Asociar el término serindipity a la obra pictórica de Alain Urrutia, (Bilbao 1981), resultaría sorprendente si no fuera porque él mismo asegura: “un cúmulo de casualidades me han llevado a ser lo que soy”. Si bien comenzó a estudiar diseño en la facultad de Bellas Artes en Italia, el desconocimiento de la lengua y la confusión lingüística hicieron que abandonara el diseño para inscribirse en clases de dibujo y pintura. Fue entonces cuando tomó la decisión de encerrarse en el estudio. Seis años más tarde comenzó a exponer.

Desde entonces, su participación en diversas muestras internacionales le sitúa como uno de los jóvenes creadores españoles con más proyección internacional. Su obra, expuesta en las últimas cuatro ediciones de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCO (Madrid), también ha estado presente en Beijing, el Guggenheim de Bilbao, el ARTIUM de Vitoria o el MAC de A Coruña, formando parte de colecciones de pintura contemporánea tan reconocidas a nivel mundial como la Fundación Barrié.

Afincado en Londres desde 2014, donde según confiesa, “ha ampliado la lista de sus referentes pero sus gustos pictóricos no han variado”, la pintura de Urrutia surge como una inquietud que tiende al desvanecimiento. En su obra, conviven el retrato cotidiano de personajes, a veces desdibujados, y la recurrencia a representaciones icónicas. Trabaja con imágenes preexistentes al estilo Gert Rappenecker o Johannes Kars: fotografías que retratan el entorno cotidiano para alcanzar nuevas interpretaciones a través de la pintura.

Una pintura contemporánea de proceso rápido y recepción lenta. La figuración desaturada de sus piezas transfiere al espectador una sensación de inquietud, la incertidumbre del que no sabe, en realidad, lo que está sucediendo. Una intencionalidad construida a partir de la fragmentación, siguiendo la huella trazada por artistas como Michaël Borremans o Luc Tuymans, para quienes la borrosidad, el afán por desdibujar o difuminar los contornos, es un recurso capaz de conseguir que las cosas se expresen con más fuerza mediante la ausencia.

P. Tus piezas tienen su origen en un archivo fotográfico. Son obras enigmáticas, que pretenden que el espectador no sepa exactamente qué está sucediendo. ¿Cuál es la intencionalidad de trasladar esa sensación de tensión a través de la pintura?

R. En mi trabajo siempre parto de fotografías que recogen la realidad que me rodea. Cada día añado nuevas imágenes. Así, al pintar puedo hablar de cualquier tema. Siempre busco que las imágenes de las que parto tomen nuevas lecturas al ser pintadas. Trato de eliminar su propia historia fragmentando y reconstruyendo la realidad de las mismas. Se trata de un juego de sombras en el que, a través de las capas en blanco y negro y recursos como el reencuadre, se destacan algunos detalles para producir imágenes difíciles de entender. De este modo, consigo que el espectador sea quien complete la lectura de los trabajos o o se pregunte qué es lo que está sucediendo en eso que ve.

P. En algunas ocasiones, te han considerado sucesor de artistas figurativos, interesados en expresar las ideas de una manera implícita, con alusiones indirectas, a través de un collage ambiguo de detalles y fragmentos inconexos. ¿En el entorno del arte contemporáneo, te sitúas en algún movimiento concreto?

R. Como pintor, por el hecho de hacer una figuración desaturada y borrosa, me han considerado muchas veces heredero de lo que el pintor y teórico Jordan Kantor definió como “efecto Tuymans”. Son muchos los artistas que han sido vinculados a ese movimiento: Wilhelm Sasnal, Eberhard Havekost y Magnus von Plessen, entre otros. Es un grupo en el que la pintura es una idea y una forma de pensar sobre la propia pintura. Sin embargo, no creo que sea yo quien tenga que ponerme la etiqueta y, por otro lado, no creo en la separación de las disciplinas. Lo que no pongo en duda es que en mi trabajo se refleja quien soy, y si algo me define, son mis miedos, la perseverancia y la tozudez.

P. En alguno de tus retratos, los rostros están desdibujados. En otras obras, existe la ausencia de rostro en su conjunto o el busto no tiene manos. ¿En qué te inspiras al realizar estas representaciones incompletas y qué deseas transmitir con ellas?

