Mientras escribo esta nota, siento que hay poco que celebrar, el mundo ve con horror la descabellada invasión rusa a Ucrania; absurda demostración de poder basada en justificaciones falsas e irracionales. Un autocrático líder ha promovido una guerra criminal. Igualmente, vemos con admiración el espíritu y la determinación de los ucranianos al defender su terruño para no dejarlo a manos de una mente desquiciada.

Además del breve período entre 1918 y 1920, Ucrania se convierte en país independiente a fines del siglo XX, habiendo sido dominada sucesivamente por Polonia, Lituania, Rusia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Aun siendo parte de esos países, los ucranianos mantuvieron su propio gentilicio.

Estudioso de ciertos parasitoides durante buena parte de mi carrera, me encontré con los trabajos de Marina Zerova (1934-2021), entomóloga ucraniana, especializada en la evolución y clasificación de avispas de la superfamilia Chalcidoidea. Igualmente, llegué a conocer algunos trabajos de Gregório Bondar (1881-1959), agrónomo y entomólogo ucraniano, científico muy apreciado en el país que le adoptó como suyo, Brasil. Bondar estudió plantas de varias familias. Describiría, además, más de 300 insectos, mayormente plagas. Igualmente, encontré trabajos sobre dípteros del también ucraniano, naturalista y entomólogo Sergey Paramonov (1894-1967) quien, a pesar de ser étnicamente ruso, se identificaba plenamente con Ucrania y sus raíces.

Sin embargo, de los científicos ucranianos, cuyos trabajos he podido leer y estudiar, debo reconocer que el más relevante es Theodosius Dobzhansky (1900-1975). Nacido en Nemyriv, al sur de Kyiv, era hijo del maestro de matemáticas de secundaria Grigorij Dobrzanski y de Sofiya Voinarsky. Estudiaría primaria en su pueblo natal, pero, al cumplir los 10 años, la familia se mudaría a Kyiv. Durante la secundaria, Dobzhansky se interesaría en los insectos, colecciona mariposas y decide estudiar biología. Entra a la Universidad de Kyiv en 1917, finalizando sus estudios en 1921. Desde entonces, y hasta 1924, se especializa en entomología y dicta clases de zoología en el Instituto Politécnico. Este año se casa con Natalia «Natasha» Sivertzeva (1901-1968), estudiante de genética bajo la tutela de Ivan Ivanovich Schmalhausen (1884-1963), también ucraniano, entomólogo y biólogo evolutivo, quien desarrolló la teoría de la selección estabilizadora, relevante en el desarrollo de la síntesis evolutiva moderna (reconciliación de la teoría evolutiva de Charles Darwin, 1809-1882, con las ideas sobre la herencia de Gregor Mendel, 1822-1884, en un marco matemático).

Entre 1924 y 1927, Dobzhansky enseña genética en la Universidad de Leningrado. Trabaja en el laboratorio del entomólogo Yuri Filipchenko (1882-1930). Este había acuñado los conceptos de micro y macroevolución, y aunque era de la hoy obsoleta escuela ortogeneticista (los organismos tienen la tendencia innata de evolucionar en una dirección definida hacia una meta particular o teleológica) fue uno de los primeros en incorporar las leyes mendelianas a la teoría evolutiva.

Con Filipchenco, Dobzhansky investiga extensamente utilizando moscas del vinagre o de la fruta, Drosophila melanogaster. Asegura una beca de un año de la Fundación Rockefeller para trabajar en la Universidad de Columbia con Thomas Hunt Morgan (1866-1945), biólogo evolutivo y genetista, descubridor del papel de los cromosomas en la herencia.

Ya en Estados Unidos, Dobzhansky se percata del inmenso potencial de los estudios genéticos utilizando especies de Drosophila. Descubriría nuevos detalles del proceso evolutivo. Intuye igualmente que, de regresar a Rusia, no podrá continuar sus investigaciones, como en Estados Unidos. Sus comunicaciones de esta época con sus mentores Yuri Filipchenko y Nikolai Vavilov (1887-1943), y algunos colegas, reflejan un Dobzhansky intentando parecer ansioso por regresar a Rusia, mientras maniobraba para retrasar su regreso. Al morir Filipchenko en 1930, Vavilov, quien había insistido originalmente que regresara para contribuir al desarrollo de la genética de la URSS, ahora le aconseja que permanezca en Estados Unidos.

