A veces creemos que podemos apartarnos del mundo.

Que hay un “afuera” al que podemos escapar, una roca bajo la cual esconder lo que no queremos mirar.

Pero la naturaleza no permite esa distancia: nos recuerda que todo lo que somos el cuerpo, el aire, la piedra, la luz pertenece al mismo pulso.

En las pinturas de Jacob Brostrup no hay separación entre el paisaje y lo humano. Todo ocurre en un mismo tiempo, en una misma respiración.

Cada árbol, cada sombra, cada trazo parece decir que la realidad no está afuera, sino en aquello que nos sostiene sin pedir nada a cambio.

Estar “on top of the rock” es reconocer que no hay refugio fuera de la vida.

Que incluso cuando no lo vemos, seguimos habitando el orden natural de las cosas: perfecto, inevitable, silencioso.

Y quizá de eso se trate todo: de dejar de resistir y aprender a mirar con la misma paciencia con la que la naturaleza lo hace todo.

De entender que nunca estuvimos lejos. Que siempre sin darnos cuenta hemos estado sobre la roca.

(Texto por Letma Elvira)