Los seres vivos migran principalmente por supervivencia. Cuando los recursos (léase alimento, clima o pareja) se han alterado en una zona, hay que buscarlos en otra región, incluso si esto implica moverse decenas y hasta miles de kilómetros. La mayoría de las migraciones animales se realizan en grupos como bien observamos en las aves e incluso insectos. Al realizarse estos movimientos durante siglos, esta conducta queda grabada ecológica, genética y evolutivamente en ellos.

La distancia más larga recorrida por un ser vivo la alcanzan los charranes o gaviotines árticos (Sterna paradisaea) que migran anualmente del polo norte al sur unos 80 mil kilómetros. Esta pequeña ave que pesa menos de 125 gramos busca las zonas más productivas de larvas de peces y crustáceos del planeta para su alimentación. Los insectos son otros maratonistas aéreos y es el caso de la libélula Pantala flavescens que alcanza a volar 18 mil kilómetros desde la India al Este de África.

En los océanos las migraciones notables son realizadas por las ballenas y grandes peces como los tiburones y atunes. La distancia más larga recorrida por un mamífero la logran las yubartas o ballenas jorobadas (Megaptera novangliae) alcanzando casi 8 mil kilómetros desde Costa Rica hasta la Antártida. Pero, un tiburón blanco ¿hembra? nombrado «Nicole» logró navegar 11 mil kilómetros desde Suráfrica hasta Australia.

Los campeones marinos parecen ser las solitarias tortugas marinas, un cardón o laúd (Dermochelys coriacea) marcó récord de 20 mil kilómetros entre Indonesia y la costa Pacífica de Norteamérica. En nuestro Atlántico es conocido que esta especie va de sus áreas de reproducción en Trinidad hasta Canadá para alimentarse de la abundancia de medusas en los meses de verano que están a más de 7 mil kilómetros entre el Trópico y el frio norte.

Las tortugas verdes (Chelonia mydas) son otros campeones de los límites del esfuerzo animal, hasta cuatro mil kilómetros, desde Somalia hasta el Archipiélago de Chagos en el Océano Índico.

¿Pero cómo se miden están largas distancias y cuánto tiempo toman? Uno de los mejores métodos son los rastreadores satelitales que nos dicen en tiempo real desde donde se coloca el instrumento hasta que la batería se agota máximo tres años permitido por la tecnología actual. Se puede ver todo lo que navegó el animal, igual esto se ha miniaturizado incluso para descubrir cómo se mueven organismos tan pequeños como insectos hasta neonatos de quelonios oceánicos. Ahora, antes de los Sat trackers existían las placas o tags de identificación y estos siguen ayudando a conocer esas rutas migratorias y cuánto puede vivir un organismo.

En Venezuela, precisamente en Isla de Aves está el segundo lugar de anidación de tortugas verdes del Mar Caribe, allí un amplio programa de marcaje estableció que las migraciones de este reptil se reportan desde República Dominicana hasta Nicaragua. Un migrante más discreto es la tortuga en mayor riesgo de extinción que es el Carey (Eretmochelys imbricata). Esta especie recorre distancias de miles de kilómetros. En nuestro país no hay estudios de movimientos del carey, sin embargo, el 25 de octubre de 2023 nuestro equipo de trabajo en el Golfo de Paria encontró un ejemplar macho subadulto de 76 centímetros largo curvo de caparazón -LCC- marcado con las placas X113 y X114 frente a playa Los Garzos, que es el segundo lugar de anidamiento en la región.

Llamando esa noche a los colegas latinoamericanos se determinó que este carey fue marcado el 16 de septiembre de 1998 en el islote Monitos en Puerto Rico cuando era un juvenil de solo 30 centímetros (LCC) por Robert Van Dan y Carlos Diez. Podemos especular que este tortugo nació en Los Garzos a mediados de los 90, nadó hacia el norte saltando las islas en el arco de Las Antillas hasta llegar a las zonas de alimentación entre República Dominicana y Puerto Rico… a 1.100 kilómetros de Venezuela. Mas nunca se volvió a capturar según los investigadores boricuas, hasta este miércoles pasado luego de 25 años cuando fue capturado en Paria.

Las marcas lucían pequeñas y recrecidas por el tejido de las aletas pectorales hacia la letra X, su caparazón era menos vistoso y cerca de la cola tenía una vieja herida quizás de propela de lancha. Los asistentes del proyecto Macuro remarcaron a este macho con las placas V014M V015M y lo retornaron al mar. Según los estudios de promotores genéticos un carey puede vivir hasta 53 años, así que aún le queda a este tortugo para reproducirse y seguir viajando por los mares.