamente a los seres vivos en una serie de enfermedades; generó un punto de inflexión que dio lugar al desarrollo de la medicina científica, impulsando a su vez la nueva industria internacional de fármacos, prevaleciendo desde entonces la biomedicina, la cual crecería gradualmente en una amplia gama de productos clínicos respaldados por la ciencia.

La eficacia y confiabilidad que proporcionaría tal avance, originó —con particularidades en cada región— un paulatino distanciamiento de las prácticas medicinales basadas en plantas u otros procesos, hasta ubicarnos en la actualidad, donde las nuevas generaciones latinoamericanas en la mayoría de los casos, llegarían a considerar una práctica innecesaria o irrelevante aquella relacionada al entendimiento y conocimiento de la medicina natural, a pesar que la facilidad herbolaria se manifiesta profusamente en nuestros diversos entornos.

El predominio de la industria farmacéutica concentró todas las posibilidades medicinales a través de sus productos mejorando y salvando la vida a millones de personas, sin embargo, no todo sería ventajas para los consumidores. Las ganancias por las ventas de fármacos resultan equiparables a las de otros productos de bienes y servicios, lo cual motivó un enorme interés para los grandes capitales. En los últimos años, el control de una gran parte de la producción de medicamentos a nivel mundial llegó a supeditarse al conglomerado de diez corporaciones multinacionales conocido como Big Pharma, donde se imponen las reglas del mercado global, ejerciendo una dinámica que, de forma similar a cualquier entidad comercial, prioriza las ganancias ante cualquier coyuntura.

Para ilustrar este comportamiento podríamos referir el conocido caso de Martin Shkreli, exgerente de Turing Pharmaceuticals en Estados Unidos, quien tras haber adquirido la licencia de manufactura del medicamento Daraprim, utilizado para tratar la malaria o la toxoplasmosis en pacientes con VIH, incrementó súbitamente el precio de este producto a un 5000%, pasando el costo de compra al consumidor de $13,50 a $750. El escándalo social que provocó dicha alteración haría que Shkreli fuera sometido a procesos judiciales en ese país, siendo finalmente arrestado en 2017 por sospecha de fraude y manipulación, con una condena de siete años; a pesar de esto, el nuevo precio impuesto a la píldora nunca fue reducido.

Los costos de investigación han sido un argumento recurrente por parte de las farmacéuticas para justificar el precio del producto terminado, no obstante, existen medicamentos de alta demanda como la insulina, la cual también ha reportado en Estados Unidos, un incremento diez veces mayor en los últimos diez años.

De acuerdo con estadísticas de la OMS, unos sesenta millones de personas sufren de diabetes tipo 1 en el continente americano. Este padecimiento ha venido aumentando exponencialmente como una de las consecuencias del consumismo: la multitud consume más grasa, más azúcar, y se mueve menos, obligando al páncreas a producir cada vez más insulina hasta llevarlo al límite. El empresario danés Mads Krogsgaard Thomsen, subdirector de la compañía trasnacional Novo Nordisk, reveló que la ciencia ahora permite generar insulina en un laboratorio abriendo el genoma humano y extrayendo el cromosoma responsable de producirla, este se inserta en un microrganismo, por ejemplo, en un hongo de la levadura, y así se produce una insulina equivalente a la del propio cuerpo. Gracias a este proceso, se podría abastecer insulina a bajo costo en todo el mundo.

Otros medicamentos que ejemplifican una desproporcional intención comercial más allá de aportar a la salud sería el Kymriah de la farmacéutica Novartis, un tratamiento para las personas con cáncer valorado en 323 mil dólares; el Luxturna elaborado para una enfermedad genética en la retina que provoca pérdida de visión, con un precio de 850 mil dólares, o el Zolgensma, patentizado por la misma multinacional, empleado para niños con atrofia muscular espinal, con un costo récord de 2.1 millones de dólares.

Las multinacionales farmacéuticas decidieron cambiar en los últimos años el efecto del precio basado en las inversiones de investigación y el lugar de producción; en la actualidad el valor de estos medicamentos está determinado por la esperanza de vida que puedan proporcionar al paciente, es decir, si se parte del principio que una vida humana no tiene precio, se aplica entonces este nuevo parámetro, el cual les permite colocar números de «estratósfera» sobre las medicinas.

El Big Pharma opera también ampliamente en Latinoamérica, la empresa de estadísticas Statista Research Department publicaría que, para el año 2020, la farmacéutica francesa Sanofi ocupó la posición líder de ventas en esta región, en conjunto con Abbott, Johnson & Johnson, Pfizer, Bayer.

