«La asexualidad es como cualquier otra identidad —en su núcleo, es solo una palabra que usa la gente para ayudar a descifrarse a sí misma. Si en algún momento alguien encuentra la palabra asexual útil para describirse a sí misma, los alentamos a usarla por el tiempo que tenga sentido hacerlo».

(Aven)​

Revisando mis artículos me he dado cuenta de que hace ya varios meses que no hablo de sexo, sexualidad o algo por el estilo. Hay que remediar este hecho. Aprovecharemos además el hecho de que estamos en junio – mes de la visibilidad LGBTQA+ - para echar algo de luz sobre la sexualidad invisible.

Antes de empezar, es importante puntualizar el hecho de que no soy sexóloga o experta de ninguna manera en orientaciones sexuales. Simplemente me llama la atención que, en un mundo inherentemente sexualizado, en el que todo está de alguna manera relacionado con el sexo, exista una orientación que no siente atracción sexual. Esta orientación se conoce como asexualidad.

Una persona asexual es aquella que - como el nombre bien indica – no siente atracción sexual. Estudios han demostrado que, aproximadamente un 1% de la población mundial es asexual. Se trata de una orientación descubierta accidentalmente en 1948, durante un estudio realizado por el Dr. Alfred Kinsey, en el que se estableció la conocida como escala de Kinsey. El Dr. Kinsey quería demostrar que la sexualidad del ser humano no puede dividirse en dos rígidas categorías (heterosexualidad y homosexualidad) sino que hay una escala que establece diferentes grados de comportamientos sexuales. La escala va del 0 al 6, estableciendo porcentajes de contactos homosexuales y heterosexuales, estableciendo una séptima categoría (x) para el individuo Asexual, que no presenta atracción sexual.

Naturalmente, con el paso del tiempo, se han ido descubriendo más facetas de esta orientación. AVEN (la Asexual Visibility and Education Network) es, a día de hoy, una de las pocas redes de información dedicadas exclusivamente a esta orientación, esforzándose por aclarar aquellas dudas y ofrecer un sistema de apoyo, que incluye fórums, links a diferentes estudios y ensayos.

El problema con la asexualidad es que, al estar en un mundo altamente sexualizado y al tratarse de una orientación invisible, se han establecido una serie de mitos que pueden causar mucho daño a aquellas personas que se encuentran dentro de esta orientación. La desinformación siempre es un problema, pero el descubrimiento de la identidad sexual se realiza durante la adolescencia, momento en el que se es mucho más vulnerable. La desinformación puede llevar a jóvenes a creer que están condenados a permanecer solos, que «no son normales», que son «frígidos» o que están «rotos».

Relaciones sentimentales

Uno de los mitos más extendidos sobre las personas asexuales es que son incapaces de sentir amor. Que son frías y solitarias. Esto se debe probablemente al hecho de que se suele medir el amor con el deseo sexual. Lo vemos constantemente en nuestras narrativas de entretenimiento: el beso rompe el hechizo, la pareja se pierde en un apasionado abrazo, las palabras «te quiero» la puerta antes del polvo. Así pues, es bastante normal preguntarse: si una persona asexual no siente ese impulso, ¿cómo puede sentir amor? ¿Cómo puede pretender mantener una relación sentimental con nadie?

La gente asexual tiene las mismas necesidades emocionales que cualquier otra persona y, como cualquier otra, encuentran satisfacción de diferentes formas. Algunos deciden permanecer solos, otros son más felices con un grupo de amigos íntimos y no tienen deseo o necesidad de formar una relación amorosa. Otros buscan alguien con quien formar una pareja estable, ya sea asexual o sexual. Una relación íntima se puede llevar a cabo con o sin sexo y el aspecto de la misma depende de los compromisos y la comunicación entre las partes involucradas.

«A diferencia de la gente sexual, los asexuales tenemos pocas expectativas sobre cómo funcionarán las relaciones íntimas. Decidir cómo coquetear o cómo ser íntimos o monógamos en una relación no sexual puede exigir mucho esfuerzo, pero sin expectativas sexuales podemos formar relaciones basadas en nuestras propias necesidades y deseos».

(Aven)

Soy Asexual, no ciega

La gente que se identifica como asexual, no es una amebas, una flor, ni un caracol. Tiene, por tanto, deseos de conexión humana y puede sentir atracción por otras personas. Puede encontrar a alguien físicamente atractivo, incluso sin sentir la necesidad de quitarse la ropa y mantener relaciones con este alguien. La atracción en la gente asexual, suele experimentarse con el deseo de acercarse a alguien, de conocerlo mejor y pasar más tiempo con este alguien. Esta atracción suele sentirse hacia personas de uno o más géneros particulares, de manera que se identifican como homorrománticos, heterorrománticos, birrománticos o panrománticos.

Mitos y desinformación

  • La asexualidad y el celibato no son sinónimos. El celibato es la elección de no mantener relaciones sexuales derivada de creencias religiosas, espirituales o personales, mientras que una persona asexual puede mantener relaciones sexuales, pero no siente atracción sexual.

  • Deriva de un trauma/asalto. Esto no es verdad. Si bien es cierto que una experiencia traumática puede reducir la libido, o provocar rechazo hacia los actos sexuales, asexual es algo que se es de nacimiento.

  • Es una enfermedad. Esta afirmación equivale a la aserción de que la homosexualidad es una enfermedad.

  • Se puede curar «encontrando a la persona correcta». Dado que no se trata de una enfermedad, tampoco tiene ‘cura’. Un equivalente más común, sería la afirmación de que la homosexualidad se puede curar «con un buen polvo» del sexo opuesto. No es cierto, y la propagación de esta forma de pensar es dañina.

  • La gente asexual tiene fobia al sexo. Esto es una cuestión de grados y gustos. Hay gente que rechaza por completo la noción de la intimidad sexual y otros que no tienen problema en participar en este tipo de actos. Existen estudios que demuestran que una parte importante de la comunidad asexual se masturba y que, en algún momento han participado en actos sexuales – bien durante una fase de experimentación y ‘encontrarse a sí mismo’, bien al estar en relaciones sentimentales con personas sexuales.