Durante un viaje a Canadá para renovar su visa y prolongar otro año su estadía en Estados Unidos, casi es obligado a regresar a la URSS. Logra quedarse, pero estima que de haber regresado muy posiblemente habría sido apresado o quizás algo peor. Decide entonces desertar. Las autoridades soviéticas resienten su deserción, décadas más tarde era aún considerado «no-persona» por el régimen. Su nombre y contribuciones a la ciencia jamás le fueron reconocidos mientras estaba vivo.

Morgan va de la Universidad de Columbia al Instituto de Tecnología de California. Un año más tarde Dobzhansky le sigue con el cargo de profesor asistente en genética.

En 1933, Dobzhansky está enfrascado en la genética poblacional, utilizando como sujeto experimental la especie Drosophila pseudoobscura. Sus resultados y conclusiones conformarían el libro La genética y el origen de las especies publicado en 1937.

Recordemos por un momento que, en 1855, Alfred Russell Wallace (1823-1913) concluye que los seres vivos evolucionan, pero no sabe cuál es el mecanismo. Tres años después, en medio de un delirio febril, entiende que los animales evolucionan adaptándose a su entorno. Escribe una larga carta a Charles Darwin (1809-1882) expresándole sus ideas. Este se sorprende, Wallace ha llegado a la conclusión a la que él llegó años atrás, y en la cual ha trabajado por años. La carta de Wallace y un adelanto de las conclusiones de Darwin se publican en 1858, argumentando la teoría de la evolución por selección natural. Un año después Darwin publica El origen de las especies. El mundo es sacudido al eliminar el origen de la humanidad influenciado por la religión.

El origen de las especies plantea que se producen más organismos de los que pueden sobrevivir. Sin embargo, algunos de estos organismos presentarán variaciones que les proporcionarán una ventaja competitiva, posibilitando así su sobrevivencia y producción de descendientes. A la teoría, así planteada, le faltaba «explicar» cual era ese mecanismo que permitía trasmitir las variaciones favorables. Darwin y Wallace no conocían los experimentos que Gregor Mendel (1822-1884) estaba realizando, y que podían explicar la herencia en términos de ciertas unidades de herencia que hoy conocemos como genes.

Los investigadores interesados en el estudio de la evolución se dividirían entonces en dos grupos: los genetistas, quienes mayormente trabajaban en el laboratorio; y los naturalistas, quienes estudiaban las poblaciones en su ambiente natural y en museos, utilizando la taxonomía.

Cada grupo aportaría conceptos esenciales para comprender la evolución. Sin embargo, ambos grupos utilizaban métodos y terminologías que les dificultaban entenderse entre ellos.

En 1936, la genetista de la Universidad de Columbia Leslie Dunn (1893-1974) invitaría a Dobzhansky a dar varias conferencias. Estas debían servir para publicar un tratado sobre genética evolutiva. Dobzhansky acepta emocionado sugiriendo titularlo La genética y el origen de las especies, dividido en dos partes. La primera, con datos sobre los orígenes de los cambios evolutivos; la segunda, discutiría las interacciones que conducen a la formación de razas y especies.

La genética y el origen de las especies sería publicado en tres ediciones (1937, 1941, 1951). Cada una contendría cambios significativos. Una supuesta cuarta edición, había cambiado de tal manera que requirió un nuevo título, La genética y el proceso evolutivo.

El tratado proporcionaba el esquema que permitía conectar la genética con la evolución, por lo tanto, fue recibido con entusiasmo por ambos grupos de investigadores. El libro describe detalladamente el proceso evolutivo en términos de la genética, incluyendo, además, detallada evidencia experimental para respaldar cada argumento teórico. Dobzhansky estimulaba así el desarrollo de la genética evolutiva y, al mismo tiempo, impactaba a naturalistas y biólogos experimentales para entender el proceso evolutivo como el cambio genético de las poblaciones. El estudio de la evolución, influenciado por el libro de Dobzhansky pronto se nutre con la inclusión de la paleontología, la sistemática y la botánica al aparecer tres libros clave: La sistemática y el origen de las especies de Ernst Mayr (1904-2005), Tiempo y modo en la evolución de George Gaylord Simpson (1902-1984), y Variación y evolución en plantas de George Ledyard Stebbins (1906-2000). La síntesis emergente de la «fusión» conceptual de estos trabajos sería resumida por Julian Huxley (1887-1975) en su libro Evolución: la síntesis moderna.