Silencio detrás de ciertas píldoras

Otro aspecto perjudicial que presenta el dominio de las medicinas por parte de las grandes corporaciones consiste en la omisión mediática en las que dichas compañías pueden influir para no difundir los daños secundarios que ciertos fármacos pueden generar en su consumo. En 2022 se dictó en Estados Unidos una resolución legal que sancionaba a la empresa Sanofi, después de varias demandas individuales y una colectiva, donde las investigaciones demostraron que el medicamento antiepiléptico Depakine, uno de los más vendidos durante 50 años, causa afectaciones al feto en mujeres embarazadas, ocasionando graves daños neurológicos en los niños, incluso lesiones y homicidio por negligencia. En una situación similar en el año 2009 se encontraría la píldora Mediator o benfluorex , elaborada por la empresa Servie, utilizada para tratar el sobrepeso en pacientes con diabetes. Entre los delitos imputados a la farmacéutica se encontró: engaño, fraude, tráfico de influencias, lesiones y homicidio.

Dentro de los medicamentos de uso común como los analgésicos que contienen paracetamol (acetaminofén) destinados a enfermedades leves, los cuales se consumen cotidianamente por niños y adultos en Latinoamérica, pasa desapercibido en muchos casos que estos son una causa frecuente de daño hepático, al igual que los antiinflamatorios o esteroides como el naproxeno, diclofenaco, e ibuprofeno. Se incluyen en esta lista las píldoras anticonceptivas, Amoxicilina-clavulanato, Tetraciclinas, Ketoconazol, entre otros.

Las consecuencias adversas vendrían no solamente por parte de los productores, sino también por el abuso de los consumidores y la farmacodependencia. Datos de la organización panamericana de la salud (OPS) expone que en muchos hospitales públicos de Latinoamérica, donde hay elevada demanda de atenciones médicas, se ejerce una prescripción exagerada de antimicrobianos de alto espectro, se prioriza resolver de manera inmediata al paciente, acudiendo a antibióticos que deberían tener un uso menor dado que generan impacto en la resistencia antimicrobiana, la cual es detectada como una gran amenaza a corto plazo para la salud regional e incluso a nivel mundial.

Investigadores no alineados a las farmacéuticas

El campo mediático digital que en la actualidad nos sitúa en lo que llamamos «la era de la información» ha permitido el aporte planetario de expositores a través de las redes sociales, mostrando diferentes puntos de vista ante el funcionamiento del sistema global en el área de la medicina, aquí algunos investigadores han referido información relacionada a la importancia de reincorporar a nuestra cotidianidad el uso de tratamientos naturales como medicina alternativa. En años recientes han acontecido dos muertes de estos profesionales, suscitando en sus seguidores gran atención y polémica por las causas de sus fallecimientos, parte de las especulaciones adjudican estos sucesos a las compañías farmacéuticas.

El puertorriqueño Francisco Antonio Suárez, mejor conocido como Frank Suárez, fundador de Natural Slim, sería encontrado muerto en su recinto en la ciudad de San Juan, Puerto Rico, el mes de febrero del 2021; las investigaciones judiciales determinaron que fue un suicidio ejecutado por el investigador lanzándose del balcón desde un noveno piso.

El autor había adquirido gran fama como youtubero de la salud a partir del uso de medicina natural y las funciones propias del metabolismo, su celebridad obedecía a los palpables resultados que experimentaban sus miles de seguidores en distintos países latinoamericanos, publicó cinco libros con más de cinco millones de copias vendidas, y sus centenares de videos educativos presentaban más de 10 millones de visitas mensuales.

Como parte de sus campañas para mejorar la salud, denunciaba que las farmacéuticas llevan a cabo estudios fraudulentos en los cuales compran a miembros del cuerpo científico para certificar los resultados, de tal forma se promueve la venta de determinados medicamentos aprovechándose de la confianza de las masas en dichos estudios clínicos.

Antes de su muerte Suárez dio a conocer que sus investigaciones relacionadas a tratamientos alternativos contra el cáncer estaban casi listas para ser publicadas en su próximo libro, tras años de estudios se había enfocado en encontrar la forma de contrarrestar cualquier tipo de cáncer de manera natural, a partir de controles en el metabolismo y vitaminas regeneradoras de células. También explicaba que entre los practicantes alternativos que tratan el cáncer hay que tomar en cuenta la relación directa que parte de los problemas activos de nuestra dentadura hacia los distintos órganos del cuerpo. Después del sombrío suceso el escrito investigativo jamás salió a la venta, por el contrario, desapareció.

