Su privilegiada ubicación entre la costa del mar y la sierra Madre Oriental, con distintas elevaciones del terreno cubiertas siempre de vegetación, clima cálido, lluvias abundantes y ríos caudalosos, fueron los elementos determinantes que atrajeron desde tiempos tempranos a los pobladores de la región del Golfo de México. Esta amplia región, que abarca los actuales estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, San Luis Potosí, Hidalgo y Querétaro, ha sido una zona estratégica de contacto, comunicación y comercio desde el Preclásico, alrededor de 2000 a.C., hasta nuestros días.

Desde hace muchos años, se tiene la idea preconcebida de que en las costas del Golfo solo habitaron los olmecas en el periodo Preclásico a quienes se les adjudica el origen de las pautas culturales que caracterizan a las sociedades prehispánicas: la construcción de edificios ceremoniales, estructuras sociales bien definidas, el desarrollo de un estilo artístico claramente reconocible y la realización de rituales complejos. Un poco menos se conocen a los totonacos del periodo Clásico, quizá solo reconocibles por sus características figurillas de caritas sonrientes, mientras que las culturas de la huasteca son mucho más desconocidas. Pero ha sido en últimas décadas que la arqueología de la costa del golfo ha generado un cúmulo de información nueva que invita a revaluar estas y muchas otras interpretaciones tradicionales. Hoy en día es claro que se trata de una región multicultural que fue habitada por hablantes de alrededor 20 lenguas diferentes y que entre ellas hubo una relación dinámica que perduró durante tres milenios.

Este dinamismo cultural dejó huellas en el registro arqueológico, mismas que son el eje principal de la exposición Golfo. Mosaico ancestral, exposición que reúne mil 354 objetos e introduce al visitante a las diferentes voces que nos dan a conocer nuevos aspectos sobre la compleja región que fue la costa del golfo. La muestra es una exposición temática y aborda siete temas: las mujeres y hombres de la costa del golfo a través de sus esculturas; el lenguaje visual y escrituras; las influencias; las ofrendas; los yugos funerarios; la organización social, política y económica; y las joyas del pescador. En estos temas están representados más de 40 sitios de los estados de Veracruz y partes de Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro y Tabasco. Los acervos que aquí se reúnen por primera vez son del Museo de Antropología de Xalapa, el Instituto Estatal de Cultura de Tabasco, dos resguardos particulares del municipio de Jáltipan, el museo regional de San Andrés Tuxtla, al igual que de diez diferentes centros de investigación, museos y zonas arqueológicas del Instituto Nacional de Antropología e Historia en los estados y en la capital. En esta ocasión se exhiben piezas que nunca antes habían sido expuestas fuera de sus respectivos lugares de origen, tal como: “la mujer escarificada” de la antigua ciudad huasteca en Tamtoc en San Luis Potosí; el “bloque de Cascajal” y el “joven de Chiquipixta”, ambos olmecas del sur de Veracruz. También por primera vez que exhiben piezas nunca antes vistas juntas, tal como las ofrendas de El Manatí y La Merced en Veracruz y la ofrenda de Ojoshal, de Tabasco; al igual que los conjuntos de yugos de Cerro de las Mesas y otros sitios en el centro de Veracruz; el conjunto escultórico de Los Azuzules, Veracruz y un extraordinario incensario tabasqueño. El objetivo no es simplemente admirar la belleza de los objetos, sino acercar al visitante a sus contextos y funciones.