La genética y el origen de las especies sería el libro más relevante sobre biología evolutiva. Los proponentes de la síntesis moderna coincidirían que tal libro fue el gran instigador de los trabajos subsiguientes. Ernst Mayr lo definiría como:

…the most decisive event in the history of evolutionary biology since the publication of the «Origin of Species» in 1859.

Dobzhansky dictaría conferencias en multitud de países, recibiría premios y honores. Regresaría a trabajar a la Universidad de Columbia en 1940. En 1962, se trasladaría al Instituto Rockefeller (luego Universidad Rockefeller), retirándose en 1971.

Su esposa Natasha moriría de una trombosis coronaria en 1969. Un año antes, le habían diagnosticado a Dobzhansky con leucemia linfocítica. Se jubila de la Universidad Rockefeller yendo a la Universidad de California, Davis, dedicando sus últimos años como profesor emérito. Durante este tiempo publicaría uno de sus ensayos más famosos Nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución. Su leucemia se haría más severa, y en proceso de tratamiento, moriría de una insuficiencia cardiaca el 18 de diciembre de 1975.

Steve Jones, quien compartió con Dobzhansky una tarde de colecta de insectos diría del científico:

…se parece al personaje de Vladimir Nabokov [(1899-1977), escritor y entomólogo interesado en lepidópteros], Pnin… un emigrante ruso y su serie de peleas tragicómicas con colegas y funcionarios que terminan con su exilio de Nueva York y un traslado forzado al lejano oeste. Justo eso le sucedió a Dobzhansky, y él también debió romper amistades cercanas después de los golpes a su amor-propio científico.

Francisco José Ayala, quien fuera discípulo de Dobzhansky, diría de él, que:

…era un hombre tierno y compasivo con poca paciencia con el oscurantismo, los prejuicios raciales o la injusticia social. Durante las décadas de 1940 y 1950 publicó varios artículos criticando la charlatanería biológica de Lysenko [Trofim Denisovich Lysenko (1898-1976) exponente del Lamarckismo. Contrario a la genética mendeliana, utilizó su influencia para reprimir opiniones disidentes y desacreditar, marginar y encarcelar a sus críticos, elevando sus teorías anti-mendelianas a estado de doctrina sancionada por el régimen soviético]. [Dobzhansky,] atacó a los anti-evolucionistas y rechazó convincentemente las afirmaciones de que las creencias cristianas son incompatibles con la evolución. Denunció implacablemente lo que llamó la «falsa ‘ciencia’ del prejuicio racial».

Según Ayala, Dobzhansky fue un «optimista metafísico» quien mantenía que la evolución biológica en el hombre se transcendería a sí misma en el ámbito de la autoconciencia y la cultura. Eventualmente, la humanidad evolucionará hacia niveles mayores de armonía y creatividad.

Desde esta pequeña columna, esperamos que tal armonía y creatividad prevalezcan.

Notas

Adams, M. B. (1994). The Evolution of Theodosius Dobzhansky: Essays on His Life and Thought in Russia and America. Princeton, Nueva Jersey: Princeton Legacy Library. 262 pp.
Ayala, F. J. (1976). Theodosius Dobzhansky: the man and the scientists. Annual Review of Genetics. 10:1-6.
Ayala, F. J. (1985). Theodosius Dobzhansky 1900-1975. A biographical memoir. Washington D.C.: National Academy of Sciences. Pp. 162-213.
Dobzhansky, T. (1951). Genetics and the Origin of Species. Nueva York: Columbia University Press, 364 pp.
Dobzhansky, T. (1970). Genetics of the Evolutionary Process. Nueva York: Columbia University Press. 550 pp.
Dobzhansky, T. (1973). Nothing in biology makes sense except in the light of evolution. The American Biology Teacher, 35(3): 125-129.
Jones, S. (2016). The day I went on a field trip with Thedosius Dobzhansky. The Guardian.