«El día en que la muerte dejase de existir, la vida sería inútil».

(José Tejada Maury)

Definitivamente la vida es maravillosa, el milagro de la vida es una obra genial podemos afirmar en forma de figura literaria, la vida es bella, hermosa, maravillosa, pero hay un problema: Resulta que al momento de nacer firmamos un pacto con la muerte el cual no tiene reversa, es decir es irrevocable nuestro pacto con la muerte.

Mientras vivimos nuestra existencia en este mundo, tratamos de buscar una explicación a los fenómenos de la vida cotidiana, buscamos la manera de interpretar cómo es el misterio que encierra tanto a la vida como a la muerte, muchos a pesar de conocer y saber la única verdad absoluta que significa nuestro destino final como seres corpóreos y materiales, aún pretendemos hacer hasta lo imposible para evitar que la muerte se acerque a nuestras vidas.

¿Cuánto dinero estarían dispuestos a pagar los multimillonarios para prolongar su existencia en la Tierra, siquiera veinte años más o quizás perpetuarse por los siglos de los siglos?

De allí surge la respuesta: que ningún ser desea morirse y que es necesario perpetuarse en este mundo, por lo cual se diseña un esquema de inmortalidad para permanecer en la vida eterna y seguir gozando de ella, inclusive hasta de resurrección. Y otros se refieren a reencarnación, que desde el punto de vista científico es un suceso imposible, ya que ningún ser que haya muerto y que se conozca a través de la historia, haya regresado para contarnos su aventura en el más allá.

La vida y la muerte definen los límites materiales del pensamiento existencialista, de allí que podamos atrevernos a afirmar que no existen ideas sin cerebro que las gestione, es decir, las ideas son actividades físicas y biológicas dentro de funciones del cerebro que tiene vida; ahora bien, la vida se da dentro de un proceso de reacciones fisico-químicas mediante las cuales el organismo transforma los alimentos que ingiere en energía gracias a la presencia del oxígeno, es decir, el organismo no sólo es una máquina procesadora de alimentos para producir energía necesaria para el funcionamiento de los órganos y sistemas, también reconstruye sus partes a medida que se van deteriorando otras , es decir, se va renovando constantemente en todo este proceso llamado vida, además de ello es un verdadero laboratorio con una estructura bastante compleja con funciones coordinadas a la perfección. La preocupación constante con respecto al fenómeno de la muerte ha llevado a los filósofos y pensadores a tratar de buscar una mejor explicación en aras de tener tranquilidad para afrontar ese problema.

Desde otra perspectiva, sin mezclar sentimientos religiosos o dogmáticos, resulta muy oportuno establecer ciertos rangos entre la vida y la muerte en sus aspectos fisiológicos y dentro de los procesos metabólicos que originan la vida y todo lo relacionado con el cuerpo físico y la interrupción de los procesos metabólicos que originan la muerte como un proceso de interrupción de suministro de energía para llevar al cuerpo físico a un proceso de descomposición con carácter irreversible de todos sus sistemas.

La muerte se nos presenta como el estado o el proceso mediante el cual el organismo pierde su proceso de retroalimentación energética de todos sus sistemas debido a fallas en el suministro de oxígeno para poder llevar a cabo la combustión celular y la pérdida del suministro de energía electrolítica para el funcionamiento permanente del corazón, el cual se encarga de irrigar la sangre, al detenerse los impulsos eléctricos del nodo sinusal se frena la distribución tanto de sangre como de oxígeno y por ende si no hay recuperación se presenta la muerte como su resultado, inmediatamente las neuronas (células cerebrales) al no recibir el oxígeno y alimento perecen, dejan de producirse los impulsos eléctricos de asociación que estimulan y activan neurotransmisores , además de quedar fuera de servicio las comunicaciones cerebrales se detiene el proceso de renovación y de generación de neuronas y por ello se pierde la sensibilidad, la conciencia.

Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que en este momento acaba todo: la vida, al quedar el cuerpo física sin energía y sin reservas (pues intrínsecamente el espíritu hace referencia a la energía corporal, «es que fulano es corto de espíritu» decimos para referir que es pusilánime, falto de entusiasmo, aliento, energía), se acaba definitivamente la energía para ese cuerpo físico ya no generará más aminoácidos para elaborar ideas dentro del cerebro pues las neuronas quedaron sin alimento y sin oxígeno. Aquí comprobaremos que no existe ya el espíritu, por consiguiente nos dirigimos a buscar el alma, la cual es el archivo de nuestras existencias , aquí sí podemos hipotetizar el concepto del alma, qué es y cómo se experimenta a través de nuestras generaciones de descendientes. Muy posiblemente la genética haya hecho caso omiso sobre esto y es que se presume que el alma constituye la información genética que va incorporada dentro de cada célula del organismo y que se va trasmitiendo de generación en generación de padres a hijos en la cadena sucesiva de los diversos árboles genealógicos. Por ejemplo, ciertos dotes como las escritura, la pintura, el canto , la gallardía, el odio, el resentimiento, la maldad, la nobleza, la avaricia; aquí en este punto podemos detectar que verdaderamente la célula almacena información y tiene memoria, pues las supuestas regresiones hacia vidas pasadas, no son más que simples recuerdos contenidos en células heredadas de nuestros antepasados y que afloran bajo ciertas circunstancias cuando al cerebro se le facilitan las condiciones para rememorarlas, no son reencarnaciones y menos resurrecciones son fenómenos biológicos neuronales y genéticos.

Centremos la atención en los procesos dentro del cerebro, las ideas desaparecen y jamás volverán a formarse, de allí que el único legado que le podemos dejar a la humanidad son nuestros aportes en cualquiera de sus formas, sean ideas, documentos, escritos, inventos, etc. La única herencia que le podemos dejar a la humanidad es no haber pasado en vano por esta vida, sino el haber contribuido en hacerla más agradable, más armoniosa y haber hecho de nuestro conocimiento un verdadero patrimonio al servicio de la humanidad, y esa debe ser la satisfacción de haberle dejado el mejor legado no sólo a las futuras generaciones, sino a toda la humanidad y al planeta en su conjunto, porque hasta la presente nadie ha visto trasteos detrás de un funeral y menos un ataúd con caja fuerte.

El estado de descomposición a partir de la muerte es una realidad de carácter irreversible, jamás regresaremos a este mudo que nos da la bienvenida al nacer con júbilo y alegría y nos despide al partir para siempre sin posibilidades de retorno, con dolor, llanto y tristeza.