En el mundo de la moda, se distinguen algunas capitales importantes, en estos lugares se llevan a cabo año tras año, los desfiles más relevantes de la industria; son ciudades emblemáticas y cargadas de historia que albergan un gran encanto y suelen ser cunas de las nuevas tendencias.

Dentro de esta lista podemos encontrar lugares como París, Nueva York, Milán, Berlín, Londres y Tokio, siendo esta última una ciudad que destaca por tener una visión única e innovadora de la moda, fusionando su rico patrimonio cultural con las tendencias más vanguardistas.

Es ampliamente conocido que la sociedad japonesa se caracteriza por buscar homogeneidad, discreción y uniformidad, desde sus costumbres sociales hasta su forma de vestir, debido a esto, sobresalir por tener un estilo personal no solo representa una forma de expresión, sino también un medio para retar al esquema social.

Los jóvenes se han encargado de convertir su capital en un terreno fértil para la experimentación y originalidad, resaltando por su fuerte sentido del individualismo y creatividad.

En Tokio, dentro del distrito de Shibuya, podemos encontrar una estación llamada Harajuku. Es una de las sedes de la moda más importantes del país, ahí se concentra el street style, las subculturas y el entretenimiento dirigido a los jóvenes.

En las últimas décadas, este barrio ha evolucionado hasta convertirse en un lugar de referencia para aquellos que buscan experimentar y encontrar inspiración.

Es ahí donde surge el estilo vintage remake, conocido también como fashion remake e incluso harajuku style. Se trata de una corriente que ha ganado gran popularidad en los últimos años; esta se basa principalmente en la personalización de prendas de vestir.

Su objetivo es mostrar una perspectiva distinta del resto de las tendencias. La manipulación y transformación de prendas es la clave para lograr el efecto que desean, utilizan técnicas de corte, costura y decoración para darles un aspecto único y extravagante.

Muchas de estas piezas son confeccionadas por ellos mismos, aunque ahora se pueden encontrar cada vez más tiendas especializadas en vintage remake, actualmente surgen cada vez más diseñadores y creativos que se encargan de la curaduría de las piezas originales para después intervenirlas con más ropa o con materiales que hagan buen juego.

Se encargan de interferir y personalizar cada atuendo, cortan, rasgan y pintan, realmente no hay reglas, lo que buscan es crear algo nuevo con algo que ya existía.

Una de las claves para lograr este estilo es el mix and match, mezclar estilos, acabados y telas, también se busca combinar lo nuevo y lo vintage, lo ajustado y lo oversized, fast fashion y marcas de lujo.

Se usan diferentes logotipos de marcas, bloques de color y patchwork, agregan cadenas, encajes, unen prendas totalmente diferentes y juegan con las siluetas.

Es una técnica que se basa en los contrastes y en una supuesta incongruencia visual, siempre persiguiendo ese toque handmade y ecléctico.

Estos conceptos de renovación y reutilización han sido muy practicados últimamente en la industria de la moda como consecuencia de las circunstancias ambientales que se sufren ahora en el mundo, pero no es nada nuevo en Japón.

Tendencias como el remake, tienen sus orígenes hace décadas, basadas en una técnica textil japonesa muy antigua conocida como Boro, que significa «retazos de tela». Esta técnica consiste en remendar prendas que muestran un gran desgaste, dándoles un nuevo ciclo de vida.

Era practicada principalmente por campesinos que, por la difícil situación económica en la que se encontraban, se veían en la necesidad de hacer que su guardarropa no solo durara toda su vida, sino que incluso fuera heredado.

La sociedad japonesa tiene un profundo respeto por el medio ambiente y por el trabajo de otros, por eso, evitan malgastar materiales y objetos. Este enfoque se refleja en el concepto japonés de mottainai, que podría traducirse como «sentir pena por desperdiciar algo que todavía puede usarse».

Este sentimiento los llevó a recolectar trozos de tela, restos de hilos, botones sobrantes y otros materiales, que se guardaban por generaciones para poder reparar su ropa.

Como resultado, los textiles creados a través de la técnica Boro eran únicos, con texturas, materiales e historias muy interesantes, muy parecido al fashion remake.

La ropa reparada con esta técnica tenía una estética distintiva y un carácter único, ya que no se buscaba esconder los remiendos, los arreglos eran visibles y le otorgaban cierto valor.

El tipo de bordado que se usaba era grueso y con tonos diferentes a la prenda reparada, así que terminaba llamando la atención y siendo realmente evidente.

Este enfoque en la sostenibilidad y la conservación de los recursos ha tenido un impacto significativo en la moda japonesa contemporánea, y ha llevado a que muchos diseñadores y subculturas incorporen elementos de la técnica Boro y de la filosofía mottainai en sus diseños, como ya lo vimos en el vintage remake.

Lo que en algún momento pudo ser señal de pobreza, hoy puede apreciarse por su valor creativo y la historia de su portador.

La reinterpretación de vestimenta antigua y la fusión del pasado y el presente es una forma de preservar la historia y la cultura, así como promover la sostenibilidad y la innovación.

Además, el reciclaje y la reutilización de indumentaria antigua también contribuye a reducir el impacto ambiental de la industria, lo que convierte a las nuevas técnicas de transformación y renovación de ropa, en alternativas más sostenibles y responsables. Se le da una vida nueva a algo que, de otra forma, terminaría en la basura.