Estamos constantemente bombardeados por información y por estímulos externos, mensajes de WhatsApp, el correo electrónico, llamadas de teléfono. Vivimos en una sociedad que no es capaz de desconectar de su móvil, de los ruidos, el tráfico, de parar un minuto y disfrutar de la vida.

Como contraposición a toda esta locura que nos rodea ha surgido un nuevo concepto, el Mindfulness, que lo han traducido como Atención Plena. Este movimiento de origen Budista que surgió hace más de 2.500 años y se define como un estado de la mente que consiste simplemente en estar aquí y ahora, con atención y aceptación.

Aunque pueda parecer una forma más de meditación por provenir del budismo, en la actualidad tiene aplicación en psicología y en medicina. Se utiliza principalmente para reducir el estrés, aumentar la autoconciencia, reducir los síntomas físicos y psicológicos asociados al estrés y mejora el bienestar general.

El principal promotor del Mindfulness o la Atención Plena fue Jon Kabat-Zinn, que se encargó de introducirla en la práctica médica hace más de 30 años. A finales de los años 70 fundó la Clínica de Reducción de Estrés en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. En ese centro, Zinn empezó a enseñar Mindfulness a los pacientes para tratar problemas físicos y psicológicos, dolor crónico y otros síntomas asociados al estrés.

La Atención Plena nos permite centrarnos en el presente, con lo que ocurre aquí y ahora. De esta forma tomamos conciencia de nuestra realidad, concentrándonos en lo que hacemos sin pensar en varias cosas a la vez, aceptando lo que ocurre sin juzgar si es bueno o malo, si nos gusta o no nos gusta.

Al tomar conciencia de lo que hacemos, nuestra mente es capaz de conocer una información asombrosa, datos sobre tu vida que de los que, de otra forma, puede que nunca llegaras a ser consciente. Gracias al Mindfulness se logra el equilibrio interno, prestando especial atención a los aspectos de la persona; cuerpo, mente y espíritu.

El Mindfulness nos enseña que hay que aprender a disfrutar del presente, que aquí y ahora lo tenemos todo. Esta es la idea principal de este concepto. Si no conseguimos ser felices aquí y ahora no podremos serlo nunca, porque siempre nos va a faltar algo o vamos a tener miedo de que nos pase algo. Sin embargo, si podemos vivir el presente, estar aquí y ahora sin juzgar, disfrutando de lo que está ocurriendo en cada momento, podremos ser felices siempre.

Sólo cuando estamos en el presente podemos optimizar nuestra capacidad de:

  1. Recuperar el balance mente-cuerpo, que permite parar, detenerse, observar.
  2. Encontrar espacios de quietud, autorregulación y autocuidado.
  3. Responder en lugar de reaccionar automáticamente ante los estímulos.
  4. Estar presentes, estar enteramente atentos en el aquí y ahora, enriqueciendo las relaciones, la conexión, la escucha y el aprendizaje a través de nuestra propia experiencia.
  5. Observar nuestros hábitos como generadores del estrés/sufrimiento.
  6. Trabajar sobre los condicionamientos y modos de pensamiento rígidos a través de una atención no reactiva.
  7. Reconocer claramente el estrés/los que estresan.
  8. Ser conscientes de la interacción mente-cuerpo y su influencia en los procesos de salud/enfermedad.
  9. Reconocer los estilos de comunicación que obstaculizan o abren nuevas vías de diálogo.
  10. Desarrollar la empatía.
  11. Mejorar la forma en que manejamos las emociones ante situaciones complejas.

El único modo de llegar a dominar el Mindfulness es mediante la práctica diaria. Al principio, mantener una concentración total sobre lo que se está haciendo cuesta, pero poco a poco se puede mantener durante más tiempo esta concentración total.

Entre las distintas aplicaciones que tiene no solo está la del control del estrés, sino también el tratamiento de la depresión, combatir el dolor, mejorar la satisfacción y el rendimiento laboral… Pero sobre todo es una herramienta que mejora la calidad de vida de la persona que lo practica, ayudando a aceptar y vivir los sucesos que ocurren en el día a día de otra forma, respondiendo conscientemente en lugar de reaccionar inconscientemente.