Ignacio Iturria nació en Montevideo, Uruguay, el 14 de abril de 1949, en el tradicional barrio del Cordón. Hijo de padre vasco y madre uruguaya, creció en una familia de seis hermanos, en una casa con un patio de claraboyas que acogió sus primeras exploraciones artísticas. Su temprano vínculo con el arte —jugando con “soldaditos de plomo” y personajes de cómic en casa— reflejaba la imaginación lúdica que desde joven permeó su obra.

Formación y primeras influencias

Iturria cursó ilustración publicitaria y diseño gráfico en la Universidad del Trabajo del Uruguay y posteriormente estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Completó su formación con talleres con maestros nacionales como Nelson Ramos, Willy Marchand, Julio Verdié y Ribeiro. De estos inicios emergió un dibujo firme, travieso, que aún conserva su impronta, aunque evolucionado.

El tránsito por España: Cadaqués, Barcelona y una paleta renovada

En 1977, ya casado, se trasladó a Cadaqués, cerca de Barcelona, donde trabajó junto al pintor Ramón Aguilar Moré. Allí, impregnado por una atmósfera catalana más luminosa y festiva, suavizó su paleta y clareó su paleta, como él mismo reconoce: “[…] sosegar su expresionismo, aclarar su paleta, transformar el dibujo lineal en pintura”.

Residió temporalmente en España, regresando a Uruguay entre 1979 y 1980, pero volvió definitivamente a Barcelona en 1982, manteniendo vínculos con figuras del entorno cultural catalán como Tharrats, Cuixart y Pitxot. La experiencia europea definió una transición hacia un estilo más sobrio, blanqueado, de atmósferas reflexivas, más tarde enriquecidas con luz y juego.

Trayectoria internacional y premios

A partir de su retorno definitivo a Uruguay en 1984, Iturria comenzó una prolífica trayectoria internacional. En 1988 fue seleccionado por el Fund for Artists Colonies de Nueva York, lo que lo llevó a convivir durante tres meses con artistas de diversas nacionalidades.

En 1994 recibió el Gran Premio en la IV Bienal Internacional de Pintura de Cuenca, Ecuador. Un año después representó a Uruguay en la XLVI Bienal de Venecia, obteniendo el Premio Especial “Casa di Risparmio”. En 1997 ganó el Gran Premio en la XII Bienal de Grabado Latinoamericano y del Caribe en Puerto Rico y en 2001 fue galardonado con el Premio Figari a la trayectoria en Uruguay.

Grabado, escultura y enseñanza

Tras destacarse en pintura, Iturria exploró el grabado en Milán, en el taller de Giorgio Upiglio, donde incursionó en técnicas como aguafuerte y puntaseca. En 2004 alcanzó reconocimiento en Madrid con el XI Salón Internacional Estampa.

Pero quizás su legado más significativo fue como docente. Fundó la escuela “Casablanca: arte en acción” (2002) y, en 2011, la Fundación Ignacio Iturria en Rosario, Colonia, para apoyar artistas emergentes con recursos limitados. Además, desde 2003 recorrió el interior del país con exposiciones itinerantes y talleres gratuitos, acercando el arte a públicos menos favorecidos.

La poética del juego y la memoria

La obra de Iturria se caracteriza por tonos terrosos, formas sencillas, figuras anónimas y atmósferas cargadas de memoria. Sus piezas combinan lo íntimo y lo poético, lo onírico y lo cotidiano, invitando a un juego visual con reminiscencias infantiles: “Mientras pinto hago un mundo que me entiende”.

En exposiciones como “Juguetes y Pinturas” (Galería Sur, Punta del Este, 2016), su universo lúdico se traduce en formatos grandes y objetos, que refuerzan la libertad creativa y el diálogo con la historia de la pintura.

Sus obras recientes integran paisajes y personajes uruguayos, fragmentarios, como fotografías recortadas dentro de grandes “cuadros-selfies”, una idea que vincula lo particular y lo colectivo.

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Exposiciones y presencia global

Iturria ha exhibido en museos y galerías de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, incluyendo el Museo de Arte Moderno de Bogotá, Museo Rufino Tamayo (México), Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de la OEA (Washington, D.C.). En 2017 tuvo una residencia de 4 meses en el Neuberger Museum (Nueva York) y en 2023 presentó la muestra “Cercanías” en Distrito El Globo, Ciudad Vieja, Montevideo, con un gran mural y la participación de alumnos de Casablanca.

Reconocimientos oficiales

Además de los grandes premios mencionados, ha recibido premios municipales y nacionales, reconocimiento de críticos, menciones en Salón Municipal y Nacional, y declaración como “Personalidad de la Cultura Uruguaya” por el Parlamento del Mercosur (2005).

Legado actual y perspectivas

Reside en Montevideo y sigue activo como artista, docente, mentor y gestor cultural. A través de la Fundación y la Escuela Casablanca, continúa potenciando nuevos talentos y manteniendo viva su filosofía: enseñar, compartir, y pintar como se juega.

Sus obras integran colecciones de museos como el Museo Nacional de Artes Visuales (Uruguay), Museo José Luis Cuevas (México), Museo Rufino Tamayo, Museo Sofía Imber, Museo de la OEA, Museo Youngeun (Corea) y la Fundación Robert Gumbiner (EE.UU.).

Iturria representa una figura emblemática del arte uruguayo contemporáneo. Su evolución estilística —desde dibujos infantiles hasta narraciones pictóricas saturadas de memoria y humanos— refleja una constante voluntad de renovación. Sus colores oscuros dan lugar a luces vivificantes, lo cotidiano, a mundos de fantasía; lo personal, a una experiencia colectiva. Su compromiso con la enseñanza y el interior del país lo convierte en un maestro reparador de la realidad cultural nacional.

La diversidad de formatos —óleo, grabado, serigrafía, objeto, mural— y sus tempranas incursiones en talleres comunitarios y obras itinerantes comprueban que, para Iturria, el arte es acción y encuentro. Su obra no es solo para mirar: es para jugar, para pensar, para dialogar.