He venido siguiendo con interés el debate mundial sobre la mejor opción para sustituir los combustibles fósiles en el sector transporte. Resumiré aquí lo que he observado en la COP 26 en Glasgow, Escocia y en los reportes especializados como los de la AIE y de otros actores.

Todo indica que los vehículos eléctricos serían los dominantes en el transporte urbano para autobuses y automóviles familiares (ver fotos) y parece factible que a nivel global la electricidad sea generada con fuentes renovables entre 2030-2050. Los vehículos eléctricos pasarían de un minúsculo 5% de las ventas anuales hoy, a un 60% para el 2030.

Alternativamente los equipos pesados, camiones de carga, el transporte aéreo y marítimo necesitarán de fuentes como el hidrógeno, que tiene la ventaja de poseer una mayor densidad energética. Al hidrógeno se le agrega la palabra verde cuando se produce con electrólisis utilizando fuentes renovables. El hidrógeno permite usar alguna de la infraestructura que hoy usamos con los derivados del petróleo. Ese proceso va más lento, pero para el 2050 se espera esté a todo vapor.

Desde hace casi 25 años, Costa Rica produce su electricidad con fuentes renovables tales como geotermia, hidroeléctrica, solar, eólica y biomasa. Desde hace más de 10 años casi el 100% es basado en fuentes renovable, también tiene proyectos piloto exitosos en la producción de hidrógeno verde para la industria y el transporte en este caso gracias al astronauta americano-costarricense Franklin Chang que ha persistido en liderar el esfuerzo costarricense.

Un segundo actor relevante es Uruguay. A fines de 2019, la Agencia Internacional de Energía (AIE) calificó a Uruguay como «líder de América Latina en producción de energía y cuarto en el mundo en cuanto a niveles de generación eléctrica con fuentes eólica y solar».

Uruguay modificó su matriz energética en menos de 15 años. Para el 2019 representaron el 98% de la matriz energética, mientras que en 2005 eran 37%, de acuerdo al Balance Energético 2019 de la Dirección Nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería de ese país.

El tercer actor regional es Chile, país que apuesta a ser el líder regional en la producción de hidrógeno y convertirlo en un producto de exportación tan solo comparable al cobre en escala e importancia. El 23 de agosto del 2021, inauguró una planta de hidrógeno verde a partir del agua usando energía solar con una planta ubicada en la comunidad de la Colina.

La meta del Gobierno chileno es desarrollar una industria que exporte más de US$30 mil millones al año, un nivel cercano a las exportaciones actuales de cobre.

En otras palabras, según el Reporte especial de la AIE y lo que pude observar y escuchar en la COP 26, se ha dado el banderazo de salida para convertir la energía mundial en CO2 neutral para el 2050. Algunos países Latinoamericanos como Chile, Costa Rica y Uruguay, están bien posicionados -quizá sin ser plenamente conscientes de ello-para atraer empresas electro-intensivas y para exportar energías limpias en un mundo CO2 neutral. Por los acuerdos de la COP 26, para el año 2030 se sabrá quiénes encabezan la competencia y para el 2050 quienes quedaron rezagados.