El veterano de 68 años, semicalvo y de barba cerrada, apretó con fuerza su bastón, mientras escuchaba a su ayudante traerle las buenas nuevas sobre el informe de la comisión encargada de estudiar la llamada «tragedia de Lubeck». Al finalizar el mismo, exonerándolo de toda culpa por la muerte de 73 niños después de haber recibido la vacuna BCG, el máximo logro que había obtenido en su vida de investigador, dos gruesas lágrimas rodaron camino abajo por su rostro surcado de arrugas. Respiró profundamente y exhaló lentamente, como deseando expulsar de su cuerpo, los males que lo habían martirizado durante esos últimos 16 meses. En verdad, había sufrido mucho durante todo el tiempo que duró la investigación. Mucho más que cuando los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, en 1918, habían tomada prisionera a su esposa en la norteña ciudad de Lille, acusándola de espía por tener varias palomas mensajeras en su casa, cuando en verdad eran de él, que las había llevado de su laboratorio en el instituto Pasteur, para alimentarlas cuando la institución prácticamente cerró por la ocupación germana. Ella estuvo a punto de ser fusilada de encontrarla culpable de la acusación.

La pena y el dolor por la muerte de los niños, incluso fue superior a la que tuvo cuando supo del fallecimiento de su querido hermano Gastón, periodista reconocido de Le Figaro, asesinado a balazos por la mujer de José Caillaux, entonces ministro de finanzas, a quien acusó entre otras cosas, mediante fuerte campaña de prensa, de desarrollar sus funciones políticas con la presidencia del consejo de administración de un banco. El desastre de Lubeck fue un calvario, ya que la opinión pública estaba en contra de Calmette, además algunos colegas científicos intrigantes y envidiosos hicieron comentarios maliciosos sobre la falta de rigor en la investigación y aplicación de la vacuna BCG.

En Lubeck fueron vacunados 273 niños con la vacuna BCG entre febrero y abril de 1930 y fallecieron por tuberculosis 73 de ellos levantando un gran escándalo mundial y arrojando graves dudas sobre la seguridad de la vacuna. Fueron dos valientes bacteriólogos alemanes, Bruno Lange y Ludwig Lange, quienes después de largos meses pudieron descubrir la verdad. La vacuna BCG no había ocasionado el terrible accidente. Había ocurrido una contaminación con una cepa virulenta de bacilo tuberculoso que estaba en el laboratorio. Los culpables del fatal descuido fueron identificados y declarados culpables. Pero el daño estaba hecho y el empleo de la vacuna cayó notablemente en todo el mundo. Hubo que esperar a que finalizara la Segunda Guerra Mundial cuando se produjo una verdadera pandemia de tuberculosis, especialmente en los países menos desarrollados, para que el mundo sanitario y científico rescatara del olvido a la vacuna. Desde ese entonces, la vacuna ha sido integrada en muchos países a los programas ampliados de vacunación y ha tenido otros usos, como en el tratamiento de la lepra e incluso en la terapia oncológica. Pero ese momento, no lo vivió Albert Calmette.

Los primeros años

Nuestro héroe nació en la bella ciudad de Niza el 12 de julio de 1863.A los dos años quedó huérfano de madre, y su padre pronto casó de nuevo con María Quiney. Cursó estudios de enseñanza primaria y luego de secundaria en el liceo de Clermont-Ferry. Fue un joven despierto que soñaba con ser marino y viajar a lugares exóticos. Se matriculó en la escuela de Brest, pero una tifoidea grave lo hizo abandonar sus estudios. Uno de sus profesores fue Albert Corré, con quién tuvo una gran amistad y una cálida correspondencia que se prolongaría por varios años.

Como añoraba ser marino, se inscribió en la escuela de medicina de Brest, donde desde muy temprano manifestó interés por la investigación. Así, desarrolló un atomizador para soluciones antisépticas y luego publicó su primer artículo que apareció en los Archivos de Medicina Naval. Su entrenamiento práctico, luego de ser nombrado ayudante médico, lo realizó, por supuesto, en la marina. De esta manera, en 1883, a los veinte años, fue adscrito como miembro del Cuerpo Médico Naval francés en Hong Kong, con la escuadra del almirante Coubert, durante la campaña de China. Estando allí tuvo ocasión de conocer y recibir lecciones del célebre médico tropicalista inglés, Patrick Manso, quien lo introdujo en el estudio de la malaria y de la filariasis. Durante su estadía en Hong Kong, que se prolongó por dos años, tuvo tiempo de viajar Indochina.