En mayo del 2023 el Dr. Rashid Ali Buttar habría fallecido a los 57 años, por causas aún desconocidas. Ante el contexto de la pandemia COVID-19, Buttar se dio a conocer en importantes medios de comunicación haciendo severas críticas contra los componentes de las vacunas y la función de estas como estrategia de orden global. El doctor asistió en 2022 a una entrevista en la cadena de noticias CNN, en la cual expuso que en múltiples ocasiones lo habían querido envenenar, también manifestó en sus redes sociales que se encontraba bajo amenaza, advirtiendo que él no padecía de depresión, ni pretendía suicidarse, en caso de que le sucediera algo y que las investigaciones se valieran de este tipo de argumentos. Unos meses después llegaría la muerte del especialista; a pesar de su fama, aún hay escasa información al respecto.

Acercarse a las raíces

El especialista en metabolismo Frank Suárez, explicó en su video #1263, encontrado en YouTube, titulado: ¿Por qué la ley prohíbe los medicamentos naturales? que:

El costo para patentizar un medicamento alcanza un promedio de 800 millones de dólares, de esta forma la U.S Food & Drug Administration (FDA) la cual ejerce políticas regulatorias globales, prueba que una sustancia natural establecida, puede curar una enfermedad. Bajo estos parámetros los inversionistas patentizan los fármacos (drogas) y los médicos no pueden recetar un producto natural o una droga que no haya sido previamente aprobada; así cualquiera que venda una droga debe tener una licencia y pertenecer al grupo de las farmacéuticas.

En otras palabras, diría el experto que el proceso de producción, venta, y distribución de medicinas está determinado por inversiones millonarias, las cuales a su vez exigen rentabilidad y exclusividad. Menciona Suárez que, ante un sistema que ha mostrado a partir de unas décadas ser cada vez más drástico, vale la pena reconocer algunas alternativas que la naturaleza nos concede para mejorar nuestra salud, donde tan solo una planta como la cúrcuma presenta propiedades de analgésico, antioxidante, antitumoral, antiartritis, neuroprotectora, antiinflamatoria.

El área centroamericana ha mostrado en estudios realizados por investigadores de productos naturales pertenecientes a la Red Alfa ser una de las zonas más ricas en cuanto a flora medicinal. En un espacio de 138 mil kilómetros cuadrados comprendidos desde Panamá hasta las costas del Pacífico y el golfo de México, se identificaron en 2008 24 mil especies de plantas curativas, 5 mil de estas son comunes.

Finalmente, se puede considerar que el actual frenesí de consumo opera cíclicamente con el negocio de los medicamentos, la alteración de los alimentos en productos procesados y la contaminación ambiental generan grandes padecimientos que implican demandas de fármacos a cualquier precio, muchos de estos de forma vitalicia. A pesar de los marcados avances de la ciencia, cabe preguntarnos: ¿cuál sería el objetivo real de las farmacéuticas bajo la potestad de las grandes corporaciones?, ¿será la búsqueda de la salud común, o el enriquecimiento indefinido? Quizá pueda resultar sorprendente acercarnos al entendimiento integral de las plantas, lo cual, al igual que a nuestros ancestros, debería ser parte de nuestra enseñanza desde la escolaridad. Se hace cada vez más necesario tener un margen de autonomía en nuestras medicinas, ya que el actual sistema de desarrollo sienta sus bases en un gran contraste: la producción de conocimiento y la devastación del comercio.

Notas

Deutsche Welle. (2021). The Power of the Pharmaceutical Consortiums. DW Documentary YouTube.
Ferragud, C. (2021). El nacimiento del medicamento industrial. Saberes en acción, grupo interuniversitario López Piñero.
Guerrero Portilla, L. (2008). Centroamérica posee gran riqueza en plantas medicinales. Universidad de Costa Rica.
Jiménez Córdoba, J. (2019). La resistencia a los antibióticos empeora y más de 10 millones de vidas podrían perderse. Universidad de Costa Rica.
Menéndez , E. (2022). Orígenes y desarrollo de la medicina tradicional: una cuestión ideológica. Revista Scielo, Argentina.
Tabakman, R. (2022). Abuso de antibióticos en hospitales de Latinoamérica. Red de salud de Cuba, IFOMED.
Tácuna Calderón, A.·( 2020). Estrategias de la OMS sobre medicina tradicional. Revista Scielo, Perú.