Hay personas que consideran que dormir es una pérdida de tiempo, que lo único que se hace es quitar ese tiempo de otras actividades o del ocio, pero, ¿realmente el sueño es importante?

Según la aproximación de las neurociencias, desde hace mucho que se conoce la necesidad de dormir unas ocho horas al día, ya que mientras el cerebro está en reposo, está teniendo períodos de actividad frente a inactividad, a los que se denominan fase MOR y No MOR, siendo MOR las siglas de Movimientos Oculares Rápidos (quizás lo conozcas por sus siglas en inglés, fases REM y No REM, siendo REM las siglas en inglés de Rapid Eye Movement). Todo ello con la finalidad de ayudar al cerebro para registrar los acontecimientos vividos durante ese día, de ahí que si un estudiante no duerme, por mucho que estudie le costará más aprender. Igualmente, durante el sueño, el sistema inmune está realizando una intensa labor para corregir los daños o desgastes producidos durante el día, con lo que dejar al cuerpo “listo” a la mañana siguiente.

Tal es la importancia del sueño, que, si no se duerme nada, el cuerpo y la mente se ven afectados, de tal manera que, pasado excesivo tiempo, de varios días o semanas sin dormir, puede incluso llevar a la muerte del sujeto. Pero antes de ello se empiezan a sufrir todo tipo de “achaques” como alucinaciones, pensamientos paranoicos, delirios…

Pero si es cierto esta relación entre el sueño y la salud física y mental, igualmente es cierta la relación contraria, es decir, cuando el organismo está enfermo o tiene fiebre, la persona tiene una tendencia “natural” a querer reposar y descansar. Igualmente, cuando una persona tiene una enfermedad neurodegenerativa, o un trastorno mental, este va a afectar a la duración y calidad del sueño.

En ocasiones, esta relación está estrechamente vinculada con el dolor, por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Párkinson, donde el dolor que algunas personas llegan a padecer en las fases avanzadas hace que sea prácticamente imposible dormir sin ayuda farmacológica.

Igualmente, ante un Trastorno Bipolar, sobre todo en la fase Maníaca, en donde la persona se cree que es capaz de conseguir cualquier cosa, por muy disparatada que esta sea, en esos momentos de “falsa plenitud”, el paciente no quiere dormir, porque piensa que su “genialidad” se va a desaprovechar mientras duerme, y prefiere tomar café u otras sustancias para mantenerse “artificialmente” despierto, a pesar del riesgo que eso conlleva sobre la salud.

Debido a esta estrecha relación entre el sueño y la salud, se debe establecer una intervención conjunta, de forma que a la vez que se tratan los problemas de salud se ha de hacer lo mismo con el sueño, ya que esto va a ayudar a una recuperación más rápida y en mejores condiciones.

Aprender a tener un sueño de calidad es algo fundamental, ya sea para las personas sanas o no, ya que va a permitir que se pueda disfrutar de una mayor calidad de vida.

Lo recomendado a partir de la infancia es dormir ocho horas diarias, aunque en el caso de los ancianos, estos suelen dormir en dos “bloques”, ya que su sueño se ve interrumpido por la noche, por lo que se levantan, deambulan e incluso leen el periódico antes de volver a conseguir dormirse de nuevo.

Existen muchas recomendaciones además para mejorar la calidad del sueño, como por ejemplo no usar ropas estrechas en la cama, leer antes de acostarse, evitar estimulantes en la cena o no visionar escenas de violencia, ya que todo eso va a afectar al final.

Una práctica de la cual a veces no somos todo lo consciente que debiéramos, pero que si la tenemos en cuenta puede mejorar nuestro estado de salud. Y tú, ¿tienes un sueño de calidad?