Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.

(Gabriela Mistral)

Desde hace 10 años que Chile enfrenta la que es ya considerada una mega sequía o la peor sequía de su historia, que abarca a seis regiones al norte y sur de la capital, incluyendo Santiago. Esta vasta zona concentra a cerca del 80% de la población, donde miles de animales han muerto de sed y otros han debido ser trasladado hacia el sur, a lugares con agua fresca y pastos. Una parte importante de la carencia de agua es consecuencia de los ciclos naturales, pero al menos un 30% es resultado de la acción humana, según señalan los científicos. De acuerdo al censo de 2017, el 10,1% de la población chilena es rural, lo que equivale a 1,7 millones de personas, aproximadamente. La mitad de esa personas viven sin agua potable y 380.000 no tienen acceso al agua, es decir, son abastecidas por camiones aljibes. Estos datos son tomados principalmente del estudio publicado en diciembre de 2019, titulado Pobres de Agua. Radiografía del agua rural en Chile: Visualización de un problema oculto, efectuado por la Fundación Amulén, en conjunto con la Universidad Católica de Chile, durante siete meses y donde trabajaron 17 expertos.

La pandemia de coronavirus, como en todo el mundo, golpea a ricos y pobres, siendo diferentes los medios y las medidas para combatir la enfermedad. Chile tiene un buen servicio de salud pública, pero insuficiente en tiempos normales, que atiende al 80% de la población. El país también cuenta con uno privado, muy eficiente, donde están afiliados el 14,4% que puede pagar. Por su parte, las Fuerzas Armadas y otros sectores, que representan el 2,8% de la población, tienen su propios sistemas, mientras que un 2,8% de las personas de menores ingresos no tienen nada. La actual crisis sanitaria pondrá a prueba la capacidad y fortalezas para atender a todos ellos.

Al día de hoy, 6 de de abril, las cifras que deja el Covid-19 son de 4.471 personas contagiadas, 34 fallecidas y 618 recuperadas. El Gobierno, hasta hoy, ha sido bien evaluado en términos generales por su gestión para enfrentar la enfermedad. Rápidamente decretó estado de emergencia, toque de queda, cordones sanitarios y otras medidas.

Entre las recomendaciones universales indicadas por la OMS para evitar contagios, está el lavado frecuente de manos, de por lo menos 20 segundos y con jabón. ¿Cómo lo pueden hacer esas 380.000 personas que no tienen acceso al agua? ¿Cómo se pueden proteger? La correlación entre la falta de agua y la extrema pobreza es casi perfecta, señala el estudio de Amulén. En estas circunstancia afloran las contradicciones del modelo económico chileno que ha privilegiado el crecimiento de lo privado sobre lo público y que podría reflejarse dramáticamente si es que la pandemia continúa su curva ascendente, como ha sucedido en otros países.

La ciudad de Santiago, con más de siete millones de personas, puede que sea severamente afectada por la falta de agua en el corto plazo, es decir, a partir del próximo año. Dependerá de si en la temporada de lluvias, que se inicia en abril y termina en septiembre, alimentará los embalses, ríos y lagos que esperan el preciado líquido. Hay zonas donde las empresas privadas dedicadas a la agricultura y que poseen los derechos de aguas sobre ríos y napas subterráneas, han dejado literalmente secos a lagunas y fuentes de abastecimiento.

La Constitución que rige en Chile fue redactada y aprobada bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet, en 1980, sin asamblea constituyente ni debate democrático y sin mujeres. Solo un pequeño grupo de hombres designados de su confianza. Ellos pusieron el marco jurídico al proceso privatizador de la economía que incluyó el sistema educacional, la salud, las pensiones. También, las empresas públicas y el agua. Al respecto señala la Constitución en el capítulo III, De los Derechos y Deberes Constitucionales, en su artículo 24:

Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos.

Esta norma, clarísima en su redacción, es la responsable que los derechos de usos de aguas que concedía el Estado gratuitamente se privatizaran y que las empresas públicas que gestionaban el agua y servicios sanitarios, fueran vendidas a privados. No es responsabilidad de las empresas extranjeras que hoy controlan el agua en Chile, fue la autoridad nacional la que se los entregó. Es efectivo que en muchos países existe el mercado del agua, pero ello es temporal, sujeto a leyes y no a perpetuidad, como en el caso chileno. Además, ninguno de esos países tiene consagrado en su Constitución la propiedad privada del agua. Chile es el único país en el mundo. Es efectivo que gran parte del proceso privatizador del agua se efectuó en democracia, donde la voz de la gente no fue escuchada. Los pocos políticos que se opusieron a ello tampoco y las veces que se ha pretendido cambiar esta norma, los sectores conservadores se han opuesto sistemáticamente, no otorgando los votos para lograr los 2/3 que requiere una reforma constitucional de esta naturaleza.

Otros países han intentado privatizar el agua. Conocido es el caso de Italia, en 2011. El entonces presidente del gobierno, Silvio Berlusconi, llamó a un plebiscito con ese propósito donde también se consultaba sobre la introducción de la energía nuclear. Contrariamente a lo esperado, se produjo una alta participación popular llegando casi al 60% de personas que salieron a votar. El resultado fue categórico: 95% de las italianas e italianos rechazaron ambas propuestas por lo que el agua sigue siendo pública y no se construirán centrales nucleares.

Una vez terminada la pandemia, el día después, se espera que muchas cosas cambien y con cierta inocencia u optimismo, se señala que el capitalismo será reformado, humanizado, que cuidaremos el planeta, atenderemos el cambio climático. Esperemos que sea así. En Chile, el plebiscito para votar si chilenas y chilenos desean una nueva Constitución, acordado para el el próximo 26 de abril, fue postergado para el 25 de octubre como consecuencia de la pandemia. También se votará la fórmula para elegir a los constituyentes: si serán 100% electos o si la mitad será parte de los actuales congresistas.

Si se aprueba la redacción de una nueva Carta Magna será discutido, entre otros temas, la propiedad del agua. Las utilidades o ganancias monetarias no pueden condicionar el acceso y uso a un bien público de primera necesidad. Que Chile sea el único país en el mundo donde el agua es privada obedece solamente a la permeabilidad de gobiernos democráticos que terminaron asumiendo como propios principios del neoliberalismo extremo que se legitimó en el tiempo y que hoy es responsable del estallido social que sacude a la sociedad chilena. Todas las encuestas señalan hoy que se aprobará una nueva Constitución. Si bastara solo un motivo para salir a votar le 25 de octubre, ese debe ser para terminar de una vez con la propiedad privada del agua.