Estando ya de regreso en Francia, en julio de 1886, termina su tesis que versó sobre las enfermedades tropicales atribuidas a la filaria y la defiende con éxito ante un jurado médico. La experiencia obtenida en China y los consejos de Manson le sirvieron de mucho, para preparar su trabajo de grado. Ya con su título, y continuando en la marina, es ascendido a médico de segunda clase, partiendo para África occidental, específicamente a Gabón en donde permanece por espacio de un año, aprovechando el tiempo para profundizar en el estudio de algunas enfermedades tropicales, como la enfermedad del sueño, la pelagra y el paludismo (José Neyra Ramírez).

Durante su estadía africana diseñó un plan de acción sanitaria para el estudio de las enfermedades locales, asociando la clínica con los estudios de laboratorio, tratando de dotar a esos estudios, de un verdadero contenido científico y que no fuesen meramente descriptivos.

El año 1888 fue un año muy especial para Calmette ya que contrajo matrimonio con Emile de la Salle, quién sería su fiel compañera por el resto de su existencia. Con ella parte para su nuevo destino, esta vez las islas de Saint Pierre y Miquelón, en el frío Atlántico norte, muy próximas a Terranova. Su afán de investigador no desfallece en ningún momento y más bien, basándose en lecturas de revistas y manuales, entre ellas, los anales del instituto Pasteur, se introduce en las técnicas de laboratorio bacteriológico, que le permitieron conocer la etiología de una enfermedad del bacalao, llamada «pigmentación roja del bacalao», al aislar un micrococcus, que era el responsable de que dicho pescado, al ser salado, se volviera rojo durante el transporte marítimo. Incluso descubrió el tratamiento para evitar tal fenómeno: al añadir una pequeña cantidad de hiposulfito sódico, el cual impide la proliferación del agente causal (Albert Calmette, 1863-1933).

Para esa época aprovecha la creación en Francia del Cuerpo de Salud de las Colonias y solicita su traslado a dicha nueva organización; es enviado a Francia, en donde realiza una pasantía en el Instituto Pasteur, siendo alumno del gran investigador francés y de su fiel adjunto, Roux. Pasteur lo convence a partir hacia Indochina, para hacerse cargo del primer laboratorio colonial de microbiología en Saigón. Allí trabaja con ahínco, estudiando su gran pasión que eran las enfermedades tropicales, como la disentería, el cólera, las picaduras de serpientes y sus venenos. Estudió la lepra en los nativos y trató de curarla con tuberculina, pero sin éxito alguno. Al igual que lo hecho por el gran sabio francés con la fermentación del vino, estudia este fenómeno en el caso del arroz y del opio. Se dedica igualmente a preparar la vacuna antivariólica y la antirrábica de Pasteur, misión primordial que se le había encomendado.

En poco tiempo, logró transformar el original laboratorio en un pequeño instituto Pasteur, pero la salud, nuevamente como en el pasado, le jugó una mala pasada (la disentería) y se vio obligado a regresar a Francia. Fue reemplazado por Alexander Yersin, quien también había trabajado con Pasteur en París y quien más adelante lograría la fama al descubrir el bacilo de la peste.

Los años de gloria

Luego de su pasantía en París con Roux, este lo nombra director del Instituto Pasteur en la norteña ciudad de Lille, en 1895, en donde permanecerá por espacio de veinticinco años (hasta 1919). En ese lapso, logra convertir a esa institución en un centro de referencia mundialmente importante. Prontamente Calmette funda el dispensario antituberculoso al que da el nombre de E. Roux y para ese entonces asume la cátedra de higiene (Whonamedit). Luego de realizar trabajos académicos y como asesor internacional para el estudio de epidemias, como el que realizó con un brote de peste bubónica que hubo en Portugal, decide dedicarse por entero al estudio de la tuberculosis, especialmente para conseguir una vacuna contra la enfermedad, dado que la aplicación de la tuberculina por Koch como tratamiento había fracasado rotundamente.

Recién inaugurado el instituto en Lille, se vio la necesidad de contratar a un veterinario y el cargo recayó en Jean Marie Camille Guerin (1872-1961), que con el tiempo llegaría a convertirse en el colaborador ideal de Calmette. Inicialmente fue de gran ayuda en la preparación de sueros antivenenosos y en la elaboración de la vacuna antivariólica. En este último caso su aporte fue tan importante que recibió la medalla de oro de la comisión de la vacuna de la academia de medicina (Jean Marie Camille Guerin).