R. Son rostros desdibujados, personajes sin cara, retratos cancelados. La ocultación y el encuadre son dos técnicas importantes de mi trabajo. Cuando hay algo oculto, cuando algo no se muestra, lo que se está haciendo es contar una historia. Habría que hablar de cada trabajo para poder entender lo que se esconde en cada uno. Todo tiene su razón, su historia.

P. Precisamente, muchas de las historias que esconden tus obras se han expuesto en ferias de arte contemporáneo a nivel mundial, entre ellas ARCO. ¿Hacia dónde crees que avanza el binomio arte-cultura si lo situamos en un contexto internacional? ¿Crees que es importante la internacionalización del artista?

R. El arte como la sociedad, se encuentra en un momento en el que tiene que reorganizarse, preocuparse por el sentido de las cosas y replantearse los valores. Siempre he pensado que vivimos en una época para pararnos y pensar. En realidad, no creo que sea yo quien tenga la respuesta de hacia dónde avanza el arte. De hecho, creo que nadie la tiene. En cuanto a la internacionalización del artista, diría que es inexistente. Habría que plantearse si realmente se ha desarrollado alguna política dirigida a eso y, en tal caso, intentar entender que es lo que se ha hecho mal para no haber obtenido frutos. Habría que analizar cómo se ha invertido el dinero público para importar artistas en vez de exportarlos.

P. En 2014, decides trasladarte a Londres para desarrollar allí tu carrera artística. ¿Cómo ha influido esta experiencia en tu manera de entender el arte?

R. Creo que es importante salir y ver lo que sucede en otros lugares. Esta experiencia y vivir en otro entorno, motiva la reflexión en torno al trabajo propio. Contribuye a una profundización formal y conceptual y al desarrollo de nuevos proyectos. Londres es una ciudad dura que exige un esfuerzo inhumano. Aún así es una ciudad muy activa, con mucho movimiento. Durante los primeros meses, me preocupé más en entender la manera en la que la ciudad incidía en mi trabajo. Es ahora cuando puedo ver que, sin haberlo hecho premeditadamente, perseguía una idea muy concreta. En esos trabajos, se entiende el momento en el que me encuentro y los cambios que esto ha generado en mi pintura. En Londres, he ampliado la lista de mis referentes, he conocido a nuevos artistas, he visto nuevas exposiciones que me han interesado y de todo eso aprendo. De una manera inconsciente, lo aprendido aparece en los nuevos trabajos.

P. En 2012, el Museo Guggenheim Bilbao te selecciona para mostrar tu obra con motivo de la iniciativa “El muro de Guggenheim”. Participas en exhibiciones individuales y colectivas y tu obra forma parte de colecciones tan reconocidas a nivel internacional como la Fundación Barrié. ¿Qué significado tienen estos trabajos realizados en el transcurso de tu carrera artística?

R. Son muchos los trabajos que me han marcado. Haciendo un repaso y tomando distancia, intento valorarlos y aprender de ello. Me gusta pensar que la magia de algunos de esos trabajos volverá a estar presente en los que están por venir. Tengo especial afecto a varios trabajos como Chapter II, Dystopia que mostré en el XV aniversario del Museo Guggenheim, Bilbao (Bilbao, 2012); Paraleleloan/en paralelo de la exposición “2014; Antes de irse” en el MAC, comisariada por David Barro en la que participábamos muchos amigos (A Coruña) o la intervención que realicé en Beijing para la exposición “Un disparo de advertencia”, comisariada por Angel Calvo (Lalín, 2011). Respecto a mi aportación artística en la Fundación Barrié, más bien diría que es a la inversa. Es la colección la que me aporta a mí. Me han dado la oportunidad de exponer con artistas a los que siempre he admirado.

P. Esperas, según dices, que la magia de algunas de tus obras realizadas hasta ahora esté presente en las que están por venir. ¿En qué proyectos trabaja ahora Alain Urrutia?

R. En estos momentos estoy con un políptico en óleo de 3.60 x 6,30 metros. No sé si lo terminaré y ni siquiera si se expondrá. Puede que el hecho de no tener una fecha o lugar en mente me de un poco de vértigo. Aún así, es una manera de encerrarme en el estudio y buscar cambios. Tengo claro que con la experimentación el cubo de la basura se llena, pero me preocupa más ver cómo el miedo puede llevarnos al fracaso.

Para saber más sobre Alain Urrutia: www.alainurrutia.com