Calmette y Guerin comienzan a estudiar los mecanismos del proceso de la infección bacilar, así como de la inmunidad, cuyos resultados fueron periódicamente publicados en los anales del instituto Pasteur. Al haber recibido del profesor Nocard una muestra de bacilos de tuberculosis bovinos virulentos, proceden, mediante una lenta y larga serie de experimentos, a tratar de atenuar la virulencia de dichos bacilos, para lo cual utilizaron un medio de cultivo de papa con bilis de buey glicerinada. Después de varios años, en 1913, cuando habían realizado 230 experimentos, logran al fin obtener una cepa completamente avirulenta para los animales de experimentación, pero capaz de producir inmunidad a los bóvidos que la recibían. Esta cepa recibió el nombre BCG (bacilos Calmette-Guerin). Pero en 1914 comienza la sangrienta Primera Guerra Mundial y los trabajos se tienen que interrumpir, ya que la ciudad de Lille fue tomada por los alemanes. Luego de finalizado el conflicto, Calmette es invitado a vivir en París, ya que fue nombrado subdirector del Instituto Pasteur. Más adelante crea el laboratorio de investigaciones de tuberculosis, rodeándose de una serie de excelentes investigadores de diversas nacionalidades y entre ellos estaba, por supuesto, su fiel amigo Guerin.

La primera aplicación de la vacuna BCG a humanos la realizó el pediatra Bernard Weill-Halle acompañado por el Dr. Raymond Turpin, quienes en el hospital La Charité de Paris, la administraron a un recién nacido cuya madre había fallecido a consecuencia de tuberculosis y estaba siendo atendido por su abuela que estaba tuberculosa en ese momento. La vacuna fue administrada en tres dosis por vía oral y el niño permaneció sano. Tal efecto protector los animó a proporcionar la vacuna a otros centenares de niños y en los dos años siguientes, 242,250 niños franceses habían sido vacunados. En 1950, la vacuna BCG fue declarada obligatoria en Francia. Tal práctica fue seguida por otros países, al ser aceptado su efecto protector, aunque en algunas naciones, ha habido resistencia en aceptar dicha obligatoriedad. Desde un principio hubo impugnadores y detractores de la vacuna a los que, por cierto, cuando Calmette estaba vivo, les hizo frente con vigor, defendiendo la inocuidad y el efecto protector de su vacuna. Afortunadamente, en 1932 pudo leer el dictamen de la comisión que investigó la tragedia de Lubeck, el cual liberaba de toda culpa a la vacuna de la muerte de los niños. La explosión de casos después de la Segunda Guerra Mundial hizo que la vacuna se extendiera por todo el mundo. En 1974, la OMS incluyó a la BCG en el programa ampliado de vacunación y desde ese entonces, acompaña entre otras a la vacunación contra la difteria, el tétanos, la tosferina, poliomielitis y viruela, en los programas de vacunación de muchos países.

Los días finales

Calmette durante toda su existencia fue un trabajador incansable. En varias ocasiones dijo que su mayor deseo era «trabajar hasta el último minuto» y el destino lo complació. Publicó más de 300 artículos sobre diversos temas, pero evidentemente los que cimentaron su fama, fueron los dedicados a la tuberculosis y su profilaxis mediante la vacuna que lleva su nombre. Pero no podemos echar al olvido sus trabajos sobre venenos, sueros antivenenosos, la anquilostomiasis y la lucha para que la ciudad de Lille contara con abastecimiento de agua potable.

Recibió premios y condecoraciones en vida. En 1919, ingresó en la Academia de Medicina y, en 1927, en la de Ciencias. Fue vicepresidente del Comité Nacional de defensa contra la tuberculosis. Entre 1920 y 1924 fue elegido presidente de la Société de pathologie exotique. Desde 1901 1926 fue el delegado del gobierno francés en las conferencias sanitarias internacionales y en los congresos sobre la tuberculosis. En 1910, fue comisionado por el ministerio del interior y el Consejo Superior de Higiene Pública de Francia para el estudio de una epidemia de cólera en Marsella. Entre 1910 y 1914 también fue encargado por el Instituto Pasteur de organizar junto con Edmond Sergent el instituto filial de Argelia. En 1911, fue miembro del Comité Médico de los Sanatorios Populares de París, que dirigía entonces Louis Guinard (Albert Calmette, 1863-1933).

Después de una visita a su amigo, maestro y jefe durante casi toda su vida profesional, el Dr. Emil Roux, que se encontraba gravemente enfermo, Calmette presentó una neumonía que el 29 de octubre de 1933 le ocasionó la muerte, justamente cinco días antes de que falleciera el Dr. Roux.

Notas

Albert Calmette. Ecured.cu. 2020.
Albert Calmette, 1863-1933. Historiadelamedicina.org. 2020.
Charles Albert Calmette. Whonamedit.com. 2020.
BCG: cien años de historia contra la tuberculosis. Asociación española de pediatría. 2021.
Jean-Marie Camille Guérin, 1872-1961. Historiadelamedicina.org. 2020.
José Neyra Ramírez. (2020). Albert Calmette: su vida, su obra. Sisbib.unmsm.edu.pe.